Korea Aerospace Industries (KAI) busca un nuevo contrato con Perú.
Korea Aerospace Industries (KAI) ha confirmado que Perú está considerando activamente el avión de combate surcoreano KF-21 Boramae en su programa de modernización en curso.
Esta decisión, de concretarse, marcaría no solo un punto de inflexión para la Fuerza Aérea Peruana, sino también una importante expansión de la presencia de defensa de Corea del Sur en el hemisferio occidental.
KAI reveló que las conversaciones con Perú llevan dos años en curso. En septiembre de 2024, KAI propuso formalmente el KF-21 para su consideración en el proceso de adquisición de cazas de nueva generación de Perú. Simultáneamente, el FA-50 Fighting Eagle, un avión de combate ligero derivado del entrenador T-50, también ha despertado un gran interés en Lima.
Combinadas, estas dos plataformas podrían dar a Perú una ventaja competitiva en asequibilidad, capacidad y participación en la industria local.
El interés de Perú en el KF-21 y el FA-50 se ve influenciado por realidades apremiantes. La flota aérea actual del país se compone principalmente de aeronaves antiguas de la era soviética. La columna vertebral de su defensa aérea —el MiG-29 y el Su-25— data de la década de 1990, y su disponibilidad y mantenimiento se ha vuelto más difícil y costoso debido a la escasez de repuestos y la creciente fricción geopolítica con Rusia.
Perú también retiró sus A-37B Dragonflies, un avión de ataque ligero subsónico, lo que deja un vacío de capacidad para funciones de ataque ligero y entrenamiento avanzado.
En este contexto, tanto el FA-50 como el KF-21 presentan opciones atractivas. El FA-50 ofrece una plataforma multifunción capaz de realizar misiones aire-aire y aire-tierra, a la vez que funciona como un entrenador de caza de entrada avanzado. Para un país como Perú, que necesita versatilidad con un presupuesto limitado, la rentabilidad del FA-50 y su historial de exportación comprobado lo convierten en una opción atractiva.
El KF-21, por su parte, se posiciona como un caza multifunción de 4.5 generaciones con características furtivas y aviónica moderna, un gran avance para un país que busca modernizarse.
La oferta de KAI a Perú va más allá de una simple venta de armas: forma parte de un esfuerzo estratégico para aumentar la influencia de Corea del Sur en Latinoamérica, una región históricamente dominada por proveedores de defensa estadounidenses, rusos y europeos.
En los últimos años, Seúl ha priorizado las exportaciones de defensa como un pilar clave de su estrategia nacional, especialmente ante la incertidumbre geopolítica y las necesidades de seguridad que impulsan la demanda en el Sur Global.
Esta estrategia de expansión se basa en éxitos anteriores. Perú ya opera el avión de entrenamiento básico KT-1P, desarrollado y entregado en colaboración con KAI y ensamblado localmente por el SEMAN (Servicio de Mantenimiento del Perú) en virtud de un acuerdo de transferencia de tecnología.
La producción local de 16 de los 20 KT-1P marcó un hito significativo para la capacidad aeroespacial nacional peruana y generó confianza entre ambas naciones. Esta experiencia sirve ahora como trampolín para una cooperación de mayor envergadura.
Un aspecto fundamental de la oferta de KAI para el KF-21 y el FA-50 es la colaboración industrial. Perú no solo está siendo considerado como cliente, sino que también se le invita a participar en la fabricación y futuras actualizaciones.
En octubre de 2024, KAI y SEMAN firmaron un memorando de entendimiento para explorar la coproducción de componentes aeronáuticos tanto para el FA-50 como para el KF-21. Según se informa, las conversaciones incluyen el ensamblaje final, la aviónica y, posiblemente, incluso la producción de materiales compuestos.
Esto se alinea con los objetivos estratégicos de Perú de fomentar la autosuficiencia en defensa y crear empleos altamente cualificados.
Corea del Sur ha ofrecido consistentemente generosos paquetes de transferencia de tecnología en acuerdos recientes, lo que distingue las ventas de defensa de Seúl de las de sus competidores, quienes a menudo mantienen un estricto control sobre la propiedad intelectual y los derechos de producción.
Para Perú, participar en el ensamblaje local del KF-21 podría ser transformador. Lo catapultaría a un grupo selecto de naciones capaces de contribuir a la producción de aviones de combate avanzados, una capacidad que podría tener repercusiones económicas y tecnológicas a largo plazo.
Más allá de la relación bilateral, la posible adquisición por parte de Perú de los KF-21 y FA-50 tiene implicaciones regionales más amplias. Históricamente, Latinoamérica se ha quedado atrás en la modernización de su poderío aéreo de alto nivel. Países como Brasil y Argentina mantienen fuerzas aéreas limitadas, limitadas por problemas presupuestarios y logísticos, y Colombia suspendió recientemente la compra de un avión de combate debido a preocupaciones fiscales.
En este contexto, posicionar a Perú como el primer operador latinoamericano de un caza de quinta generación marcaría un cambio drástico. Además, generaría presión competitiva sobre los países vecinos para que implementen mejoras similares. Asimismo, la participación peruana podría revitalizar la cooperación regional en materia aeroespacial y de defensa, impulsando potencialmente ejercicios conjuntos, redes logísticas compartidas y centros regionales de mantenimiento.
La adquisición también representaría una victoria para Corea del Sur en el competitivo mercado internacional de armas. Dado que la participación de Indonesia en el programa de desarrollo del KF-21 ha sido incierta debido a problemas de financiación, Seúl ha estado buscando nuevos socios y clientes para compensar costos y consolidar la relevancia global del programa. Una venta a Perú marcaría el primer pedido extranjero del KF-21, y posiblemente el inicio de su transformación de un activo nacional a uno global.
Para Perú, diversificar sus proveedores de defensa es una necesidad práctica. La dependencia del equipo ruso se ha vuelto más problemática en medio de las sanciones vigentes y las fricciones diplomáticas. Mientras tanto, las plataformas estadounidenses, aunque avanzadas, suelen presentar plazos de entrega largos y complejos obstáculos regulatorios.
Corea del Sur, en cambio, ofrece entregas rápidas, un sólido servicio posventa y acuerdos de intercambio de tecnología que pocos pueden igualar. En resumen, KAI no solo ofrece hardware, sino una alianza.
A pesar de los claros beneficios estratégicos, el acuerdo no está exento de obstáculos. El financiamiento sigue siendo un reto clave para Perú, que compagina los esfuerzos de recuperación económica con las demandas sociales. El costo estimado de la flota FA-50 por sí sola podría superar los 700 millones de dólares. La adquisición de cazas KF-21 requeriría una inversión mucho mayor, potencialmente superior a los 100 millones de dólares por aeronave, dependiendo de la configuración y las condiciones de ensamblaje locales.
Además, la integración de una nueva generación de aeronaves requiere una inversión significativa en capacitación, infraestructura y capacidad de mantenimiento. Es necesario capacitar a pilotos y técnicos, modernizar las bases aéreas y adaptar las cadenas de suministro para dar soporte a una plataforma coreana.
Otra variable es la política. Perú ha enfrentado frecuentes cambios de gobierno e inestabilidad política en los últimos años, lo que puede complicar la planificación de defensa a largo plazo. Las adquisiciones importantes a menudo se convierten en temas políticos o se retrasan debido a las transiciones de liderazgo.
Aun así, el impulso parece estar cobrando fuerza. Las autoridades de defensa peruanas han elogiado el historial operativo del FA-50 en países como Filipinas y Polonia, y los estudios iniciales sobre las capacidades del KF-21 han sido, según informes, positivos. De concretarse, el acuerdo podría anunciarse a finales de 2025 o principios de 2026, con entregas iniciales a partir de 2027.
Los próximos meses serán cruciales, ya que Perú pasa de la exploración a la negociación. Si se firma una Carta de Intención formal, en particular para el proyecto FA-50, podría allanar el camino para un paquete más amplio que incluya el proyecto KF-21 y una mayor participación de la industria local.
Para Corea del Sur, un acuerdo exitoso con Perú reforzaría su credibilidad como exportador de defensa de primer nivel y validaría su inversión en el programa KF-21. También podría abrir puertas a otros mercados latinoamericanos: Chile, Colombia e incluso Argentina han mostrado interés en diversificar sus flotas militares.
Para Perú, marcaría un salto decisivo en poder aéreo, un impulso para la industria nacional y un realineamiento de sus asociaciones de defensa hacia las potencias industriales emergentes de Asia.
The Asia Live
Licitación amañada que huele a corrupción en el descarte del KF 21. Perú debe rectificar de inmediato.
Si Perú apuesta por la asociación a largo plazo con Corea no es mala compra. El FA-50 puede emplearse como caza ligero y avión de entrenamiento. El KF-21 está disponible solo en versión defensa aérea. Pero diría que los Mirage 2000 y MiG-29 esa era la misión asignada. Se pasaría a tener un único proveedor. Logísticamente supongo será más fácil. Además Corea agradecerá que Perú se convierta en el primer cliente de exportación del KF-21. España es uno de los aviones que considera por si al retirar el F-18 no se quiere tener solo Eurofighter.
Estoy completamente de acuerdo que Perú debe apostar por la asociación, a largo plazo, con nuestro socio estratégico Corea del Sur. Debe firmarse La Carta de Intensión Formal para el proyecto FA-50 y que apunte hacia la realización del proyecto KF- 21. Puedo afirmar que éste es el sentir de la gran mayoría de peruanos que amamos a nuestro querido Perú y a nuestras Fuerzas Armadas.
Si a ésta noticia unimos la de la compra de submarinos de Hyundai Heavy industries, quizás Perú se pudiera convertir en un socio global de Corea del Sur en Sudamerica, como Polonia se ha convertido en la conexión europea de ese pais. El tiempo lo dirá