Colombia firma un acuerdo para la compra de aviones de guerra a la empresa sueca Saab.
Colombia ha acordado la compra de aviones de guerra suecos a Saab por un valor de 4.300 millones de dólares, según ha anunciado el presidente Gustavo Petro, en un momento de tensión entre su país y Estados Unidos.
El gobierno ya había anunciado en abril que adquiriría aviones de combate de Saab, pero no especificó cuántos ni a qué precio.
Petro especificó el viernes, en un evento en una base militar, que se había llegado a un acuerdo con el fabricante de aviones sueco Saab para la compra de 17 aviones de combate Gripen, lo que constituye la primera confirmación del acuerdo y el coste de la adquisición militar.
Colombia y gran parte del resto de América Latina están en estado de alerta debido a una campaña militar estadounidense dirigida contra supuestos barcos de narcotráfico en el Caribe y el Pacífico oriental.
Petro, el primer presidente izquierdista de Colombia, ha intercambiado insultos con su homólogo estadounidense Donald Trump y ha alegado que el objetivo final del despliegue estadounidense es apoderarse de la riqueza petrolera de Venezuela y desestabilizar América Latina.
Petro afirmó que los nuevos aviones se utilizarán para disuadir “cualquier agresión contra Colombia, venga de donde venga”.
“En un mundo geopolíticamente caótico”, dijo, ese tipo de agresión “puede venir de cualquier parte”.

Petro es un crítico acérrimo de Trump, quien lo ha calificado de “líder del narcotráfico” debido al alto nivel de producción de cocaína en Colombia.
Trump también ha retirado la ayuda financiera estadounidense a Colombia y la ha eliminado de su lista de países considerados aliados en la lucha contra el narcotráfico.
Empresas estadounidenses y francesas también habían intentado vender aviones de guerra a Colombia, pero al final Bogotá se ha decantado por Saab.

La compra de aviones de guerra se produce en un momento en que Colombia y gran parte del resto de América Latina se encuentran en estado de alerta debido al despliegue militar estadounidense en la región, y mientras las fuerzas estadounidenses llevan a cabo una campaña de ataques mortales contra buques en el Caribe y el Pacífico oriental.
Washington afirma –pero no ha aportado pruebas– que ha atacado buques de narcotráfico en sus 20 ataques confirmados, que hasta ahora han causado la muerte de unas 80 personas en aguas internacionales.
Líderes latinoamericanos, juristas y grupos de derechos humanos han acusado a Estados Unidos de llevar a cabo ejecuciones extrajudiciales de personas que deberían comparecer ante los tribunales si se sospecha que han infringido leyes relacionadas con el narcotráfico.
En medio de la guerra de palabras que se libra entre Washington y Bogotá, Petro dijo la semana pasada que Colombia suspendería el intercambio de inteligencia con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, pero funcionarios de su gobierno rápidamente retiraron esa amenaza.
El presidente venezolano Nicolás Maduro, cercano a Petro, afirma que el despliegue militar estadounidense en la región tiene como objetivo derrocarlo.
Trump lleva tiempo acusando a Maduro, presidente de Venezuela, de narcotráfico y, más recientemente, calificó a Petro de «líder del narcotráfico» debido a la alta producción de cocaína en Colombia.
Trump también retiró la ayuda financiera estadounidense a Colombia y la eliminó de su lista de países aliados en la lucha internacional contra el narcotráfico.
Kevin Doyle


