Los OPV de la clase Arafura de Australia llegan tarde, sobrepasan el presupuesto y están mal equipados.

Desgraciadamente, el proyecto de patrullero de alta mar de la clase Arafura SEA 1180 ha seguido una trayectoria conocida: tras los informes negativos de los medios de comunicación, se han repetido las garantías oficiales de que todo está a tiempo y dentro del presupuesto, hasta que de repente no es así.

Estas situaciones se desarrollan porque Defensa actúa dentro de un manto de secretismo, que continúa hasta que la evidencia de que algo va a la deriva se vuelve demasiado abrumadora para negarla – y de repente está en la lista de Proyectos Preocupantes del gobierno, lo que indica que algo va mal.

No debería haber sido así. Las OPV están diseñadas y construidas según normas comerciales y no militares, lo que significa que carecen de la robustez de los buques de guerra de pura raza, pero son excelentes plataformas polivalentes. Esta filosofía es bastante común en todos los servicios: la flota de aviones de patrulla marítima P-8A Poseidon de la RAAF son aviones comerciales Boeing 737 modificados y los camiones de apoyo logístico del ejército son prácticamente indistinguibles de los utilizados por las empresas de transporte de mercancías que bloquean los carriles de adelantamiento de las autopistas de Australia todos los días.

Parece que han surgido problemas porque, tras haber encargado un buque de uso general de 1.600 toneladas, a algunas personas de la RAN parece preocuparles ahora que no esté suficientemente militarizado. Sin embargo, esta es precisamente la razón por la que se seleccionó el diseño en primer lugar, ya que es más rápido y menos costoso de construir que una corbeta con todas las campanas y silbatos asociados a esa clase.

Esto no quiere decir que los Arafuras carezcan de utilidad militar, sino todo lo contrario. La clase Darussalam para Brunei tiene un cañón principal de 57 mm de tiro rápido, también utilizado por la USN, y cuatro misiles tierra-tierra Exocet de última generación, lo que les confiere una gran potencia. Extrañamente, la Royal Australian Navy (RAN) redujo el tamaño del cañón principal a 40mm – cancelando entonces el contrato – y optó por eliminar también la capacidad de misiles, algo que ahora se cree que está siendo revisado.

La situación con el no cañón es ilustrativa de problemas más amplios de gestión del proyecto. Defensa seleccionó -o al menos aprobó- una oferta que costaba la mitad del precio del producto base original.

Con retraso, Defensa informó al contratista principal, Luerssen, y al fabricante del cañón, Leonardo, de sus requisitos de cualificación y certificación del sistema antes de que pudiera ser aceptado en servicio.

Esto parecía llevar mucho tiempo y ser costoso de cumplir, de ahí la cancelación del contrato, por lo que parece ser un acuerdo mutuo y la negociación de un pago de 10 millones de dólares a Leonardo.

Defensa declaró públicamente en febrero que iniciaría un concurso para un nuevo cañón principal, pero la situación ha cambiado con un portavoz que ahora dice: «Un cañón de reemplazo para los OPVs de la clase Arafura está siendo considerado dentro del contexto general de nuestras cambiantes circunstancias estratégicas.

«Como medida provisional, mientras se determina y adquiere un sistema de cañones definitivo, los primeros buques se entregarán con cañones Typhoon de 25 mm, que ya están en servicio en los patrulleros de la clase Armidale y son adecuados para las operaciones de la policía».

Lo que el portavoz no dice en esas crípticas observaciones sobre el camino a seguir es que los cañones Typhoon de la empresa israelí Rafael -por muy buenos que sean- tendrán que ser adaptados a la clase Arafura y que los tres o cuatro OPV iniciales saldrán al mar armados sólo con ametralladoras pesadas hasta que puedan ser mejorados.

Para minimizar los comentarios negativos, Defensa subraya que estos buques no están diseñados para desempeñar funciones bélicas. Eso parece no venir al caso.

En un momento de deterioro del entorno estratégico, parece sensato meter todo el armamento posible en el reducido número de plataformas que tiene Australia. En un futuro no muy lejano los P-8A estarán equipados con el misil antibuque de largo alcance (LRASM). Producido por Lockheed Martin para la USN, es posiblemente el arma marítima más formidable del mundo occidental, ya que combina la velocidad y el alcance con el sigilo, la evasión de amenazas mediante IA y una ojiva de fragmentación explosiva de 450 kg que mata a los buques.

Si es lo suficientemente bueno como para que la RAAF esté dispuesta a utilizar sus aviones de pasajeros modificados en combates de alta intensidad, seguramente no es demasiado pedir a la RAN que vuelva al diseño original y coloque algunos misiles superficie-superficie en los OPV. Si deberían estar equipados con LRASM o con el igualmente formidable, pero de menor alcance, misil de ataque naval Kongsberg que lleva la clase Hobart, es algo académico, pero darles la capacidad de defenderse parece sensato, por decirlo suavemente.

Kym Bergmann