El plan de Trump para desmantelar la OTAN provocaría un caos incalculable.

El expresidente caído en desgracia Donald Trump, mientras asiste a procedimientos judiciales por docenas de presuntos delitos graves, ha estado trazando una agenda para un posible segundo mandato. Este plan que recuerda a las “estructuras paralelas” (de Hitler y Mussolini) para purgar la burocracia militar y federal, reemplazando el liderazgo con aduladores leales que doblegarán al gobierno a su voluntad.

Ahora tenemos una propuesta política más concreta, cortesía de Asawin Suebsaeng y Adam Rawnsley: Trump está planeando desmantelar la OTAN, aunque no de hecho, en la forma. “Trump, dicen las fuentes, ha seguido expresando su disposición a sacar a Estados Unidos de la OTAN por completo”. Aparentemente, podría considerar no hacerlo si otros miembros acuerdan aumentar drásticamente su gasto militar y reevaluar “el principio fundamental de que un ataque a un miembro equivale a un ataque a todos”. Entonces, o la OTAN será destruida o dejará de ser una alianza.

Primero se debe recordar que, contrariamente a la propaganda de la derecha aislacionista y de ciertos segmentos de la irritable izquierda contraria, el historial de Trump en el cargo fue notablemente militarista y agresivo. Trump incrementó radicalmente la guerra con drones en varios países y al mismo tiempo relajó las reglas destinadas a reducir los daños colaterales, lo que provocó un enorme aumento de víctimas civiles. Rompió el acuerdo nuclear con Irán y posteriormente asesinó al popular general Qassem Soleimani, lo que casi desemboca en la guerra.

El odio de Trump hacia la OTAN proviene de su creencia, tanto en los negocios como en la política, de que no existe un acuerdo honesto y mutuamente beneficioso; O estás estafando al otro o él te está estafando a ti. La idea de que Estados Unidos pueda proporcionar un paraguas de seguridad sobre Europa como parte de una estructura de alianza que beneficie ampliamente a ambas partes (Estados Unidos conserva la hegemonía global y Europa no tiene que preocuparse mucho por la seguridad) no le conviene a Trump.

Por eso también hay una pizca de verdad en sus quejas de que la mayoría de los miembros europeos de la OTAN no gastan el 2 por ciento requerido del PIB en defensa. Eso es cierto, y también es cierto, que Estados Unidos ha proporcionado de lejos la mayor parte del poder militar de la OTAN a lo largo de su existencia.

Pero, como sostiene el economista Adam Tooze, centrarse en el dinero por sí mismo es engañoso. Antes de que Rusia invadiera Ucrania, los miembros de la UE gastaban una media del 1,2 por ciento del PIB en sus diversos ejércitos. Eso sumaba casi 200.000 millones de euros por año, suficiente para financiar por sí solo un ejército, una fuerza aérea y una marina de clase mundial, y más que suficiente si se ampliara modestamente. El problema es que, en lugar de gastarse en una fuerza para toda la UE, cada país tiene su propio ejército, lo que descarta economías de escala o un mando unificado. La Bundeswehr alemana en particular se encuentra en una situación notoriamente pobre a pesar de costar decenas de miles de millones de euros. El canciller alemán Olaf Scholz lo admitió después de la invasión de Ucrania y su gobierno aprobó un suplemento de 100.000 millones de euros para reequipar y modernizar sus fuerzas. Pero ha sido lento.

Consideremos entonces la situación internacional. Si Trump hubiera destrozado la OTAN, digamos, en 1993, los efectos probablemente habrían sido insignificantes. En ese momento, era una alianza diseñada para contrarrestar un país que ya no existía (la Unión Soviética), y muchos cuestionaron su utilidad.

Pero la invasión de Ucrania por parte de Putin le ha dado una nueva oportunidad de vida. Finlandia y Suecia pasaron toda la Guerra Fría como estados neutrales, porque pensaron correctamente que podrían sobrevivir y desempeñar un papel como intermediarios diplomáticos racionales. Pero cuando un gran país vecino está gobernado por un dictador megalómano empeñado en guerras de agresión imperialistas, la neutralidad comienza a parecer una tontería, y después de la invasión ambos países se han apresurado a obtener la protección de la OTAN. Por el contrario, la profunda hostilidad hacia Rusia por parte de las colonias soviéticas como Polonia y los Estados bálticos, que irrumpieron en la OTAN lo más rápido posible (los funcionarios polacos se reunieron con los republicanos a mediados de los años 90 para presionar al presidente Clinton, que estaba bastante indeciso) sobre la idea, parece profético hoy.

Entonces, si Trump quita la alfombra de la OTAN a la UE, las naciones europeas no tendrán más opción que llevar a cabo un programa de rearme a gran escala, con una producción masiva de tanques, barcos, aviones, artillería, cohetes, etc. Sin el manto de seguridad de la protección estadounidense, las vacilaciones alemanas sobre la Bundeswehr terminarán. Es probable que Polonia opte por un programa de armas nucleares; ya ha sugerido albergar armas nucleares estadounidenses. En teoría, Francia o el Reino Unido podrían ofrecer una garantía nuclear, pero después de haber sido quemados una vez, los polacos pueden concluir que es mejor tener un arsenal interno. Y puede que no sean los únicos.

Todo esto puede llegar demasiado tarde para salvar a Ucrania, que actualmente depende en gran medida de la ayuda estadounidense que Trump ya ha argumentado que debería cortarse. Si Putin derrota al ejército ucraniano, el resultado casi con seguridad será una insurgencia devastadora y una devastadora crisis regional de refugiados que sólo aumentará la urgencia del rearme europeo.

Algunos izquierdistas ven a la OTAN como nada más que parte de un imperio estadounidense que nunca ha hecho ningún bien. Sin duda, está fuertemente influenciado por Estados Unidos, pero uno de sus principales propósitos, a saber, evitar otra guerra continental en Europa, ha sido un éxito. Y debido a que su estructura requiere un consentimiento unánime en cuestiones importantes, los estados miembros tienen una influencia considerable; Turquía, en particular, explota habitualmente esta característica (para bien o para mal). De la misma manera, al ser una alianza defensiva, la OTAN no ha estado involucrada en la mayoría de las peores atrocidades del imperialismo estadounidense, como los golpes de Estado respaldados por Estados Unidos en Guatemala, Chile e Irán, las guerras en Vietnam o Irak (donde la OTAN sólo ha tenido una misión de entrenamiento desde 2004), o la matanza masiva de comunistas en Indonesia facilitada por Estados Unidos.

En resumen, un segundo mandato de Trump sería un completo desastre para la paz y la seguridad en todo el mundo. Destruiría una estructura relativamente benigna del orden diplomático global y crearía otro importante bloque de alianza militar, armado hasta los dientes. Este bloque se enfurecería con razón por la traición estadounidense y potencialmente terminaría siendo abiertamente hostil. En un momento de crecientes tensiones globales en todo el mundo, desde conflictos forestales hasta guerras terrestres totales, Trump provocaría un rearme galopante y desestabilizaría enormemente las relaciones internacionales, sin otra razón que su propio egoísmo y estupidez insensibles.

Ryan Cooper