Exjefes militares de EE. UU. ponen en duda la ‘ambigüedad estratégica’ de la política de Taiwán.

Estados Unidos debería poner fin a su prolongada política de «ambigüedad estratégica», que no deja claro si defenderá a Taiwán en caso de ataque de China, para dejar evidente las intenciones estadounidenses y disuadir a Pekín de actuar precipitadamente, según afirmaron el miércoles antiguos funcionarios militares y diplomáticos que estuvieron destinados en la región del Indo-Pacífico.

Los llamamientos a una postura más dura se producen mientras aumentan las tensiones en torno a Taiwán. En las últimas semanas, una delegación de congresistas republicanos estadounidenses ha visitado Taipei, y la República Popular China ha enviado decenas de aviones de combate y bombarderos con capacidad nuclear a la zona de defensa aérea de la isla, que en su momento llegaron a ser 148 en un periodo de cuatro días.

«Aunque nos ha servido durante los últimos 50 años, ya no es la mejor política», dijo Harry Harris, exembajador en Corea del Sur, en un acto patrocinado por la Korea Society en Nueva York. «Creo que debemos tener claro qué pasaría si la RPC invadiera Taiwán».

Los analistas afirman que los principales focos de tensión de Asia Oriental -encabezados por Taiwán y Corea del Norte- están interrelacionados, y que cualquier conflicto importante corre el riesgo de arrastrar a alguna combinación de China, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos, dada la profunda desconfianza regional y el entramado de estrechas alianzas.

«Hay una creciente inestabilidad y tensión en el noreste de Asia que afecta directamente a la península [coreana]», dijo Robert Abrams, general retirado de cuatro estrellas y comandante de las fuerzas estadounidenses de Corea de 2015 a 2018. «El principal competidor es China, y China es el principal impulsor de la inestabilidad en la región, ya que intenta volcar el orden internacional basado en las reglas».

Taiwán fue un tema de discusión cuando el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente chino Xi Jinping celebraron una cumbre virtual el pasado lunes por la noche. China considera que la isla autónoma es una provincia renegada, que debe reunirse por la fuerza si es necesario. «Ellos tienen que decidir sobre Taiwán, no nosotros. No estamos fomentando la independencia», dijo Biden el martes tras la cumbre. «Que decidan ellos».

Pekín, que en su día se contentó con mostrar sus músculos sobre todo en Taiwán, ha ampliado su alcance más allá de sus costas, dijeron. Lo hace coaccionando a otras naciones económica y militarmente, participando en operaciones de zona gris -provocaciones que no llegan a ser una guerra- y ejerciendo la lógica de «la fuerza es el derecho».

«China tiene a la República de Corea asfixiada económicamente y ejerce presión cuando le conviene», dijo Abrams. «La ambición de China de ser un país hegemónico en la región no tiene límites, y cualquiera que piense que Corea es de algún modo inmune a los subterfugios chinos debe prestar más atención».

Los miembros del panel dijeron que Estados Unidos necesitaba mantener una fuerte presencia militar en la península de Corea como parte de su alianza con Corea del Sur, y permanecer vigilante en toda la región del Indo-Pacífico. Pero añadieron que seguían apoyando la política de una sola China, y que el Departamento de Estado debía tomar la iniciativa en cualquier conflicto, respaldado por el Pentágono.

«Corea del Norte y la RPC, República Popular China, pondrán continuamente a prueba la determinación de la alianza y buscarán la forma de debilitar nuestros fuertes lazos para sembrar dudas y dividirnos», dijo Harris, también ex almirante de cuatro estrellas y comandante de la Flota del Pacífico de EE. UU. «Nunca es una cosa o la otra. Debe haber diplomacia respaldada por la fuerza militar».

Los exfuncionarios dijeron que el líder norcoreano Kim Jong-un tenía cuatro objetivos: obtener un alivio de las sanciones internacionales, mantener el arsenal nuclear de su país, dividir la alianza entre Estados Unidos y Corea del Sur y dominar la península coreana.

Los esfuerzos pasados y futuros para aliviar la presión económica, reducir las sanciones y ofrecer una hoja de ruta hacia la paz como precursor de la desnuclearización norcoreana están condenados al fracaso, dijeron. Esto se debe a la creencia de Pyongyang de que sus armas nucleares son la mejor póliza de seguro del régimen para no perder el poder.

La posesión por parte de Corea del Norte de armas nucleares y misiles balísticos de combustible sólido capaces de alcanzar toda Corea, la mayor parte de Japón y, potencialmente, Estados Unidos, arroja una nube oscura sobre toda la región», dijo Abrams.

Abrams dijo que se oponía a la idea de que Corea del Sur desarrollara sus propias armas nucleares para defenderse, argumentando que eso sería costoso, que podría tener consecuencias imprevistas y que el paraguas nuclear de Estados Unidos seguía siendo más que suficiente.

«Es innecesario», añadió. «Y podría dar lugar a malentendidos y errores de cálculo, no sólo por parte de Corea del Norte, sino de otros pueblos de la región».

Mark Magnier

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