La Marina de EE.UU. incluirá una docena de misiles hipersónicos en sus nuevos destructores furtivos.

La Marina de Estados Unidos tiene previsto instalar sus nuevos misiles hipersónicos de ataque terrestre en el primer buque de guerra que los reciba -el destructor sigiloso USS Zumwalt- en 2025.

Y en los años siguientes, la Armada podría armar hasta 23 buques -los tres Zumwalt y los 20 submarinos de ataque de la clase Virginia de última generación- con el misil Conventional Prompt Strike (CPS).

El misil CPS, de ocho toneladas y tres pies de diámetro, puede recorrer más de 1.700 millas a cinco veces la velocidad del sonido o más. Las especificaciones exactas son confidenciales.

La velocidad y el alcance del misil lo convierten en un arma clave para la Armada, que se prepara para una posible guerra con las fuerzas chinas en el océano Pacífico occidental.

Tras décadas de incesante modernización, el Ejército Popular de Liberación chino es ahora capaz de amenazar a los buques de guerra enemigos a una distancia de hasta 3.000 millas de la China continental y de los puestos insulares. Los comandantes navales estadounidenses saben que necesitan más y mejores misiles de largo alcance para mitigar, si no eliminar, el riesgo de los propios misiles de largo alcance de China.

Por supuesto, un alcance superior es discutible sin una puntería superior.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha estado desarrollando misiles hipersónicos -es decir, misiles maniobrables capaces de alcanzar al menos Mach 5- desde principios de la década de 2000. El CPS y su primo terrestre, el Arma Hipersónica de Largo Alcance del Ejército de Estados Unidos, están en camino de ser las primeras municiones operativas que surjan de este esfuerzo de dos décadas. «Extremadamente precisos, ultrarrápidos, maniobrables y con capacidad de supervivencia, los hipersónicos pueden golpear en cualquier parte del mundo en cuestión de minutos», se congratuló el Ejército.

Para 2023, el Pentágono pidió a los legisladores 4.700 millones de dólares para el desarrollo de armas hipersónicas, frente a los 3.800 millones del año anterior. A finales de octubre, la Marina disparó un par de cohetes hipersónicos en su campo de pruebas de Nuevo México. Los cohetes de sondeo, aunque no son tan amplios como el misil CPS, incluyen algunos de los mismos componentes electrónicos. La prueba de los cohetes de sondeo es un paso hacia la prueba del sistema CPS completo.

La munición CPS incluye tres etapas: dos cohetes propulsores y, sobre ellos, un llamado Cuerpo de Planeo Hipersónico Común. El CHGB, con forma de cuña, se separa de los cohetes en pleno vuelo y, como su nombre indica, planea a Mach 5 o más rápido hacia su objetivo. El Pentágono no aclara qué tipo de guía y carga útil incluye el cuerpo de planeo.

Desde el principio, la Marina planeó armar algunos de sus casi 60 submarinos de ataque y de misiles guiados con misiles hipersónicos. Los Zumwalt son una aportación más reciente al proyecto. La Armada concibió originalmente los destructores de 600 pies como especialistas en ataque terrestre cerca de la costa.

Pero hace unos años, los líderes de la flota decidieron que no podían permitirse el coste de un millón de dólares por ronda de proyectiles para los cañones de 155 milímetros diseñados a medida de los Zumwalt. Sin munición para sus cañones, los destructores de 5.000 millones de dólares eran barcos sin misión. Entonces, en 2017, la Marina decidió cambiar los Zumwalts con sede en San Diego a misiones en aguas profundas.

Armados con misiles multifunción SM-6, los destructores darían caza a los buques enemigos. Añadir tubos para misiles CPS también daría a los gigantescos combatientes de superficie una capacidad de ataque terrestre de largo alcance.

Se han necesitado años para completar el trabajo de diseño necesario para eliminar los montajes de los cañones gemelos de los Zumwalts y sustituirlos por cuatro tubos de misiles verticales, cada uno de 87 pulgadas de diámetro.

El plan, en la actualidad, es recortar la cubierta del Zumwalt a partir de 2025. «Tenemos que colocar estos tubos de gran diámetro y luego terminar el trabajo de integración en el sistema de combate», dijo a los periodistas el vicealmirante Johnny Wolfe, jefe de los programas de sistemas estratégicos de la Armada, en un simposio a principios de noviembre.

Los buques hermanos USS Michael Monsoor y el futuro USS Lyndon B. Johnson serían modificados después del Zumwalt. Alrededor del mismo tiempo, el primero de los 10 nuevos Virginias Block V debería entrar en servicio. Los Block Vs, y los cinco barcos Block VI y Block VII que están contratados o previstos, lanzarán misiles CPS desde sus propios tubos de 87 pulgadas: cuatro tubos y 12 misiles por barco.

Si todo va bien, la Armada podría desplegar una docena de barcos con un total de 144 misiles CPS para 2030, y otros 11 barcos con 132 misiles CPS adicionales otros cinco años después.

Zarpando desde San Diego, Hawai, Guam y Japón, los cañones de misiles hipersónicos navegarían a lo largo del borde exterior de la zona de negación del mar de la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación (PLARF), disparando misiles Mach-5 contra puestos de mando, bases aéreas, puertos, lanzadores de misiles y depósitos de suministros chinos.

Una docena de misiles por barco no es mucho, así que los tiradores -los Zumwalt y los Virginias- tendrían que volver a puerto para recargar. Navegar, disparar, volver a puerto, repetir. La necesidad de recargar con frecuencia es un posible punto débil del complejo de ataque hipersónico que está construyendo la Marina.

El alcance podría ser otro punto débil. La Armada no dice exactamente hasta dónde puede llegar un misil CPS, pero parece estar muy lejos del alcance máximo estimado de 3.000 millas del mejor misil balístico antibuque de la Fuerza de Misiles del Ejército de Liberación Popular (PLARF), el DF-26B.

Eso no es un problema para los Virginias, por supuesto. Los submarinos dispararán sus CPS desde el agua. Pero para los Zumwalt, el desajuste entre sus misiles hipersónicos y los cohetes antibuque del PLARF plantea un dilema. Incluso con sus nuevos misiles superrápidos de largo alcance, los Zumwalt tendrán que acercarse al alcance de los misiles chinos antes de poder atacar.

Por supuesto, un misil -ya sea un cohete antibuque chino o un cuerpo de planeo hipersónico de ataque terrestre estadounidense- es tan bueno como su objetivo de apoyo. El hecho de que un DF-26B tenga un alcance de 3.000 millas no significa que pueda golpear de forma fiable un buque en movimiento a esa distancia extrema.

Del mismo modo, la alta velocidad y el largo alcance de un CPS significan muy poco si la tripulación de un Zumwalt o un Virginia no puede apuntar. La Armada estadounidense y la fuerza de cohetes china están en una carrera por desarrollar misiles con alcances cada vez mayores. Pero el verdadero ganador podría ser el servicio con mejor inteligencia.

David Axe