Estados Unidos reactiva una base militar abandonada durante 20 años en Puerto Rico.
El fortalecimiento de la presencia militar estadounidense frente a las costas de Venezuela depende en gran medida de la base naval Roosevelt Roads en Puerto Rico, según ha revelado una investigación de Reuters publicada ayer domingo sobre el despliegue militar estadounidense en el Caribe. Esta base, que en su día fue un buque insignia del ejército estadounidense, llevaba 20 años abandonada.
La base Roosevelt Roads, ubicada en el sur de la isla de Puerto Rico y aún, oficialmente cerrada desde 2004, se presenta como la pieza central de lo que Reuters ha descrito como «el refuerzo más significativo de la presencia militar en la región desde 1994, cuando Estados Unidos envió más de 20.000 soldados a Haití como parte de la Operación ‘Apoyo a la Democracia'».
Helicópteros, F-35, aviones de transporte de tropas…
En esta ocasión, Washington ha desplegado cazas F-35, helicópteros militares e imponentes aviones de transporte de tropas en la base, ubicada a 850 km al norte de Caracas. Paralelamente, y desde agosto de 2025, las fuerzas armadas han emprendido la renovación de la pista de aterrizaje y el desarrollo de la infraestructura en torno a esta base, que, en su apogeo, fue considerada «un elemento central de la proyección de poder de Estados Unidos en la región latinoamericana», según Basil Germond, especialista en temas de seguridad internacional y marítima de la Universidad de Lancaster.
La base, apodada «Rosy Roads», se estableció durante la Segunda Guerra Mundial y «fue diseñada para ser una alternativa a Pearl Harbor, en el lado atlántico», explica Amalendu Misra, especialista en temas de seguridad en América Latina y Asia de la Universidad de Lancaster.
Fue bautizado en honor al presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, el primero en sugerir, ya en 1919, convertir a Puerto Rico en el guardián del Caribe mediante la construcción de instalaciones militares allí.
Durante la Segunda Guerra Mundial, su importancia fue tal que la base estaba destinada a convertirse en el puerto base de la Marina Real Británica en caso de que la Alemania nazi lograra invadir el Reino Unido.
«Rosy Roads» continuó desempeñando un papel vital, tanto en el aire como en el mar, durante la Guerra Fría, tanto para vigilar a Cuba como para contrarrestar cualquier intento soviético de ganar influencia en América Latina.
El punto de inflexión en la guerra contra el terrorismo
Estados Unidos ha desarrollado esta base hasta alcanzar una superficie de 35 km² con más de 160 kilómetros de carreteras internas. «Rosy Roads» también cuenta con una pista de aterrizaje de aproximadamente 3350 metros de longitud, apta para los aviones de transporte civiles y militares más grandes.

La base naval incluye un puerto de aguas profundas, donde pueden atracar buques de carga comerciales, buques de guerra de superficie y submarinos. «También era esencial para proteger el transporte marítimo comercial que transita por el Canal de Panamá», explica Amalendu Misra.
Todo cambió a principios de la década de 2000 con la guerra contra el terrorismo. «El fin de la Guerra Fría y la creciente importancia de Oriente Medio y la lucha contra las insurgencias de actores no estatales hicieron que esta base perdiera importancia desde un punto de vista militar y geopolítico», afirma Basil Germond.
Además, esta base «siempre ha sido motivo de controversia con la población local de Puerto Rico [que tiene el estatus de territorio no incorporado a los Estados Unidos]. La isla, que ya goza de una soberanía precaria, observa con cautela esta presencia militar estadounidense», enfatiza Amalendu Misra. Si bien las autoridades puertorriqueñas han reconocido que la base también ha desempeñado un papel económico para la zona sur de la isla.
La base «costaba 400 millones de dólares al año de mantener», señala Klaus Dodds, investigador de geopolítica en Royal Holloway. Por lo tanto, había muchas razones de peso para cerrar el emplazamiento, y eso fue precisamente lo que ocurrió en marzo de 2004.
Más de 21 años después, Washington parece estar redescubriendo el valor de tener presencia física en el Caribe. «Existe la base naval de Guantánamo, pero es mucho más pequeña», señala Amalendu Misra.
El objetivo principal de volver a encender las luces en «Rosy Roads» es «enviar esta clara señal a Nicolás Maduro de que Estados Unidos cuenta con la infraestructura necesaria para aumentar la vigilancia del país y la capacidad de intervenir contra el narcotráfico», resume Klaus Dodds.
Esta renovación de la base naval se produce también en un momento en que Washington intensifica su cooperación con el archipiélago de Trinidad y Tobago, que ofrece otro punto de apoyo estratégico para el ejército estadounidense frente a las costas de Venezuela.
Pero «Rosy Roads» no resurge de las cenizas únicamente para satisfacer la obsesión de Trump con Nicolás Maduro. «A largo plazo, se trata de una decisión estratégica para contrarrestar la creciente influencia de China en América Latina», afirma Amalendu Misra.
Según este experto, «América Latina no ha sido una prioridad para Washington durante 20 años porque, desde el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos ha considerado que ya no existe una amenaza en esta región.
Pero China, y Rusia en menor medida, se han aprovechado de esta situación, ya sea en Venezuela, Nicaragua o Perú».
Sebastián Seibt


