Venezuela despliega sistemas de misiles de defensa aérea BUK cerca de Caracas.
El Comando de Defensa Aérea del Ejército venezolano ha desplegado sistemas de misiles de mediano alcance BUK-M2E en Caracas y sus alrededores, según informes de OSINT publicados el 30 de septiembre en la cuenta X de OSINTWarfare.
La medida se produce días después de que funcionarios estadounidenses confirmaran que estaban considerando ataques aéreos selectivos contra infraestructura vinculada a cárteles en Venezuela. Al trasladar sus activos de misiles a la región capitalina, Caracas demuestra su preparación para enfrentar cualquier posible ataque extranjero.
Imágenes de código abierto e informes de redes sociales desde el terreno, verificados por OSINTWarfare, indican al menos tres zonas de despliegue: el corredor costero Caracas-La Guaira, el aeródromo de La Carlota en el centro de Caracas y terrenos elevados en los accesos occidentales a la ciudad. En La Carlota, una batería identificada incluye un TELAR (transportador-erector lanzador y radar) apoyado por un vehículo de comando y un radar de adquisición de blancos (TAR).
Sin embargo, las unidades desplegadas a lo largo de la carretera y los ejes costeros parecen consistir principalmente en módulos TELAR/TEL sin su TAR orgánico, lo que sugiere una integración parcial en una red más amplia en lugar de baterías totalmente autónomas.
El BUK-M2E, la variante de exportación del Buk-M2 ruso, está diseñado para interceptar aeronaves, helicópteros, misiles de crucero y amenazas balísticas limitadas a distancias de hasta 45 km, dependiendo del perfil del objetivo. Venezuela ha operado dos grupos Buk-M2E bajo su Comando de Defensa Aeroespacial (CODAI) desde finales de la década de 2010, complementando sus activos S-300VM, Pechora-2M y de defensa puntual en una arquitectura multicapa. El despliegue del sistema en la capital subraya un cambio desde bases regionales dispersas, como los movimientos previos a la costa atlántica durante las tensiones sobre la región del Esequibo de Guyana, hacia la protección directa de los centros de liderazgo nacional y la infraestructura crítica para el régimen.
Sin embargo, el momento oportuno es tan significativo como el armamento. El debate abierto del Pentágono sobre ataques aéreos contra redes de narcotráfico en Venezuela, enmarcado en justificaciones antinarcóticos y de seguridad regional, ha sido denunciado por el régimen de Maduro como un pretexto velado para una intervención militar.
Al desplegar misiles antiaéreos móviles de mediano alcance en la zona más visible y políticamente sensible del país, Caracas busca disuadir a Washington de convertir la retórica en acción. La medida también atrae al público nacional, reforzando la imagen del gobierno como defensor de la soberanía frente a la agresión extranjera.
Sin embargo, los analistas advierten que, si bien la defensa aérea multicapa de Venezuela es formidable en teoría, su resistencia operativa sigue siendo incierta. La falta de mantenimiento, la escasez de repuestos y la dependencia de la asistencia técnica rusa podrían reducir la eficacia de una campaña sostenida. La ausencia de TAR en algunos elementos desplegados plantea aún más dudas sobre la cobertura de radar y la continuidad del mando y control en caso de que las fuerzas estadounidenses realicen operaciones de supresión de la defensa aérea enemiga (SEAD).
Aun así, incluso las unidades Buk degradadas complican la planificación aérea estadounidense o aliada, al obligarlas a distancias de seguridad más largas y aumentar el riesgo de la misión.
Con Washington considerando opciones cinéticas contra sitios vinculados a cárteles y Caracas reforzando visiblemente su escudo de defensa aérea, la confrontación ha entrado en una fase más volátil. Cualquier orden de ataque del Pentágono probablemente desencadenaría la prueba más directa para Venezuela de sus activos de defensa aérea suministrados por Rusia desde su adquisición, a la vez que aumenta la posibilidad de un posible error de cálculo en las ya tensas relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica.
Alain Servaes