EE. UU. se retira oficialmente del Tratado de Cielos Abiertos.

Estados Unidos se retiró formalmente el domingo del Tratado de Cielos Abiertos, un acuerdo de control y verificación de armas de 18 años de antigüedad que Washington ha acusado repetidamente a Moscú de violar.

La retirada es el último golpe al sistema de control internacional de armas que el presidente Donald Trump ha despreciado repetidamente, quejándose de que Washington estaba siendo engañado o injustamente restringido en sus capacidades militares.

El Departamento de Estado confirmó la medida, señalando que habían transcurrido seis meses desde que se había notificado la salida pendiente y declarando que «la retirada de Estados Unidos entró en vigor el 22 de noviembre de 2020, y por tanto, Estados Unidos ya no es un Estado Parte en el Tratado de Cielos Abiertos».

El Consejo de Seguridad Nacional confirmó la retirada y añadió que «Rusia ha violado flagrantemente [el tratado] durante años».

Según al asesor de seguridad nacional Robert O’Brien la medida era parte de un esfuerzo para «poner a Estados Unidos en primer lugar, retirándonos de tratados y acuerdos obsoletos que han beneficiado a nuestros adversarios a expensas de nuestra seguridad nacional».

El Secretario de Estado de EE.UU. Mike Pompeo anunció el 21 de mayo la intención de EE.UU. de retirarse y dio la notificación de seis meses a los otros 34 miembros de Cielos Abiertos, como lo exige el reglamento del tratado.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia ha condenado la decisión de Estados Unidos.

«Washington ha hecho su movimiento. Ni la seguridad europea ni la de Estados Unidos y sus aliados se han beneficiado de ella. Ahora muchos en Occidente se preguntan cuál será la reacción de Rusia. La respuesta es simple. Hemos subrayado repetidamente que todas las opciones están abiertas para nosotros», dijo el ministerio en una declaración el 22 de noviembre.

Firmado en 1992, el tratado, que entró en vigor en 2002, permite a sus 34 miembros realizar vuelos de observación y vigilancia sin armas y con poco tiempo de antelación sobre los territorios de los demás, para recoger datos sobre las fuerzas y actividades militares. En virtud del acuerdo se han realizado más de 1.500 vuelos.

Los defensores del tratado dicen que los vuelos ayudan a fomentar la confianza al demostrar que, por ejemplo, los adversarios no despliegan fuerzas en secreto ni se preparan para lanzar ataques.

Pero sus críticos, en particular entre los republicanos de EE.UU., han afirmado que el tratado ha sido violado repetidamente, en primer lugar por Moscú.

En su declaración de mayo, Pompeo afirmó que las violaciones rusas incluían restricciones a los vuelos cerca de las regiones separatistas sobre Georgia, a lo largo de las fronteras meridionales de Rusia, y límites a la duración de los vuelos sobre el enclave ruso de Kaliningrado.

«Rusia ha actuado siempre como si fuera libre de apagar y encender sus obligaciones a voluntad», dijo.

Los expertos en control de armas han dicho que mientras que algunas de las quejas de EE.UU. tienen fundamento, otras son engañosas. Y las agencias militares y de inteligencia de EE.UU. perderán una importante fuente de datos al no ser parte del tratado. Los aliados de la OTAN apoyan el acuerdo.

«Mientras que Rusia ha violado el tratado, Estados Unidos han correspondido. Los aliados de la OTAN apoyan el tratado – que se centra en primer lugar en la mejora de la seguridad europea – y desean que Estados Unidos sigan siendo parte», dijo Steven Pifer, ex embajador de EE.UU. y experto en control de armas, en un comentario publicado la semana pasada.

El gobierno de Trump ha tenido como objetivo varios tratados internacionales en los últimos cuatro años, en particular el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio de 1987, un acuerdo clave de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Después de años de quejarse de que Rusia había diseñado en secreto, y luego desplegado, un misil que violaba el tratado, Washington se retiró en 2019 y el tratado se derrumbó.

Otro tratado de mayor trascendencia, el acuerdo New START, también está a punto de expirar en febrero de 2021, y los funcionarios estadounidenses y rusos han estado luchando para encontrar una manera de mantenerlo intacto.

Pero los funcionarios de la administración Trump quieren expandir el tratado para incluir a China. Y también han enviado señales contradictorias sobre las nuevas condiciones para extender el nuevo START, algo que Moscú ha rechazado.

Sumándose a la incertidumbre es la esperada salida de Trump de la Casa Blanca el 21 de enero de 2021, cuando el demócrata Joe Biden está programado para ser investido y tomar el cargo.

Biden ha señalado su apoyo a la extensión del Nuevo START y a la preservación de otros tratados.

«En lugar de romper los tratados que nos hacen más seguros a nosotros y a nuestros aliados, el presidente Trump… debería permanecer en el Tratado de Cielos Abiertos y trabajar con los aliados para confrontar y resolver los problemas relacionados con el cumplimiento de Rusia», dijo Biden en una declaración en mayo.

Voz de América