Suecia despliega tres buques en el Báltico para evitar ataques a la infraestructura submarina.

Según la información publicada por Associated Press el 13 de enero, Suecia contribuirá con hasta tres buques de guerra a una iniciativa liderada por la OTAN destinada a mejorar la presencia de la alianza en el mar Báltico. La medida forma parte de un esfuerzo para protegerse contra posibles sabotajes a la infraestructura submarina vital, según anuncia el gobierno sueco.

Además de los buques de guerra, el ejército sueco desplegará un avión de vigilancia ASC 890 para mejorar el conocimiento de la situación en la región. La Guardia Costera sueca también desempeñará un papel importante, con cuatro buques dedicados a vigilar el mar Báltico y siete buques adicionales en espera para una respuesta rápida.

Se trata de la primera contribución operativa de Suecia a los esfuerzos de defensa y disuasión de la OTAN como miembro de la alianza. El país se unió formalmente a la OTAN en marzo, convirtiéndose en su 32.º miembro. La adhesión de Suecia siguió a la de su vecina Finlandia y fue impulsada por la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022, que alteró significativamente el panorama de seguridad en el norte de Europa.

La decisión de reforzar la presencia de la OTAN en el Báltico se produce en medio de una serie de incidentes en la región que han suscitado inquietud sobre posibles actividades rusas. El mar Báltico, un corredor económico y estratégico crucial, está atravesado por cables submarinos y tuberías que conectan a las naciones nórdicas, bálticas y de Europa central. Estas infraestructuras facilitan el comercio, mejoran la seguridad energética y, en algunos casos, reducen la dependencia de los recursos energéticos rusos.

La participación de Suecia en esta operación de la OTAN llega en un momento crucial para la alianza, que se ha centrado en fortificar su flanco oriental en respuesta a las acciones de Rusia en Ucrania. El mar Báltico se ha convertido en un punto focal de estos esfuerzos, dada su ubicación estratégica y las vulnerabilidades de su infraestructura submarina.

Comentarios

El seguimiento de los cables submarinos en el mar Báltico es especialmente complicado debido a las características únicas de la región y a la naturaleza de las amenazas que conlleva. El Báltico es una de las zonas marítimas más activas del mundo, con más de 2.000 barcos navegando por sus aguas diariamente, incluidos buques de carga comerciales, petroleros y arrastreros. Esta alta densidad de actividad marítima crea importantes obstáculos para la identificación de los buques que podrían suponer un riesgo deliberado o accidental para los cables submarinos. El gran volumen de tráfico hace que sea difícil distinguir las actividades rutinarias de las potencialmente dañinas.

Las limitaciones tecnológicas en la detección y vigilancia de la infraestructura submarina agravan aún más el problema. Los sistemas actuales tienen dificultades para proporcionar un seguimiento en tiempo real de extensas redes de cables, que a menudo se extienden por cientos o miles de kilómetros. El entorno de las profundidades marinas añade complejidad, ya que los cables suelen estar en el fondo marino en zonas remotas a las que es difícil acceder y vigilar. Los daños a los cables pueden ser causados ​​por fenómenos naturales, como los desplazamientos del fondo marino o las corrientes submarinas, pero cada vez se sospecha más de sabotaje deliberado, como el arrastre de anclas o el uso de drones submarinos especializados. La naturaleza encubierta de estas actividades hace que la atribución sea especialmente difícil, lo que hace que las autoridades dependan de pruebas indirectas o de investigaciones posteriores al incidente.

Los desafíos jurisdiccionales y legales también desempeñan un papel importante. Los cables submarinos atraviesan frecuentemente aguas internacionales, donde ninguna nación tiene autoridad para hacer cumplir las medidas de protección. Esto limita la capacidad de los países individuales para actuar con decisión contra posibles amenazas. Incluso dentro de las aguas territoriales, la aplicación de las normas puede resultar difícil debido a la superposición de intereses nacionales y a la necesidad de coordinación entre múltiples partes interesadas. Además, las leyes que rigen la seguridad de las infraestructuras submarinas suelen estar desactualizadas o no son lo suficientemente exhaustivas, lo que deja lagunas en la aplicación de las normas y en las capacidades de respuesta.

A estos desafíos hay que sumarle las dificultades geográficas singulares que presenta el propio mar Báltico: sus profundidades relativamente bajas, sus aguas salobres y sus numerosas islas crean un entorno marítimo complejo que puede dificultar las actividades de vigilancia.

Timothée

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