El NORAD de EE.UU. detecta un avión de inteligencia electrónica ruso Il-20M cerca del espacio aéreo de Alaska
El Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) anunció la localización y el seguimiento de un avión de reconocimiento ruso Il-20M, designado por la OTAN como “Coot-A”, que operaba en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ZIDA) de Alaska.
Si bien la presencia de este avión activó las medidas de vigilancia e interceptación de Estados Unidos, permaneció en todo momento en el espacio aéreo internacional sin entrar en el espacio aéreo soberano de Estados Unidos ni de Canadá. El incidente refleja un patrón habitual en la región, donde aviones militares rusos se aproximan a la ZIDA de Alaska, lo que provoca sistemáticamente la respuesta de las fuerzas norteamericanas.
El NORAD informó que se desplegaron dos cazas F-16 y un avión cisterna KC-135 para el seguimiento, la identificación y escolta de la aeronave rusa durante su vuelo en la zona. La operación se llevó a cabo según los procedimientos establecidos. El comando destacó que estas misiones se llevan a cabo de conformidad con las normas internacionales, ya que la ADIZ es una parte del espacio aéreo internacional donde las autoridades nacionales exigen la identificación de las aeronaves para garantizar la seguridad y la soberanía.
Una Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) no representa el espacio aéreo nacional, sino una medida preventiva establecida más allá de las fronteras territoriales. Su función es proporcionar una vigilancia temprana de aeronaves que puedan aproximarse al espacio aéreo soberano. Las autoridades norteamericanas consideran estas medidas esenciales para la seguridad del continente, ya que permiten la detección e identificación temprana de vuelos militares extranjeros que podrían considerarse sospechosos.
La presencia de un Il-20M, una aeronave especializada diseñada para misiones de reconocimiento electrónico e inteligencia, resalta la importancia estratégica del Ártico y Alaska en las interacciones militares entre Moscú y Washington.
Desarrollado por la Oficina de Diseño Ilyushin a partir del avión civil Il-18D, el Il-20M realizó su primer vuelo en 1968 antes de entrar en servicio al año siguiente. Fue diseñado para recopilar y analizar un amplio espectro de señales electrónicas, interceptar comunicaciones (COMINT), detectar emisiones de radar enemigas (ELINT) y transmitir esta información en tiempo real a los centros de mando. Su fuselaje modificado alberga diversos sistemas, entre ellos el radar aerotransportado de visión lateral (SLAR) Igla-1, instalado en un carenado ventral, la cámara panorámica A-87P, sensores infrarrojos y múltiples antenas dedicadas a la interceptación de señales. Entre sus sistemas más destacados se encuentran los complejos Vischnya, SRS-4 Romb y Kvadrat-2, que le permiten localizar y caracterizar emisiones hostiles.
El Il-20M está propulsado por cuatro motores turbohélice Ivchenko AI-20M, cada uno de los cuales genera 4250 caballos de fuerza, lo que le permite alcanzar una velocidad máxima de aproximadamente 685 km/h, con una velocidad de crucero de 650 km/h y una autonomía de 4300 kilómetros. Con 36 metros de longitud, 37,5 metros de envergadura y 10,1 metros de altura, la aeronave opera con una tripulación de trece personas, incluyendo ocho especialistas de misión a cargo de los sistemas de inteligencia.
Aunque no está armado, desempeña un papel decisivo en las operaciones militares modernas al proporcionar superioridad en información. Se ha desplegado en múltiples conflictos, desde Afganistán hasta Siria, donde contribuyó a la coordinación de ataques y a las evaluaciones en el campo de batalla.
Según el comunicado oficial, la actividad rusa observada sobre la ZIDA de Alaska no representó una amenaza directa y coincidió con una serie de operaciones similares realizadas regularmente. Los vuelos de aeronaves rusas en esta zona se han convertido en algo habitual para el NORAD, que responde sistemáticamente enviando cazas para confirmar visualmente la identidad de las aeronaves y garantizar una vigilancia continua. Estas intercepciones, aunque rutinarias, demuestran el mantenimiento de una vigilancia constante y reflejan el clima de desconfianza estratégica entre Rusia y Norteamérica.
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