El presupuesto de la Fuerza Aérea de EE.UU. de 2022 tiene que ver con la tecnología secreta.

La Fuerza Aérea de Estados Unidos desveló el viernes los detalles de su primera solicitud de presupuesto durante los años de Biden, haciendo hincapié en la inversión en una serie de iniciativas tecnológicas atrasadas.

El proyecto de presupuesto, que incluye la financiación de la recientemente rediseñada Fuerza Espacial, está lleno de programas secretos. La Fuerza Aérea tiene en marcha muchos más esfuerzos de inversión clasificados que los demás servicios militares, en consonancia con su reputación de servicio de alta tecnología.

Esa imagen de alta tecnología se ha visto afectada desde el final de la Guerra Fría, ya que las administraciones republicanas y demócratas han retrasado o cancelado repetidamente proyectos futuristas como el radar espacial.

Sin embargo, el presupuesto presentado el viernes refleja una modernización general que afecta a todas las áreas de misión, desde el ataque de largo alcance hasta la protección del espacio y el mando y control nuclear.

El mayor programa de desarrollo identificado en los documentos presupuestarios, y uno de los más secretos, es el bombardero B-21. El avión de ataque furtivo de nueva generación cuenta con un presupuesto de 2.900 millones de dólares para el año fiscal que comienza el 1 de octubre, incluyendo el primer incremento de financiación para la adquisición avanzada de piezas.

El B-21, también conocido como Raider, está siendo diseñado como un sistema que puede mantener cualquier tipo de objetivo en riesgo, en cualquier parte del mundo, utilizando tanto armas nucleares como no nucleares. Estará armado, entre otras cosas, con una nueva arma de largo alcance (Long Range Standoff Weapon), también sigilosa, que está presupuestada en 609 millones de dólares en 2022.

Otro importante esfuerzo de modernización es el Infrarrojo Persistente de Próxima Generación, una constelación de satélites que puede detectar, rastrear y clasificar diversas amenazas utilizando sus firmas de calor. Con un presupuesto de 2.400 millones de dólares para 2022, es esencial para la disuasión efectiva y la advertencia de ataques.

Un tercer elemento de desarrollo de gran envergadura es el Disuasor Estratégico Basado en Tierra, el sucesor previsto del ICBM Minuteman III. Está presupuestado en 2.600 millones de dólares para 2022.

La Fuerza Aérea también está invirtiendo mucho en la mejora de la red de mando y control nuclear para garantizar una mayor resistencia y capacidad de respuesta ante la proliferación de amenazas en el exterior.

Todos los proyectos mencionados contribuyen a la recapitalización de la envejecida fuerza nuclear de la nación, al igual que las mejoras del bombardero B-52 y las iniciativas espaciales.

Las iniciativas espaciales se centran principalmente en la protección de los activos orbitales estadounidenses contra la destrucción o degradación en caso de crisis. Aunque son en gran parte secretas, se supone que incluyen esfuerzos para endurecer las constelaciones, contrarrestar las interferencias hostiles, maniobrar en el espacio e incluso devolver los disparos a los atacantes.

Pero las inversiones nucleares y espaciales no son las únicas que hacen aumentar el gasto de la Fuerza Aérea en I+D, ya que los gastos de adquisición disminuyen a la espera de la producción de los sistemas de próxima generación.

Otra empresa altamente clasificada, denominada Next Generation Air Dominance, pretende desarrollar aviones tácticos de última generación. Aunque en la actualidad este proyecto sólo cuenta con «un prototipo», por citar una fuente bien informada, está presupuestado en 1.500 millones de dólares para el próximo año.

Otro proyecto del que se sabe relativamente poco es el Sistema Avanzado de Gestión de la Batalla, la contribución de la Fuerza Aérea a una red conjunta que pueda funcionar eficazmente en los cinco dominios de la guerra: aire, tierra, mar, espacio y espectro electromagnético.

La gestión de la batalla es un tema omnipresente en el presupuesto de I+D de la Fuerza Aérea, ya que, sin comunicaciones seguras para compartir el reconocimiento y el combate directo, no es posible utilizar los medios de combate de forma óptima. Esto se aplica tanto si la lucha es nuclear como convencional, en el espacio o en la atmósfera.

Para financiar sus principales prioridades de modernización, la Fuerza Aérea está tomando medidas para recortar el gasto en algunas partidas consideradas menos críticas. Por ejemplo, se proponen importantes reducciones en los gastos de municiones porque se considera que los almacenes actuales son adecuados, con la Munición de Ataque Directo Conjunta, que sufrirá un recorte de casi el 90% respecto al presupuesto de este año, y los gastos en municiones Hellfire, que se reducirán en tres cuartas partes.

El servicio también quiere seguir retirando sistemas antiguos de la Guerra Fría para liberar dinero para capacidades de combate más avanzadas. Entre las aeronaves que se retirarán en 2022 se encuentran el cazacarros A-10, el avión cisterna de reabastecimiento KC-10, los cazas F-15 y F-16 y algunos aviones no tripulados Global Hawk.

La Fuerza Aérea sigue insistiendo en la primacía de las personas y la preparación en sus prioridades presupuestarias, y no hay duda de que sin personal altamente capacitado que sostenga los sistemas de combate con capacidad de misión, el servicio no podría hacer su trabajo.

Sin embargo, cuando se trata de la solicitud de presupuesto de la Fuerza Aérea para el año fiscal 2022, tampoco hay duda de que todo gira en torno a la nueva tecnología, especialmente los programas secretos.

Loren Thompson