Amenazas compartidas, esfuerzos desiguales: Bélgica se aprovecha de la defensa de la OTAN.
A menudo se considera a Bélgica la oveja negra de la OTAN por su gasto relativamente bajo en defensa. El hecho de que en 2014 el primer ministro Di Rupo declarara la intención de su país de destinar el 2% de su PIB a gastos de defensa para 2024, para que el primer ministro De Croo hiciera lo mismo en 2022, pero con la fecha para lograrlo retrasada once años, hasta 2035, es quizás el mejor ejemplo de la actitud de este país de aprovecharse de la seguridad de otros Estados miembros de la OTAN y de sí mismo.
Incluso en medio de la guerra ruso-ucraniana en curso, el presupuesto de defensa de Bélgica para 2023 experimentó un aumento de sólo el 0,01% en comparación con 2022, alcanzando un total del 1,19% de su PIB. De hecho, el gasto en defensa de Bélgica como porcentaje de su PIB es el segundo más bajo dentro de la OTAN, sólo por detrás de Luxemburgo.
Bélgica no sólo asigna un presupuesto relativamente bajo a sus fuerzas armadas, sino que además ha obtenido unos rendimientos sorprendentemente limitados de sus inversiones en términos de capacidades militares. Esta discrepancia se hace evidente al comparar el gasto en defensa de Bélgica con el de países como Dinamarca. A pesar de que Bélgica gasta casi 1,5 veces más en defensa y cuenta con el doble de población que Dinamarca, este último país se las arregla para ofrecer un ejército más sustancial y mejor equipado.
Aún peor, Bélgica ha mostrado un esfuerzo mínimo en la integración de sus fuerzas terrestres con los países vecinos para mejorar la interoperabilidad. A pesar de haber adquirido un gran número de AFV franceses, existe una notable ausencia de planes concretos para la integración de unidades con Francia. Por el contrario, los Países Bajos han integrado plenamente su ejército con el alemán, un logro conseguido a pesar de la diversidad de equipos empleados por ambas fuerzas.
Una preocupación notable que afecta a las Fuerzas Armadas belgas es su falta de reconocimiento serio, sobre todo dentro de la propia Bélgica. Con el tiempo, las Fuerzas Armadas belgas se han convertido en una institución educativa para la juventud belga y han servido como canal para canalizar los gastos de defensa hacia las industrias locales. El actual gobierno belga, con la ministra de Defensa Ludivine Dedonder a la cabeza, ha exacerbado aún más la tendencia a desviar la atención de la misión principal de defensa de las Fuerzas Armadas belgas.
Algunos ejemplos recientes son decisiones como desviar 100 millones de euros destinados a proyectos de defensa a la Agencia Espacial Europea (ESA) para enviar a un astronauta belga al espacio e invertir 360 millones de euros en una posible colaboración en el Sistema Aéreo de Combate Futuro franco-alemán-español, a pesar de que Bélgica sigue esperando la entrega de su primer avión F-35.
Estas inversiones resultan aún más desconcertantes si se tiene en cuenta la actual falta de capacidades de defensa aérea de Bélgica. Bélgica no tiene sistemas de defensa aérea anticuados o ineficaces, sino que carece de cualquier tipo de sistema de defensa aérea terrestre. Esto sitúa a Bélgica entre el trío de países de la OTAN sin sistemas de defensa antiaérea, junto con Luxemburgo e Islandia (este último carece totalmente de ejército).
Esta notable situación es el resultado de años de malas decisiones estratégicas y financiación insuficiente que han erosionado las Fuerzas Armadas belgas hasta el punto de que ni siquiera pueden permitirse operar unos pocos sistemas portátiles de defensa antiaérea (MANPADS), dejando a todo un ejército sin ningún tipo de defensa antiaérea terrestre desde 2017. Aunque el Ministerio de Defensa belga anunció recientemente planes para (re)establecer una capacidad de defensa aérea, habrá que esperar al menos hasta 2030 para que estos planes se hagan realidad.
Oryx websit
Por la situación de Bélgica y la relación con sus países vecinos sería incluso comprensible si se saliera de ella. Sin embargo, la siguiente oveja negra del rebaño ha sido durante bastantes años España, la cual sí tiene territorios codiciados por su vecino del sur.
Cierto, pero hay que reconocer que en los últimos tiempos España se ha puesto bastante al día…