¿Será la clase Ford la última generación de portaaviones de la Armada estadounidense?
El pasado mes de julio se anunció que el nuevo (y mayor) portaaviones de la Marina de Estados Unidos, el USS Gerald R. Ford (CVN-78), participaría en un ejercicio multinacional este otoño. El buque líder de una nueva clase de superportaaviones de propulsión nuclear también tendrá un «ala aérea parcial» cuando finalmente zarpe.
Aunque el portaaviones se incorporó formalmente a la Marina estadounidense el 22 de julio de 2017, aún no ha realizado su despliegue inaugural. Un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno a mediados de 2020 (actualizado este verano) advertía de que el CVN-78 se enfrentaba a una serie de problemas importantes, como el funcionamiento de los elevadores de armas, así como con el sistema de aseos obstruido que debe ser limpiado con regularidad. Un informe posterior del Departamento de Defensa (DoD) del año pasado también descubrió que el buque no estaba preparado para el combate debido a los problemas que estaba teniendo su Sistema de Lanzamiento Electromagnético de Aviones (EMALS).
Estos problemas iniciales son siempre habituales en las nuevas tecnologías, y hay que añadir que el buque se sometió a un periodo de pruebas y ensayos de 18 meses, en el que pasó casi la mitad de ese tiempo en el mar. Además, el buque también se sometió a cuatro meses de pruebas de choque que pretendían mostrar su diseño superior, sufriendo sólo el 20% de los daños que el USS Theodore Roosevelt (CVN-71) sufrió en sus pruebas de choque en 1987.
¿El último o los últimos portaaviones de la Armada?
El CVN-78 es el último portaaviones que entrará en servicio en la Marina de Estados Unidos, mientras que el USS John F. Kennedy (CVN-79) está actualmente en vías de entrar en servicio en 2024. Al igual que el er portaaviones de propulsión nuclear del mundo-, el CVN-79 reemplazará al USS Nimitz (CVN-68), el buque principal de la clase de superportaaviones de propulsión nuclear de la Marina estadounidense.
El plan actual prevé que los portaaviones de la clase Ford sustituyan a los portaaviones planos de la clase Nimitz uno por uno en las próximas cuatro décadas. La semana pasada, la división de Huntington Ingalls Industries (HII), Newport News Shipbuilding, anunció que celebrará una ceremonia de colocación de la quilla del tercer portaaviones de la clase Gerald R Ford, el futuro USS Enterprise (CVN-80).
Programada para el 27 de agosto, comenzará oficialmente la construcción del noveno buque de la Marina estadounidense que llevará el nombre de Enterprise. La primera ceremonia de corte de acero del CVN-80 se celebró en 2017. Además, el futuro Enterprise se ha convertido en el primer portaaviones diseñado y construido digitalmente. Eso ha incluido el uso de escaneo láser y realidad aumentada (AR), lo que ha permitido la transición de «las tradicionales instrucciones bidimensionales en papel a los formatos digitales».
El próximo portaaviones programado es el futuro USS Doris Miller (CVN-81), que se espera que se ponga en marcha en enero de 2026 con planes para que sea lanzado a finales de la década con la puesta en marcha a principios de la década de 2030.
Teniendo en cuenta que podría llegar la década de 2060 antes de que el USS George H.W. Bush (CVN-77) -que no fue puesto en servicio hasta 2009- sea finalmente retirado, es difícil sugerir qué modificaciones del portaaviones podrían venir después de la clase Ford. Sin embargo, es probable que los siguientes portaaviones de esta clase se modifiquen significativamente, probablemente para operar con los aviones de sexta generación F/A-XX actualmente en desarrollo, así como con aviones autónomos/no tripulados.
Sin embargo, también es probable que la Marina de Estados Unidos nunca llegue a sustituir cada uno de sus portaaviones de la clase Nimitz y que, en su lugar, intente desarrollar buques de guerra más pequeños que puedan seguir cumpliendo su función. Actualmente, la Armada está gastando 1.500 millones de dólares sólo para desguazar el CVN-65, un trabajo que podría llevar más de 15 años. Si bien es probable que cada portaaviones de propulsión nuclear subsiguiente reduzca los costes, también es posible que el Pentágono vea el error de invertir en buques de guerra tan enormes que podrían ser fácilmente destruidos por misiles más avanzados.
La potencia aérea acabó esencialmente con el reinado de los acorazados, así que es concebible que los misiles hagan lo mismo con los enormes portaaviones. Los cuatro buques de guerra de la clase Iowa fueron los últimos buques acorazados para la Armada estadounidense, y una apuesta segura sugeriría que la clase Ford, es también el último superportaaviones.
Peter Suciu
Totalmente de acuerdo. Mas barcos, mas pequeños y mas potentes. Tambien mas misiones desempeñadas por drones.
Bueno, mejor hay que esperar sentados hasta que los portaaviones en 100 años sean «obsoletos».
Esta pregunta es muy fácil de responder : NO , no será la última clase de CVN’s .
Los portaaviones solo sirven cuando el enemigo esta en situacion de debilidad o fuertemente disuadido por el peligro nuclear. Pero en una guerra total, ante un adversario como China e incluso rusia, los portaaviones no duran un segundo. Ya sabemos que un misil hipersonico o furtivo con una cabeza nuclear hace desaparecer toda una escuadra con el portaaviones a la cabeza, incluso sin necesidad de pegarle, estallando por proximidad.
La estrategia naval china es mas sabia (a pesar de que tambien estan construyendo portaaviones): muchas naves, chicas y bien armadas. Y lo ideal seria teledirigidas o controladas por inteligencia artificial. Y mas ideal aun: que fueran todos submarinos.
Los portaaviones se combinan con otra fuerzas de ataque y sin superioridad aérea, una contienda está perdida. Esto lo hicieron en la 2da. Guerra Mundial y lo continuarán haciendo hasta en el espacio. Tome en cuenta, los F-35 aumentarán su radio de acción en un 60% con nuevos motores, vainas de armas y tanques de combustible facetados, además, ningún proyectil o misil hipersónico que no sea nuclear, da a un blanco que cambie su rumbo y velocidad, esto lo hacen rápidamente los portaaviones nucleares estadounidenses. Los misiles o proyectiles hipersónicos a partir de Mach 8 vuelan a ciegas por la burbuja de plasma ionizada que los envuelve, sin comunicaciones, y sus sensores laterales no pueden centrar un blanco en a la distancia necesaria para corregir el rumbo. Una manera de guiarlos seria por un satélite de observación militar que enfoque el blanco, pero el proyectil tendría que reducir su velocidad en su reentrada a la atmosfera y verificar su rumbo en fracciones de segundo. Eso si no es detectado primero y lo esperan las contramedidas.
Opino igual que el sr. Juan López, el tamaño de los CVNs viene dado por las características de sus alas embarcadas. Actualmente, los proyectos del futuro caza embarcado de sexta generación de momento no casan con un avión más pequeño, al contrario, se le va a pedir más alcance, en torno a un 30/% más que al F-35 C, o sea, a más combustible más tamaño.
También es un poderoso argumento la política de la diplomacia de los portaaviones, más fácil de aplicar conjunto CVN.
En cuanto a la defensa, los yankees confían mucho en los desarrollos de futuras armas láser.
Tal como el escritor lo presenta, indica que la USN se ha planteado la posibilidad de transformar el tamaño de los portaaviones -no su desaparicion- porque la amenaza de los misiles los convierte en blancos demasiado vulnerables y porque su costo total es inaccesible no solo al poseerlos y operarlos, sino que al ser nucleares, éste se traslada a su desarme y propone como ejemplo el Enterprise (CVN-65), el primero de todos, cuyo desguace costará enormes sumas de dinero y gran cantidad de tiempo. No incluye el efecto contaminante (difícil de medir en términos monetarios y económicos) pero es un elemento a tener en cuenta, ya fuese el buque hundido o el acopio de las partes del sistema propulsivo que deben ser descontaminadas y resguardarse en lugares especiales luego del desarme. Si bien todo el ciclo contribuye a generar miles de M de US$ de beneficios a numerosos sectores de la economía, el costo es excesivo, hasta para EEUU.
(Sigue): El planteo en general es válido, ya que EEUU hace tiempo que viene considerando revisar un tipo de buque (PAN CATOBAR) que es de su exclusividad -excepto el pequeño «de Gaulle» francés-, y se ha converido prácticamente en un símbolo norteamericano, como la Estatua de la Libertad o el ícono «Tío Sam». La revisión no incluye desde luego la posibilidad inmediata de su desaparición sino desde su funcionalidad, ya que hay varios factores en su entorno que deben ser tenidos en cuenta. En primer lugar el económico. Los portas no son solo un gasto onerosísimo para el gobierno de EEUU, sino que intervienen en la productividad, como hemos dicho. Su enorme costo genera miles de puestos de trabajo, no solo en los astilleros sino en cientos de empresas en muchos estados de la unión, que van desde enormes corporaciones como HII, hasta micropymes especializadas en electrónica o desarrollos virtuales, pasando por la EN, componentes terminados y materiales. En sí mismos, estos enormes buques son impulsores del desarrollo tecnológico, en busca de la eficiencia del arma y sistemas protectivos para defenderlos de sus potenciales amenazas, presentes y futuras.
(Sigue): El CVN-80, cuya quilla ha sido puesta en abril de 2022, viene generando trabajo desde 2017 (con el corte del primer acero) y aún desde su proyecto. Además, hay que considerar los salarios para las miles de familias que viven de los trabajos en los astilleros (construcción, mantenimiento, modernización y desarme) y las de los que lo tripulan, incluyendo el ala aérea. En definitiva, plantear la revisión de los portas no implica su desaparición, ya que dejaría un hueco económico muy difícil de sustituir. Desde el punto de vista estratégico estos buques son el centro neurálgico de la USN desde la SGM y han cumplido, cumplen y seguirán cumpliendo un papel fundamental en la política exterior y bélica efectiva de EEUU. Nos preguntamos sinceramente cómo haría Washington para efectivizar su política global sin portaaviones. Perdería eficacia absoluta, al menos con el nivel tecnológico actual.
(Sigue): El mejor ejemplo de lo que sostenemos es China, que al idear su armada del futuro incluye un nutrido grupo de portas, es decir reconoce su importancia para proyectar poder global. Los dos portaaviones chinos actuales, que utilizan el sistema STOBAR, se han dedicado a la creación y el entrenamiento de tácticas navales que en poco o nada difieren de las desarrolladas por la USN desde hace décadas. Pero los buques sucesivos, desde el Fujian (Tipo 003) en adelante serán CATOBAR y si todo marcha según los planes del PLAN, a partir del Tipo 004 emplearán un sistema propulsivo nuclear, es decir, la mejor fórmula actual para este tipo de buques. Desde el punto de vista funcional, los CVA constituyen el núcleo alrededor del cual se estructuran las TF de la USN, en las que se basa el poder naval estadounidense. Resulta difícil imaginar una USN del futuro sin estos buques.
El segundo grupo de elementos de análisis se refiere a cómo podrían afectar su funcionalidad y por ende su aspecto físico, los futuros aviones, la verdadera razón de ser de los portaaviones. Desde el inicio los aviones han influenciado su forma y tamaño, hasta la configuración actual. Los pesos y prestaciones crecientes y las diferentes misiones de los aviones a través del tiempo, han demostrado que solo un buque de grandes dimensiones posee todos los elementos para transportar, mantener y operar una pequeña fuerza aérea sin apoyo terrestre. La necesidad de llevar esta fuerza a cualquier lugar que sea necesario también ha influido para crear un barco veloz y de gran autonomía, necesidades que han sido satisfechas por la propulsión nuclear. Es así que un portaaviones norteamericano es un gigantesco buque de 330+ mts de eslora, con un ancho de cubierta de 78 mts, desplaza más de 100000 t, su propulsión nuclear (2 reactores de 700 MWht en la clase Ford y 2 de 550 MWht en las anteriores) le permite desarrollar 30+ n de velocidad máxima con una autonomía ilimitada, y transportar un grupo aéreo de hasta 75 a 90 aeronaves, tripulados por unas 5000 personas, una pequeña ciudad flotante.
(Sigue): Estos buques son, por supuesto, absolutamente costosos de adquirir y operar, y como está demostrando el Enterprise (CVN-65), también de desguazar. Los aviones navales han evolucionado desde los inicios incrementando sus pesos, dimensiones y prestaciones -y capacidades- y de esta manera han afectado el tamaño y forma de los buques transportistas. Los aviones de alas rotatorias (helicópteros) no han podido igualar, por cuestiones físicas, las prestaciones de los aviones de ala fija y por ende no constituyen un reemplazo, sino un complemento y no han influido. Los aviones V/STOL y STOVL de cierta manera combinan las ventajas de los helicópteros con las capacidades del ala fija, pero en el estado del arte actual tampoco son un reemplazo total, si bien se han impuesto en una clase diferente del gran portaaviones CATOBAR, como son los portas ligeros STOVL y buques anfibios con capacidad aeronáutica y pistas de despegue.
(Sigue): No diera la impresión que los aviones navales convencionales fuesen a reducir su tamaño hacia el futuro, sino más bien al contrario, pero está claro que quizá el aumento de las capacidades individuales hará que sean necesarios menos aviones para realizar las mismas tareas. El uso de drones para todas las funciones es un camino que ya está trazado y solo hace falta recorrerlo. Si en el futuro los aviones STOVL pudieran evolucionar y alcanzar el nivel de prestaciones y capacidades de los aviones convencionales, quizá podrían influir en el tamaño y funcionalidad de los portaaviones, ya que harían innecesario el sistema de lanzamiento y recuperación por cable (CATOBAR).
El tercer grupo de análisis son las nuevas tecnologías, que quizá puedan afectar la futura funcionalidad y fisonomía de estos leviatanes tan especiales. Respecto de los mismos portaaviones la principal mejora viene por el lado de los reactores nucleares, que a partir de la clase Gerald R. Ford (CVA-78) está constituida por un grupo de dos nuevos Bechtel A1B, cuya principal diferencia respecto de los Westinghouse A4W anteriores es que la aplicación de nuevas tecnologías ha permitido incrementar su capacidad de potencia térmica, que será utilizada para generar hasta un 25% más de energía eléctrica, con un márgen importante de reserva para futuras necesidades energéticas, que se prevé serán demandadas. Al no requerir la producción de vapor para las catapultas y turbinas de propulsión, se puede destinar la energía nuclear para generar solo electricidad. Otra gran ventaja es que el ciclo de vida de los reactores alcanzan 20-25 años, duplicando a los anteriores, contribuyendo enormemente a bajar el costo operativo.
(Sigue): Su mayor ligereza y tamaño, así como la simplificación de sistemas asociados como refrigeración y transmisión, reducen personal de mantenimiento y amplían peso y espacio para protección y utilidades aeronáuticas. Los sistemas de lanzamiento EMALS y recuperación AAG EM son más ligeros, ocupan menos espacio bajo cubierta y son de funcionamiento más suave, además de evitar los costosos, pesados y delicados sistemas de tuberías de vapor y pistones de las catapultas tradicionales. Estos pueden adaptarse específicamente a cada aeronave -incluyendo drones-, incrementando la vida útil de sus células y alargando los tiempos entre revisiones, disminuyendo los costos operativos y aumentando la disponibilidad. Los EMALS por su parte, disminuyen un 25% el tiempo de lanzamiento, de 1′ a 45″ incrementando la eficiencia operacional. Se prever que el CVN-78 será capaz de realizar hasta 200 salidas diarias, con un promedio constante de 150, lo cual es superior al promedio de muchas fuerzas aéreas terrestres.
(Sigue): La automatización incrementada y robotización aplicada por ejemplo a los sistemas elevadores de armamento (AWE) de los aviones en cubierta, sistemas generales del buque y muchas otras cuestiones ha permitido reducir la tripulación un 25%. De todas maneras, estas nuevas tecnologías, así como sus nuevos radares AESA (AN/SPY-3), más ligeros y potentes, no implican por sí mismos una reducción del tamaño o cambio fisonómico importante de los buques. Aún así, el cambio de la ubicación y forma de la «isla» y la utilización de nuevos materisles RAM contribuyen a incrementar su furtividad y son un avance de lo que en el futuro podría implicar para la silueta dé un portaaviones. Por lo mismo, cabe pensar que reactores más pequeños y ligeros aunque potentes, permitirían su instalación en buques considerablemente más pequeños, con una excelente relación desplazamiento/potencia.
(Sigue): Nada hace suponer que las nuevas tecnologías fuesen a producir una disminución del tamaño de los aviones navales del futuro, sino más bien lo contrario. Además de las necesidades de conservar características furtivas que no benefician la reducción de tamaño por cuestiones de diseño, a la USN le interesa desarrollar un avión de gran radio de acción para actuar en el área Asia-Pacífico, por lo que se espera un diseño voluminoso, con un importante peso máximo al despegue. Las tecnologías avanzadas están siendo desarrolladas en tres campos: armas de largo alcance (LREW), motores de ciclo variable (AETP) e integración de sistemas, cuyo primer exponente es el F-35 de 5ta gen. En el primer campo Raytheon está estudiando desde hace algunos años en un programa de carácter secreto y con un altísimo presupuesto, un misil de doble etapa VLR, que debería superar por mucho las capacidades del L-M AIM-260 JATM, el sucesor del AIM-120 AMRAAM, cuyo alcance es de 200+ km. Además, existen avances conceptuales de armas radiantes (láser y EM) que ya han entrado en la etapa prototípica.
(Sigue): En cuanto a los motores, el programa AETP (lanzado a mediados de la década pasada) busca desarrollar no solo motores de baja derivación muy potentes capaces de supercrucero, sino más potentes aún (del orden de las 45000 lbs = 20000+ kgf) y cuya arquitectura pueda modificarse automáticamente (variación de ciclo) respecto de las necesidades de potencia en todas las condiciones de vuelo. Un motor así de eficiente podría tener el mejor de los rendimientos por kg de combustible en supercrucero y reaccionar instantáneamente ante necesidades imprevistas de aceleración. Este es el motor del futuro. La integración de sistemas avanzará aún más sobre las capacidades del F-35, no solo poner en red varios sistemas simultáneamente compartiendo información, sino controlar aeronaves no tripuladas (UCAV) y disponer (ambos) de IA. El concepto es llevar la conciencia situacional del piloto y por ende el control del combate a sus máximos extremos. Estas aplicaciones no conducen a aeronaves más pequeñas, sino lo contrario.
Los portaaviones del futuro deberán transportar aviones pesados y voluminosos, quizá biplazas, tripulados/no tripulados, pero extremadamente capaces. Estas capacidades incrementadas quizá posibiliten la disminución del grupo aéreo de aviones y su reemplazo y/o complemento por una cantidad de UCAV dotados de IA, que se encarguen de la mayoría de las misiones que actualmente desempeñan los aviones de 4ta y 5ta generación. A este esquema habría que adicionar drones furtivos para realizar misiones especiales, como reabastecimiento aéreo (cuyo primer ejemplo es el MQ-25 Stingray), reconocimiento C4, ASW, AEW, SAR, etc., en las que estos puedan reemplazar con eficiencia a las aeronaves tripuladas. Esta disminución del grupo aéreo, combinando con reactores nucleares más compactos, quizá puedan configurar buques portantes de tamaño y desplazamiento más pequeños que los actuales, con características furtivas incrementadas, aunque igual de eficaces. Quizá su rendimiento superior y menor tripulación, gracias a la utilización intensiva de recursos tecnológicos (electrónica, robótica, IA) los haga también más económicos.
(Sigue): A este proceso tecnológico se suma una firme tendencia de cambio de concepción operativa en la USN (aunque no compartida por todos los sectores incolucrados), que prefiere buques más pequeños y eficientes, para ahorrar costes y evitar que su posible destrucción represente un costo material y moral demasiado oneroso. Blancos más pequeños serían representativamente menos dañinos que enormes blancos móviles, ya que cada de uno de estos gigantes representan icónicamente al mismísimo EEUU. En una guerra abierta, el hundimiento o puesta fuera de servicio de un portaaviones estadounidense actual, representaría una victoria en sí misma para el enemigo y quizá un golpe muy alto para la moral propia. Es por estas cuestiones que quizá en el futuro el desarrollo tecnológico y el cambio de concepción estratégica permitan la transformación de los portaaviones de la USN en buques considerablemente más pequeños, pero aún así altamente eficaces.
La última cuestión que plantea el autor es la suposición que los portaaviones podrían haber sido superados por el desarrollo de amenazas como misiles y submarinos y que en una guerra futura deberían ocuparse más en evitar ser destruidos, que en provocar daños al enemigo. Respecto a ello algunas reflexiones. Sería necio no reconocer que los portaaviones serían blancos primarios en cualquier guerra contra un enemigo decidido (Rusia, China, Irán, Corea del Norte), pero ello no implica que por defecto sean blancos fáciles. No hay espacio para detallar cómo y con qué medios se defendería una TF de los ataques, pero un CVN es uno de los blancos mejor defendidos de cuantos existan en el mar. No son invulnerable, por supuesto, pero no son fáciles de hundir, ya sea por saturación de misiles balísticos y de crucero, aún siendo hipersónicos y maniobrables en su fase de ataque, o por misiles nucleares. No es tan sencillo darle a un buque en movimiento en medio del océano, ni es concluyente que un misil balístico nuclear si se lanza, dará en el blanco.
(Sigue): Los más peligrosos podrían ser los ALCM, pero cuanto más lejos se lancen menos probabilidades tendrían de evitar ser destruidos, y cuanto más se acerque el vector de lanzamiento, más incrementa las posibilidades de ser derribado. Es que los misiles también tienen sus puntos débiles, en especial los balísticos e hipersónicos. Por otro lado existen varias armas defensivas en desarrollo, entre ellas las radiantes, como láseres, y cañones EM, además de nuevos misiles de corto alcance y reacción rápida. Repetidamente se asegura que «la potencia aérea acabó con el reinado de los acorazados» y por extensión que los misiles y submarinos harán lo mismo con los portaaviones. Esto no necesariamente es una ecuación lineal. En primer lugar porque los acorazados no desaparecieron de las flotas porque podían ser destruidos por los aviones, sino porque los aviones eran una forma más simple de destrucción naval y porque esencialmente resultaba demasiado costoso proteger un buque para evitar algo inevitable; por otro lado los cañones habían dejado de ser la mejor manera de destruir una flota enemiga.
(Sigue): Los aviones eran más flexibles y tenían muchísimo mayor alcance que los grandes cañones, y eran tan eficientes atacando blancos navales como terrestres. Podría pensarse que los misiles también son una forma más simple de destrucción que los costosísimo portaaviones e infinitamente menos costosos. Pero el portaaviones no ha dejado de ser superfluo porque es aún la única manera que se conoce para transportar, mantener y hacer combatir una fuerza aérea en cualquier océano, mar y costa del mundo. Además, los aviones aún tienen mayor flexibilidad que los misiles a la hora de combatir y pueden ser reutilizados hasta su baja o destrucción. Los drones, por su parte, han abierto una nueva dimensión al uso de aeronaves y los portaaviones no serán la excepción.
Finalmente, decir que así como los acorazados demostraron hacia el final de la guerra haber podido superar las amenazas que representaban los aviones estableciendo defensas AA de escoltas escalonadas y armas de tiro rápido y alta potencia dirigidas por radar, capaces de concentrar los disparos ordenadamente, los portas también podrían encontrar la manera de defenderse eficientemente de los misiles y cualquier otra amenaza. En definitiva, creemos que el portaaviones aún es y será una pieza fundamental en la estructura funcional de la USN y que quizá la aplicación intensiva de nuevas tecnologías ayude a evolucionar hacia buques portaaviones de menor tamaño y costos inferiores, pero con una eficiencia similar a la de los gigantescos y costosísimos leviatanes actuales.