Corea del Norte presenta drones inspirados en los modelos estadounidenses Global Hawk y Reaper.

Corea del Norte ha aprovechado las celebraciones del 80.º aniversario de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Corea en la Base Aérea de Kalma para reafirmar su apuesta por los drones de gran tamaño.

Las imágenes de los medios estatales destacaron los drones Saebyeol-4 y Saebyeol-9, asignados al 59.º Regimiento de Héroes Gil Yong Jo. Ambos sistemas, que imitan fielmente las líneas del RQ-4 Global Hawk y el MQ-9 Reaper estadounidenses, se mostraron con marcas operativas, lo que subraya que Pyongyang ahora considera los drones de vigilancia y ataque de larga duración como herramientas de primera línea, en lugar de modelos experimentales.

El Saebyeol-9 parece ser el modelo de ataque más avanzado exhibido por Pyongyang. Exhibido públicamente desde 2023 e identificado por primera vez mediante imágenes satelitales en 2022, refleja las dimensiones generales del MQ-9 Reaper, con una longitud aproximada de 9 metros y una envergadura de unos 20 metros.

Los puntos de anclaje bajo las alas indican su capacidad para transportar munición aire-tierra o cargas útiles modulares. Se han mostrado repetidamente dos variantes, que difieren en la geometría del ala, el color del fuselaje, la presencia o ausencia de una antena dorsal y la forma de la toma de aire. Estas variaciones apuntan a un diseño en evolución más que a una configuración de producción finalizada. Aunque se desconoce su rendimiento real, se estima que su autonomía supera las diez horas, dependiendo de la propulsión y la fiabilidad de sus enlaces de datos.

El Saebyeol-4, que también se mostró de nuevo durante el evento Kalma, conserva su configuración inspirada en el RQ-4 Global Hawk. Con una envergadura aproximada de 30 a 35 metros y una longitud de entre 10 y 15 metros, el dron está diseñado para misiones de vigilancia prolongadas.

Su tren de aterrizaje, adaptado del Chengdu J-7 derivado del MiG-21, sugiere la reutilización de componentes ya disponibles en el inventario de Corea del Norte. Su peso, inferior a nueve toneladas, limita la integración de sensores más pesados, como los radares de apertura sintética de largo alcance. Sin embargo, la presencia de una antena satelital en algunas aeronaves indica un esfuerzo por lograr un control a larga distancia y operar el dron a varios cientos de kilómetros del territorio norcoreano.

El desarrollo de ambos drones sigue la dirección marcada por Kim Jong Un en el VIII Congreso del Partido en 2021, cuando solicitó plataformas capaces de atacar objetivos a distancias de 500 km o más. Las repetidas pruebas detectadas en Panghyon desde 2023, junto con las marcas de explosiones asociadas a los ensayos con drones de ataque, confirman la inversión sostenida en el programa.

La visita de Kim al complejo de sistemas no tripulados en septiembre de 2025 pone de relieve el intento de establecer una cadena de producción y desarrollo autónoma que incorpore sensores electroópticos, enlaces satelitales y fuselajes basados ​​en diseños extranjeros.

El Saebyeol-4 proporcionaría a Pyongyang vigilancia de larga duración sobre zonas costeras, corredores aéreos militares y movimientos navales del adversario. Su probable altitud de crucero, superior a los 10.000 metros, dificultaría la interceptación de los recursos de defensa aérea más antiguos. El Saebyeol-9 podría realizar misiones de ataque limitadas contra objetivos fijos como radares, depósitos o emplazamientos de artillería, y también podría utilizarse para desafiar las defensas surcoreanas mediante trayectorias repetidas o vuelos coordinados.

Persisten incertidumbres sobre la calidad de sus sensores y la estabilidad de sus enlaces de comunicación, factores que podrían limitar su precisión.

La renovada aparición de estos drones en la base aérea de Kalma subraya una tendencia estratégica más amplia: Corea del Norte está consolidando una capacidad aérea asimétrica que combina vigilancia extendida y funciones de ataque limitadas. Aunque su rendimiento se mantenga por debajo del de los sistemas actuales estadounidenses o chinos, estas plataformas amplían las opciones operativas de Pyongyang y complican la planificación para Seúl, Tokio y Washington.

A medida que se intensifica la cooperación militar entre Pyongyang y Moscú, cualquier mejora técnica de estos drones requerirá una estrecha vigilancia debido a su posible impacto en el ya frágil equilibrio de seguridad en el noreste asiático.

Alain Servaes

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