EE.UU. y China en una carrera de espionaje submarino en medio de crecientes tensiones.
En medio de una escalada de las tensiones geopolíticas, Estados Unidos está emprendiendo la revisión más importante de su red secreta de vigilancia submarina desde el final de la Guerra Fría. Según Reuters, se trata de una medida estratégica para contrarrestar la creciente capacidad de los submarinos chinos y sus propias ambiciones de vigilancia marítima.
Situadas a 80 kilómetros al norte de Seattle, las instalaciones de la Marina estadounidense en Whidbey Island, que en su día se encargaron de seguir los movimientos de las ballenas, han sido rebautizadas como Mando de Vigilancia Submarina. Este cambio significa una iniciativa militar estadounidense más amplia: el rejuvenecimiento del Sistema Integrado de Vigilancia Submarina (IUSS). Este resurgimiento se produce en un momento en que las actividades militares de China en torno a Taiwán se están intensificando, avivando los temores de un posible enfrentamiento por el territorio gobernado democráticamente que Pekín pretende recuperar.
El proyecto IUSS, del que hasta ahora no se había informado, pretende modernizar los cables acústicos submarinos de espionaje de Estados Unidos y equipar los buques de vigilancia con sensores y micrófonos submarinos de última generación. Esta modernización está diseñada para mejorar las capacidades de espionaje del ejército. En un intento de reforzar las defensas del Pacífico, Estados Unidos también ha acordado proporcionar a Australia una tecnología similar.
El ambicioso plan de la Armada incluye el despliegue de drones no tripulados para la detección de enemigos, la instalación de sensores portátiles de “satélites submarinos” en el fondo del océano, la utilización de satélites para rastrear buques basándose en sus frecuencias de radio y el aprovechamiento de la inteligencia artificial para analizar rápidamente los datos del espionaje marítimo.
China, paralelamente, avanza en su programa de espionaje marítimo, bautizado como “Gran Muralla Submarina”. Esta iniciativa implica la instalación de cables equipados con sonares a lo largo del lecho marino del Mar de China Meridional, una región plagada de disputas territoriales. Además, China está desarrollando una flota de drones submarinos para detectar submarinos enemigos.
La región del Indo-Pacífico se ha convertido en el principal campo de batalla de la rivalidad militar entre Estados Unidos y China. La postura asertiva de Pekín hacia Taiwán, las disputas territoriales con los países vecinos y su resistencia a la prolongada presencia naval estadounidense en la región han exacerbado las tensiones entre las dos superpotencias.
La renovada atención de la Armada estadounidense a la vigilancia marítima está impulsada por el rápido ascenso de China como potencia naval, las amenazas potenciales que sus buques representan para Taiwán y las infraestructuras submarinas críticas, y las innovadoras tácticas de guerra marítima de Ucrania contra las fuerzas rusas. En este último caso se demostró la eficacia de los vehículos marítimos no tripulados de bajo coste para apuntar a los buques enemigos, lo que subraya la importancia potencial de la guerra submarina en cualquier futuro conflicto entre Estados Unidos y China.
Brent Sadler, antiguo oficial de submarinos de la Armada estadounidense, subrayó la urgencia de la situación: “Tenemos que invertir más rápido en capacidades de nueva generación. Estamos perdiendo la delantera, y los chinos nos están alcanzando rápidamente”.
Los esfuerzos de vigilancia de la Marina estadounidense tienen sus raíces en el Sistema de Vigilancia por Sonido de los años 50, que utilizaba cables hidrófonos en el fondo del océano para detectar submarinos soviéticos. Con la disolución de la Unión Soviética en la década de 1990, el IUSS pasó a centrarse en la vigilancia de la vida marina y la actividad sísmica en alta mar. Sin embargo, la aparición de China como contendiente naval y el eficaz uso de drones por parte de Ucrania contra la flota rusa del Mar Negro han revitalizado el compromiso del ejército estadounidense con la vigilancia oceánica.
Mientras Estados Unidos y China compiten por el dominio marítimo, la carrera del espionaje submarino se intensifica. Ambas naciones están invirtiendo grandes sumas en tecnologías avanzadas para reforzar sus capacidades de vigilancia, lo que marca el inicio de una nueva era de guerra submarina y de recopilación de información.
Larry Lee
China la super potencia , ni siquiera el G7