Análisis de la modernización naval de China: impacto en el poder marítimo mundial.
La modernización naval de China, que forma parte de un esfuerzo más amplio por potenciar su ejército, se ha convertido en una preocupación clave para los planes de defensa de Estados Unidos. En los últimos 30 años, China ha transformado su armada en la mayor del mundo, realizando importantes avances tanto en la cantidad como en la calidad de sus activos navales.
Este informe pretende analizar el alcance de la modernización naval china, sus objetivos estratégicos y las posibles implicaciones para las capacidades navales de Estados Unidos.
La modernización naval de China comenzó en serio a principios de la década de 1990. Desde entonces, China ha ampliado y modernizado rápidamente sus fuerzas navales. En 2024, la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) contará con más de 370 buques de combate, entre portaaviones, submarinos y grandes buques de combate de superficie. Se espera que este crecimiento continúe, con proyecciones que estiman 395 buques para 2025 y 435 para 2030.
Objetivos estratégicos:
La expansión naval de China obedece a varios objetivos estratégicos. En primer lugar, China busca el dominio regional, sobre todo en la región marítima próxima, que incluye el Mar de China Meridional. En segundo lugar, pretende establecer una presencia global ampliando su alcance operativo al Pacífico Occidental, el Océano Índico y más allá.
En tercer lugar, China está desarrollando capacidades que podrían utilizarse para abordar militarmente la cuestión de Taiwán, si fuera necesario. Además, China se centra en la creación de una fuerza disuasoria capaz de retrasar o impedir la intervención de Estados Unidos en conflictos regionales a través de sus estrategias Anti-Acceso/Denegación de Área (A2/AD).
Avances tecnológicos:
China ha avanzado considerablemente en la adquisición de tecnologías militares avanzadas. El desarrollo de misiles balísticos antibuque (ASBM), como el DF-21D y el DF-26, representa una importante amenaza para las fuerzas navales de Estados Unidos, ya que permite a China apuntar a buques a gran distancia. Además, la modernización por parte de China de sus submarinos y combatientes de superficie, incluida la integración de sistemas avanzados de armamento, ha mejorado significativamente las capacidades de combate del PLAN. Las mejoras en los sistemas de mando, control, comunicaciones, inteligencia, vigilancia y reconocimiento (C4ISR) también han reforzado la eficacia operativa del PLAN.
Análisis comparativo: PLAN vs. Armada de EE.UU:
Aunque el PLAN ha superado a la Marina estadounidense en número de efectivos, una comparación más matizada revela importantes diferencias de capacidades. La Armada estadounidense mantiene una clara ventaja en cuanto al número de portaaviones de propulsión nuclear, cruciales para la proyección de poder mundial.
Si bien China está ampliando su flota de submarinos nucleares y diésel-eléctricos, Estados Unidos sigue siendo líder en submarinos nucleares de ataque. El interés de China por construir destructores y fragatas modernos ha reducido la brecha cualitativa con la Marina estadounidense, pero las diferencias persisten.
Alcance operativo y capacidades:
La armada china es formidable en la región marítima próxima, pero aún está desarrollando la capacidad de proyectar poder a escala mundial. La Armada estadounidense mantiene la superioridad en presencia global y proyección de poder, apoyada por una red de bases y alianzas en todo el mundo.
Capacidad de construcción naval:
La capacidad de construcción naval de China, que supera con creces la de Estados Unidos, es una de las principales preocupaciones de los planificadores de defensa estadounidenses. Esta ventaja industrial permite a China ampliar y modernizar rápidamente su flota, desafiando el dominio naval estadounidense.
Implicaciones para la Marina estadounidense y respuesta estratégica:
En respuesta a la expansión naval de China, la Marina estadounidense ha llevado a cabo varios ajustes estratégicos. Entre ellos, el traslado de más medios navales estadounidenses a la región del Indo-Pacífico, conocido como el Reequilibrio del Pacífico, así como la aceleración de los programas de modernización centrados en nuevas tecnologías como los sistemas no tripulados y las armas de nueva generación. Estados Unidos también ha reforzado la cooperación naval con sus aliados del Indo-Pacífico, como Japón y Australia, para contrarrestar la creciente influencia de China.
Retos potenciales:
Varios retos complican la respuesta estadounidense al auge naval chino. Entre ellos, las restricciones presupuestarias que pueden limitar la expansión naval, la necesidad de seguir el ritmo de China en avances tecnológicos como la hipersónica y la inteligencia artificial, y la necesidad de revitalizar la industria naval estadounidense para competir con la enorme capacidad de producción de China.
Alain Henry de Frahan
Indudablemente la cantidad en una guerra importa y mucho, en especial cuando hacemos referencia al último gran enfrentamiento en el Pacífico, entre EEUU y Japón, durante la SGM. EEUU tenía la flota más numerosa del mundo en el momento en que comenzó la guerra, y si bien Japón inicialmente pudo lograr muchos de sus objetivos estratégicos, a la larga fue superado por EEUU. Una de las claves de su éxito fue que no tan solo pudo recuperar sus pérdidas iniciales, sino alcanzar un ritmo constructivo que Japón nunca igualó. El éxito constructivo estuvo cimentado en la poderosa base industrial, la mano de obra cualificada en los astilleros y un sistema logístico muy eficaz. Otro punto fue la capacidad de instruir las tripulaciones, tanto de los buques como de los aviones, ya que fue una guerra esencialmente aeronaval. El último factor fue el tecnológico, puesto que EEUU también estuvo a la vanguardia, ejemplificado en su capacidad para dotar a muchos de sus buques con radares, tanto de búsqueda de blancos navales como de dirección de tiro de su artillería (principal y antiaérea), cañones AA con espoletas de proximidad, armamento ASW y muchos más. La bomba A es el máximo exponente de esa capacidad tecnológica diferenciadora. Arrojarla sobre territorio japonés fue, en definitiva, una decisión más política que militar, puesto que Japón no tenía ninguna posibilidad de ganar la guerra.
(2): Volviendo a nuestros días, pareciera que China posee muchos de estos factores mencionados. En el aspecto naval tiene una superioridad numérica indiscutible y una capacidad constructiva notable. Es indudable que estos efectivos (de superficie y submarinos), sumado a sus misiles AB de largo alcance y su superioridad de ataque aéreo le otorgan grandes posibilidades de acción A2/AD en aguas cercanas, como el mar Amarillo + mar de China Oriental y en el mar de China Meridional, aún estando rodeado de enemigos. Esta capacidad real incluso podría utilizarse con éxito para conquistar Taiwán. Pero hay otros factores que también son imprescindibles para el éxito final en una guerra con EEUU en el área Asia-Pacífico. El entrenamiento es crucial, así como las tácticas que se desarrollan para los distintos escenarios. En este punto, la USN posee una clara superioridad sobre la Marina China (antes llamada PLAN), poseyendo una larga experiencia que se transmite constantemente a las nuevas generaciones de marinos. China está aún en el proceso de creación y acumulación. Por ello, una de las preguntas más relevantes es “cuándo” podrían enfrentarse bélicamente en el océano ambas potencias. La fecha largamente citada de 2027 es, desde este punto de vista, claramente insuficiente para China y daría a la USN una ventaja táctica inicial. La guerra, además sería esencialmente aeronaval, por lo que también en este aspecto China tendría inferioridad. Su proyecto de potenciación de portaaviones, que contempla la posibilidad de contar con dos buques para cada una de sus tres flotas y otro de instrucción, que podría sumarse eventualmente para reforzar cualquier operación, no estaría completa sino hasta mediados de siglo, y siempre quedaría la cuestión del entrenamiento. En el aspecto tecnológico también hay diferencias notables a favor de EEUU, si bien el gigante asiático está realizando notables esfuerzos para achicar la brecha. Como bien menciona el escritor del artículo, China posee inferioridad en portaaviones (no solo en cantidad) y en submarinos nucleares, dos clases de buques que serían trascendentes en una hipotética guerra en el Pacífico. Además, las armas y sistemas bélicos estadounidenses han sido probados en combate desde hace décadas y perfeccionados a la luz de la experiencia, mientras que las armas chinas son aún una incógnita. Pero quizá la mayor debilidad de la armada china respecto de la USN sea la falta de una cadena de bases que aseguren el sostenimiento de la flota lejos de aguas propias. Es decir, que la Armada China es, a pesar de su número, una fuerza de corto alcance, que aún carece de capacidades globales. Está construyendo los medios materiales, pero aún está muy lejos de poder proyectar poder mucho más allá de sus aguas cercanas. No ha construido aún las alianzas estratégicas que permitan a su armada una operatividad semejante a la de EEUU. Sin bases intermedias, los SSN estadounidenses (y aliados, pues una guerra seguramente los incluiría) podrían interrumpir las líneas de comunicación que eventualmente pudiera poseer China por medio de conquistas militares, tal como hizo Japón durante la SGM.
(3): Por ello, creemos que China no entrará en ninguna guerra hasta consolidar esos tres aspectos: portaaviones nucleares, SSN y líneas de abastecimiento seguras de nivel global. La única forma que China se decida a entrar en guerra con EEUU sería si ésta fuese de muy corta duración, o por una eventual agresión estadounidense, o que éste obligue a China a elegir esa opción. La historia demuestra que cuando Japón lo intentó, justamente con una guerra breve en mente, fue todo lo contrario y culminó con sus expectativas de dominación regional. De todas maneras, una guerra entre ambas superpotencias, no se limitaría al escenario aeronaval, sino que incluiría a toda la región Asia-Pacífico (incluyendo el espacio) e involucraría a casi todas las naciones de la región, incluyendo a India y Pakistán, sin dejar de considerar los aliados de la OTAN, y que las más fuertes son todas potencias nucleares… Percibimos que la cautela siempre va a primar por sobre los impulsos. Hirohito pudo permitirse ceder ante los militares belicosos y desencadenar una guerra que fue fatal a su nación. Xi Jinping (o su sucesor) no podría arrojarse en brazos de Marte sin correr los riesgos del Armagedón.