China advierte a la OTAN que no ‘se quedará sentada’ si el bloque la desafía.

China ha advertido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte que no se «cruzará de brazos» ante ningún desafío, lo que ilustra la posibilidad de que las tensiones se intensifiquen mientras Estados Unidos intenta convencer a sus aliados de que adopten un enfoque más duro con la nación asiática.

Pekín no supone un «desafío sistemático» para ningún país, según una declaración publicada el martes en la web de su misión ante la Unión Europea, en la que se añade que la OTAN no debe exagerar el poder militar de China.

La declaración también insta a la OTAN a impulsar el diálogo y la cooperación, y dice que el bloque debe trabajar para salvaguardar la estabilidad internacional y regional.

Los comentarios de Pekín se producen después de que el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijera a los periodistas que la alianza está «preocupada por las políticas coercitivas de China, que contrastan con los valores fundamentales consagrados en el Tratado de Washington» en el que se basa el bloque. Citó la rápida expansión del arsenal nuclear del país, la cooperación militar con Rusia y su uso de la desinformación.

El comunicado publicado tras la reunión de la OTAN menciona a China 10 veces, en comparación con una sola vez tras la última cumbre de 2019. Rusia ha sido nombrada más de 60 veces este año. El documento también dice que el bloque «mantiene un diálogo constructivo con China cuando es posible.»

Washington ha tratado de construir un frente unido con respecto a Pekín, aunque el presidente Joe Biden se ha conformado con una modesta condena en la reunión del Grupo de los Siete del fin de semana.

Biden había presionado para que el grupo se enfrentara a China en temas como los trabajos forzados y los abusos de los derechos humanos, y en su plan de infraestructuras de la Iniciativa Cinturón y Ruta. También planteó la cuestión de la negativa de China a acceder a sus laboratorios para determinar el origen del brote de Covid-19.

El comunicado del G-7 pide un estudio «oportuno, transparente, dirigido por expertos y con base científica» dirigido por la Organización Mundial de la Salud sobre el origen de la enfermedad.

Varios líderes, entre ellos la canciller alemana Angela Merkel, se opusieron a la idea de convertir el G-7 en un grupo antichino. Sugirieron que cualquier programa de infraestructuras que apoyaran los países debería enmarcarse en un esfuerzo más positivo y favorable al medio ambiente.

Merkel dijo en un momento de la cumbre que «no se trata de estar en contra de algo, sino a favor de algo», un rechazo a cualquier llamamiento a alinearse específicamente contra China.

«La pretensión del G-7 es tener una agenda positiva para muchos países del mundo, que todavía tienen que ponerse al día», dijo Merkel.

China despreció la cumbre del G-7, y su embajada en Londres emitió un comunicado en el que decía: «Los días en que las decisiones globales eran dictadas por un pequeño grupo de países han quedado atrás».

Bloomberg