La Marina portuguesa podría adquirir tres fragatas de defensa e intervención (FDI) del Grupo Naval francés.
Entre Lorient y La Spezia, Lisboa se ha convertido en el nuevo escenario de la construcción naval europea. Oficialmente, el gobierno portugués mantiene una competencia abierta entre Naval Group y Fincantieri. Extraoficialmente, según Defence 360, la Marina Portuguesa (Marinha) se inclina claramente por tres fragatas francesas de defensa e intervención (FDI). En términos de valor, este sería el mayor contrato armamentístico portugués desde los submarinos Tridente, con un coste estimado de entre 2.000 y 3.000 millones de euros.
El plazo aumenta la presión. A finales de noviembre, Lisboa debe presentar sus diseños para obtener financiación europea. Al mismo tiempo, el ministro de Defensa, João Gomes Cravinho, indicó al Parlamento que la compra de nuevas fragatas era ahora una «probabilidad muy alta», directamente relacionada con los compromisos de capacidad adquiridos con la OTAN. En otras palabras: si Portugal quiere mantener su credibilidad dentro de la Alianza, debe renovar el núcleo de su flota de combate.
En Lisboa, la competencia franco-italiana se pone de manifiesto en el mar. La batalla también se libra en los muelles. La llegada a Lisboa del Almirante Ronarc’h (D660), la primera fragata francesa FDI en realizar pruebas de mar, coincidió con las declaraciones del ministro. Fincantieri respondió enviando la fragata Emilio Bianchi para defender su candidatura ante las autoridades políticas y militares. A falta de declaraciones oficiales, las siluetas de los buques transmiten el mensaje.
El Grupo Naval apuesta por una combinación de argumentos: una fragata ya exportada a Grecia, construida según los estándares modernos de guerra aérea y antisubmarina, y una sólida base industrial local. El grupo francés ha firmado un acuerdo con el laboratorio LASIGE de la Universidad de Lisboa y cuenta con colaboraciones con dieciséis empresas portuguesas en quince programas europeos, centrados en sistemas navales inteligentes, ciberseguridad e ingeniería naval digital.
Para Lisboa, lo que está en juego va más allá de la elección de un casco o un radar. La futura fragata debe integrarse en un amplio plan de modernización: la sustitución gradual del Vasco da Gama y el Bartolomeu Dias, el pedido de nuevas patrulleras, el buque de apoyo D. João II, buques logísticos y la consideración de dos submarinos adicionales. En última instancia, la Marina Portuguesa aspira a una flota de seis fragatas multipropósito. El contrato de la FDI, de concretarse, reflejará tanto la posición de Portugal en la OTAN como su compromiso con un sector naval europeo estructurado en torno a Francia y no a Italia.
Pierre Sauveton


