La OTAN está en un lío estratégico.

La reunión de los ministros de defensa de la OTAN de esta semana se ha desarrollado sin problemas.

Como es habitual, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, reafirmó (por milésima vez) el compromiso de Washington con el Artículo 5 de la Carta de la OTAN, según el cual un ataque a un Estado miembro se considera un ataque a toda la alianza. El secretario general, Jens Stoltenberg, se jactó de que la OTAN es la alianza más antigua y exitosa de la historia moderna.

Pero bajo el barniz de piadosa regularidad se esconden problemas, o al menos disputas. Desafíos a los que la alianza está teniendo problemas para enfrentarse.

Quizás el más inmediato sea el deterioro de las relaciones entre la OTAN y Rusia, que parecen empeorar cada semana que pasa. El Consejo OTAN-Rusia, un foro destinado a aumentar la comunicación y el entendimiento mutuo de ambas partes, está en coma desde que Moscú se anexionó la península ucraniana de Crimea. A principios de este mes, la OTAN expulsó a ocho rusos por espiar a la organización. Moscú tomó represalias por las expulsiones esta semana, suspendiendo su propia misión en la OTAN y cerrando la oficina de la alianza en Rusia.

Los problemas también están surgiendo dentro de la alianza.

El presidente francés, Emmanuel Macron, está convencido de que Europa debe avanzar por la vía rápida hacia la autonomía estratégica, en la que el continente pueda hacer más por sí mismo, sin tener que depender de Estados Unidos. El acuerdo de submarinos nucleares «AUKUS» de la administración Biden con Australia y Gran Bretaña no ha hecho más que reforzar la creencia de Macron en este concepto. Otros, sin embargo, o bien no están seguros de lo que significa realmente la autonomía estratégica, o bien están divididos sobre el grado en que Europa debería proceder a la construcción de una capacidad militar independiente, o bien están francamente petrificados al respecto.

La ministra de Defensa alemana saliente, Annegret Kramp-Karrenbauer, duda de que Europa pueda llegar al punto de separarse de Washington. Otros, como Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, prefieren poner todos los huevos en la cesta de la OTAN que confiar en que la Unión Europea acuda al rescate en caso de invasión rusa.

También está China. En 2010, la última vez que la OTAN publicó un documento de concepto estratégico, ni siquiera se mencionó a China. Hoy, China está en boca de todos. Los Estados miembros de la OTAN están cada vez más preocupados por la política exterior de Pekín, en particular por sus pruebas de tecnología hipersónica, su creciente arsenal de misiles balísticos de alcance intermedio y su insistencia en doblegar a Taiwán.

Sin embargo, existe confusión sobre cómo debe gestionar la OTAN sus relaciones con China. Stoltenberg, que dejará de ser secretario general tras ocho años al frente de la organización, es cada vez menos tímido a la hora de calificar a China como una amenaza para la seguridad. Pero hay quienes en la alianza se preocupan de que la OTAN desarrolle una obsesión por China. Uno de esos líderes es el francés Macron, que recordó a los periodistas tras una cumbre de jefes de Estado de la OTAN en junio que «la OTAN es una organización que concierne al Atlántico Norte, China tiene poco que ver con el Atlántico Norte.»

Algunos gobiernos de Europa del Este temen que al incluir a China en las competencias de la OTAN se corra el riesgo de apartar la mirada de la OTAN de Rusia.

En un mundo en el que imperara la razón, Estados Unidos aconsejaría a sus aliados europeos que impulsaran a toda máquina la autonomía estratégica, asumieran la responsabilidad principal de las disputas de seguridad en su propio vecindario y mantuvieran sus activos militares en el teatro de operaciones europeo. En lugar de enviarlos al Indo-Pacífico para realizar despliegues navales simbólicos. El hecho de que haya pasado tanto tiempo sin que se haya presentado una sola de estas recomendaciones de sentido común constituye un desafortunado recordatorio de cómo la inercia, la costumbre y la exageración suelen dominar el proceso de toma de decisiones de la OTAN.

Tom Rogan

5 thoughts on “La OTAN está en un lío estratégico.

  • el 24 octubre, 2021 a las 16:02
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    Una organización como la OTAN podía tener sentido cuando en la guerra fría existía un miedo subyacente común (a la URSS y la extensión del comunismo). Pero en el mundo actual existe una diversificación de riesgos y escenarios que hace difícil que entre todos los miembros compartamos un acervo común. Así EEUU tiene a China como gran enemigo, los del este de Europa a Rusia, pero los europeos occidentales no vemos a Rusia ni casi a China como tales amenazas inminentes, y sin embargo a los españoles la organización no nos da cobertura en nuestros riesgos más cercanos. Difícil cohesión puede haber sin un enemigo claro que combatir.

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    • el 25 octubre, 2021 a las 09:39
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      Muy cierto. Pero la OTAN también es un órgano de coordinación y de estandarización para que los ejércitos puedan integrarse y operar de forma conjunta, lo cual, incluso sin un enemigo común claro, no es poca cosa. Y también es un club tecnológico y es mejor estar dentro del club que fuera.

      Lo que la OTAN exige a España nos viene bien de todas las formas. ¿Nos exige un mínimo (más que nuestro mínimo) de inversión en Defensa? Pues nos viene bien para nuestro flanco sur que nos exija. ¿Nos exige echar una mano en los países bálticos? De acuerdo, eso supone un gasto operativo y un desgaste del material, pero también sirve de entrenamiento, en una situación lo más real posible.

      Eso sí, el que se adhirió a la OTAN (en contra de la voluntad del pueblo español, expresada en un referendo) sin conseguir incluir Ceuta y Melilla en ella debería dar explicaciones algún día. (Dicho eso, tampoco es que incluir los territorios garantiza nada; al final los países están «obligados» a ayudarte, pero solamente como ellos mejor estimen).

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  • el 25 octubre, 2021 a las 12:21
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    La Alianza Atlántica es cada día más complicada de mantener unida y gran parte de la culpa es de los EEUU y su fea costumbre de jugar siempre a dos bandas. Como dijo John Quincy Adams, sexto presidente de Estados Unidos
    «Estados Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes», hoy en día lo siguen llevando a cabo.
    No solo la jugarreta que le han hecho a los franceses con Australia, llevan mucho tiempo armando hasta los dientes y modernizando el ejército de Marruecos, nuestro verdadero enemigo.
    Cierto que la Alianza nos sirve para mantener entrenadas a nuestras fuerzas armadas y que genera compromisos de gasto en defensa que ayudan a tener unas FA mínimamente modernas, pero la realidad es que todos sabemos que de tener nosotros un conflicto con Marruecos por las plazas de Ceuta y Melilla, nos dejarían tirados como colillas.

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    • el 25 octubre, 2021 a las 15:13
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      Sin olvidar el «America First» y las guerras injustas a las que han intentado (y en parte conseguido) arrastrar a la alianza.

      Me refiero a las dos guerras de Iraq:
      La primera estaba justificada por la invasión de Kuwait, sin embargo, es conocido que el sátrapa preguntó antes si podía invadir al vecino (que es otra dictadura, si bien benévola) y los norteamericanos le dijeron que sí. Le engañaron, bien a propósito o bien por falta de coordinación.
      La segunda obviamente fue una patraña.

      Y luego está Afganistán, guerra justificada, pero sin olvidar que antes ellos habían apoyado a los guerreros sagrados (en contra de la URSS). Al final, se fueron cuando les dio la gana y dejando el país en las manos en las que ya había estado -previo acuerdo con los talibanes que les dio legitimidad- después de que otros países derramaran allí también su sangre. Luego se quejaran de la infame retirada de Iraq de Zapatero. Tan infame fue una como la otra, no tanto por el hecho en sí, sino por las formas.

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  • el 26 octubre, 2021 a las 05:38
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    Afortunadamente a Macrón el masón y a Merkel les quedan dos telediarios.

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