Un T-26 ruso en el Museo del Ejército de Toledo.
El Museo del Ejército incorpora a su exposición permanente un carro de combate T-26 y un cañón 75/22 modelo 1941 que pueden ser contemplados en su nueva ubicación.
Se trata de un carro de combate restaurado y pintado con sus colores originales que se encontraba en periodo de restauración en la Brigada Acorazada “Guadarrama XII” en el Goloso.
Este carro T-26 fue desarrollado en la Unión Soviética a finales de la década de los 20, tomando como modelo el Vickers 6 británico. Su producción comienza en 1931 y fueron copias del original británico; simple y robusto, de estructura casi totalmente remachada, aunque posteriormente se cambiaron debido a la poca fiabilidad ante el fuego japonés en la guerra de Mongolia y Manchuria. Posteriormente, se decidió el uso de la soldadura en vez de remaches en las unidades fabricadas a partir de 1933.
Su producción alcanzó más de 11.000 unidades en diferentes versiones: lanzallamas, posapuentes, especiales de mando equipados con radio y, versiones con distinto tipo de cañón. Participó durante algunas de las primeras operaciones de la Segunda Guerra Mundial, como en la invasión de Polonia, la Guerra de invierno con Finlandia, así como en la invasión alemana de la URSS hasta que fue sustituido por el T-34.
Los 50 primeros T-26 para la República Española llegaron a España el 15 de septiembre de 1936, alcanzando hasta un total de 281 carros. Participó por primera vez en octubre de 1936 en la ofensiva sobre Seseña (Toledo) y posteriormente en las batallas de Jarama, Guadalajara, Brunete,Teruel, Belchite y Ebro. Los carros capturados por el Ejército Nacional fueron utilizados y, finalizada la guerra, formaron parte de las primeras unidades acorazadas del Ejército de Tierra.

La otra pieza, ubicada en el patio Carlos V, es un cañón 75/22 modelo 1941 de la fábrica de Artillería de Trubia (Asturias) proveniente de la Base de Agoncillo (La Rioja).
Es una pieza de artillería de montaña que podía ser remolcada o transportada a lomo despiezada.
La cureña es reutilizada del Obús Schneider 105/11 con un peso de 747 kilos y sus proyectiles podían ser lanzados a una distancia de 7.745 metros. Estaba diseñado para facilitar su despiece en 7 cargas; cañón, manguito, cuna, eje y ruedas, cureña, mástil y escudos que facilitaba su transporte.
Julio Alcalá