El HMS Prince of Wales completa su entrenamiento para operar cazas F-35B.
Los aviones de combate más avanzados del mundo han zarpado del mayor buque de guerra británico y han sentado las bases para ampliar las operaciones de portaaviones en el futuro.
Tras cuatro semanas de intensas pruebas, entrenamiento y recopilación de datos, los cazas furtivos F-35B Lightning especialmente modificados han vuelto a casa desde el HMS Prince of Wales, frente a la costa este de Estados Unidos.
Junto con otras muchas actividades -rotores basculantes MV-22 Ospreys del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, CH-53 Super Stallions y cañoneras Viper y ensayos con drones de suministro-, la cubierta de vuelo del buque de guerra con base en Portsmouth nunca ha estado tan ocupada como este otoño.
El despliegue del buque -Westlant 2023- se centró en ampliar las capacidades de los dos portaaviones del Reino Unido, en particular la capacidad de lanzar y aterrizar F-35 más rápidamente, en peores condiciones meteorológicas, de día y de noche.
Conocidas como DT-3 (Development Test, fase tres; las fases uno y dos se llevaron a cabo a bordo del HMS Queen Elizabeth, el hermano mayor del HMS Prince of Wales), en ellas se vieron F-35 de la Integrated Test Force, con base en Estados Unidos, pilotados por aviadores del Cuerpo de Marines estadounidense, volando dentro y fuera de la cubierta del portaaviones con diferentes cargas útiles -incluso completamente “bombardeados” con un complemento completo de armas (ficticias)- en condiciones meteorológicas variables.
Las pruebas clave consistieron en “aterrizajes verticales rodantes a bordo” (SVRL, por sus siglas en inglés): en lugar de planear antes de deslizarse por la cubierta sobre el punto de aterrizaje y descender suavemente, un F-35B aterriza más bien como un avión que toma tierra en una pista, utilizando una combinación de empuje vertical y frenos para detenerse.
Esto significa que un Lightning puede regresar de una misión sin tener que descargar combustible o deshacerse de munición no utilizada. Esto significa menos tiempo para repostar o reabastecerse entre vuelos, lo que aumenta la capacidad del portaaviones para lanzar misiones de ataque.
En total, se realizaron 60 aterrizajes forzosos, diez de ellos nocturnos. Otras pruebas completadas con éxito incluyen 20 aterrizajes de espaldas (mirando hacia popa), diez nocturnos; casi 150 despegues diurnos y nocturnos en diversas condiciones meteorológicas/estados del mar.
Expertos de ambos lados del Atlántico analizarán en los próximos meses la gran cantidad de datos recopilados, pero el equipo de mando del buque confía en que las pruebas hayan “ampliado los límites” de las operaciones del F-35.
“Las últimas cuatro semanas en el mar han sido las más ajetreadas que ha vivido el HMS Prince of Wales”, declaró el oficial al mando, capitán Richard Hewitt. “Los puntos de prueba conseguidos no sólo mejorarán las operaciones del F35-B del Reino Unido, sino también las de nuestros socios y aliados del programa F35-B”.
El comandante Jamie Elliott, que planificó y supervisó las pruebas, declaró que se llevaron a cabo más de 150 ensayos, todos los cuales “informarán cualquier decisión futura sobre la autorización operativa del F35-B para despegar y aterrizar más pesadamente, operar en estados de mar más pesados y girar los reactores más rápidamente para realizar más salidas.”
El comandante del Cuerpo de Marines de Estados Unidos Alex Horne fue uno de los pocos pilotos que llevaron a cabo las maniobras aéreas que permitieron obtener los datos tan necesarios.
Un equipo de 180 personas colaboró en las pruebas, que Andrew Maack, Ingeniero jefe de Pruebas de Pax River, la base aérea estadounidense que alberga la Fuerza de Pruebas Integradas del F-35, calificó de “gran éxito”. “Me sentí orgulloso de la actuación colectiva del equipo desde el primer día”, declaró.
El HMS Prince of Wales permanecerá en Estados Unidos durante las próximas semanas para realizar nuevas pruebas de aviación -esta vez con aviones sin piloto-, así como nuevos entrenamientos combinados con el Cuerpo de Marines estadounidense.
Está previsto que el buque regrese a casa antes de Navidad.
Royal Navy
Seguimos insistiendo que dotar a portaaviones del tamaño y capacidades de éstos británicos es restarles posibilidades. No dudamos que el F-35 B tiene sus virtudes, pero todas las operaciones a bordo descritas en el artículo estarían perfectas si el buque en cuestión sería un LHA/LHD o portaaviones ligeros similares al «Cavour» o «Trieste» italianos o la clase «Izumo» japonesa. Pero dotar un buque como el «Prince of Wales» con estos aviones es caparlo. Si fuesen F-35 C catapultables sería más aceptable.