Las fuerzas francesas solo disponen en municiones de lo «estrictamente necesario».

Desde hace años, los informes y las audiencias parlamentarias dicen lo mismo: la Marina francesa carece de municiones denominadas «complejas» [misiles de crucero, misiles tierra-aire, torpedos], aunque, según su plan estratégico Mercator, sus tripulaciones deben practicar regularmente su disparo en el marco de su preparación operativa.

Este tema ha vuelto a plantearse en una reciente reunión de la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa del Senado, en el marco de los debates sobre el proyecto de ley de presupuestos para 2022. Según el senador Cédric Perrin, el gran ejercicio naval Polaris 21, que se celebraba en el Mediterráneo en ese momento, iba a ser una revelación.

Según Perrin, el ejercicio debía simular varios días de combate en un contexto de «alta intensidad» y debía servir para «estimar» el «consumo potencial de munición», debiendo retirarse del ejercicio cada barco que se viera privado de munición. «Muy pronto nos daremos cuenta de que nuestra falta de munición nos penaliza en el ejercicio de nuestras misiones», afirmó.

Ahora que Polaris 21 ha terminado, ¿de qué se trataba realmente? Así las cosas, y aunque esta cuestión se haya tenido en cuenta en la Ley de Programación Militar 2019-25 [LPM], la Marina francesa tardará en disponer de existencias suficientes de munición.

«Alcanzaremos los objetivos en 2025 para la artillería. Se necesitará más tiempo para las municiones complejas, para las que alcanzaremos el objetivo en 2030. Estos misiles son caros, tardan años en construirse y tienen una vida útil limitada. El mantenimiento de las reservas es, por tanto, costoso», ha explicado el almirante Pierre Vandier, jefe del Estado Mayor de la Marina francesa [CEMS]. Añadiendo: «Esta cuestión es, por tanto, delicada y tendrá que ser abordada en la futura LPM», especialmente desde la operación Hamilton [ataques contra el programa químico sirio, en abril de 2018], «he pedido que cada disparo sea ‘el disparo de la gran noche'».

Dicho esto, la Marina no es la única preocupada. Durante una visita al 2º Regimiento de Infantería de Marina [RIMa], los miembros de la comisión han constatado que «las municiones complejas son una verdadera preocupación», mientras que «su precio, en particular, tiende a aumentar», señala la senadora Catherine Dumas. «Nuestra visita a Le Mans nos ha permitido ilustrar este problema de inversión y preparación para la alta intensidad. La munición, especialmente la compleja, escasea», afirma su colega Olivier Cigolotti.

Pero las existencias de munición de pequeño calibre también son insuficientes. Así lo ha sugerido la senadora Hélène Conway-Mouret. «Esto se refiere a la munición para el entrenamiento y también para el combate. La gama se extiende desde las balas hasta los misiles. Estamos en el filo de la navaja, tenemos lo esencial. Pero deberíamos tener reservas adicionales, por si acaso», explicó.

«A veces se entregan equipos nuevos sin la munición necesaria para hacerlos funcionar… ¡Es una situación de locos! Para la formación, se ponen en marcha sistemas de sustitución. Pero surgen preguntas. Es como comprar un coche sin gasolina», denuncia la senadora Gisèle Jourda.

Dicho esto, ya sea para la munición de pequeño calibre o para los cuerpos de las bombas, el Ministerio de Defensa ha argumentado hasta ahora con regularidad que siempre era posible obtener suministros de los países aliados. Un punto refutado por Perrin. «Sabemos que los aliados de hoy no son necesariamente los aliados de mañana. Incluso nuestros aliados estadounidenses, en ciertas ocasiones, han tenido prioridades diferentes a las nuestras. Todo es concebible y, en estas cuestiones, se trata sobre todo de tener autonomía y capacidades estratégicas», ha concluido.

Laurent Lagneau