La primera prueba de fuego real del HQ-20 marca un importante avance en la defensa aérea china.
Durante años, el HQ-20 existió principalmente como un programa del que solo se hablaba. Más allá de apariciones en desfiles y escasas imágenes estáticas, el sistema permaneció rodeado de ambigüedad, lo que llevó a los analistas a cuestionar su estado de desarrollo, su madurez operativa y su preparación para el combate.
La decisión de China de realizar públicamente una prueba de fuego real completa pone fin a esa incertidumbre. Confirma que el sistema de misiles tierra-aire HQ-20 ya no es un proyecto conceptual ni se encuentra en fase de pruebas limitadas, sino que ahora es un activo operativo, listo para el combate e integrado en los regimientos de defensa aérea de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación.
Al mostrar en funcionamiento la configuración de lanzamiento vertical de ocho celdas del sistema, Pekín envía un contundente mensaje estratégico a las fuerzas armadas de la región, incluidas las de Japón, Corea del Sur, Taiwán, India y Estados Unidos.
La demostración pone de relieve que China no solo está reforzando sus defensas aéreas, sino también reduciendo la brecha tecnológica con los sistemas de defensa antimisiles occidentales. Esta transparencia —poco común en los programas de armas estratégicas chinas— sugiere una creciente confianza en la capacidad operativa del HQ-20 y su papel en la estrategia china de negación de acceso/área (A2/AD).
La prueba de fuego real se realizó tras el debut del HQ-20 durante el Desfile del Día de la Victoria del 3 de septiembre de 2025, que conmemoró el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Durante el desfile, el sistema apareció en una formación estática en tierra, sin revelar mucho sobre sus capacidades.

En conjunto, estos eventos proporcionan una cronología de la rápida transición del HQ-20 —desde su presentación pública a principios del tercer trimestre de 2025 hasta la confirmación de operaciones con fuego real apenas dos meses después—, lo que indica un ritmo de despliegue más rápido de lo esperado, coherente con la modernización estratégica más amplia de Pekín.
La aparición del HQ-20 cubre una brecha reconocida desde hace tiempo entre el sistema de medio alcance HQ-16 de China y las familias HQ-22A y HQ-9, clasificadas en el espectro de largo alcance.
Montados sobre un chasis de alta movilidad 8×8, cada lanzador transporta ocho contenedores de misiles sellados, dispuestos en dos filas de cuatro, superando la densidad de los lanzadores de seis celdas del HQ-16 y de cuatro celdas del HQ-9. Esta densidad es crucial en escenarios de ataque masivo, donde el número de interceptores listos para disparar puede determinar la supervivencia de los nodos de radar y la infraestructura estratégica.
El mecanismo de lanzamiento vertical del HQ-20 permite el ataque en todos los azimuts de 360 grados sin necesidad de rotar el vehículo, lo que mejora la capacidad de supervivencia frente a amenazas que se aproximan rápidamente, como misiles de crucero, vehículos aéreos no tripulados o aeronaves furtivas que intentan la penetración multivectorial.
Los radares de apoyo y los elementos de mando revelan cómo el HQ-20 encaja dentro de la doctrina china en evolución de defensa aérea estratificada, distribuida y con capacidad de supervivencia.
Los radares de alerta temprana de onda métrica —similares en concepto al JY-27— proporcionan detección de largo alcance optimizada para aeronaves de baja detectabilidad. Las tareas de control de fuego se realizan mediante radares de barrido electrónico activo (AESA) capaces de rastrear docenas de objetivos, gestionar la guía en la fase intermedia e integrarse con sensores en red.
Según las evaluaciones, el radar de control de fuego del HQ-20 puede detectar alrededor de 100 objetos aéreos a distancias cercanas a los 400 kilómetros, priorizando aproximadamente 20 amenazas simultáneamente, lo que indica un diseño maduro centrado en la red destinado a atacar objetivos modernos de alta velocidad y baja firma.
El sistema de mando integra datos procedentes de satélites, aeronaves de alerta temprana aerotransportada, sensores terrestres y nodos de seguimiento óptico mediante enlaces de comunicación seguros y resistentes, diseñados para operar bajo intensas condiciones de guerra electrónica.
El interceptor HQ-20 es un misil de combustible sólido de lanzamiento vertical, guiado por navegación inercial y actualizaciones de mando durante la trayectoria antes de pasar al guiado activo por radar terminal. Según informes, el misil podría utilizar un motor de doble pulso para mejorar su agilidad durante el ataque final, especialmente contra aeronaves en maniobra o misiles de crucero de vuelo rasante.
Las estimaciones de alcance varían considerablemente —lo que refleja la incertidumbre o la posible existencia de múltiples variantes—, pero generalmente se sitúan entre 150 y 160 kilómetros para la versión básica. Algunas proyecciones más ambiciosas sugieren posibles variantes que alcanzan entre 400 y 500 kilómetros, aunque estas afirmaciones aún no se han verificado.
Según los informes, la altitud de ataque abarca desde tan solo 10 metros —el ámbito de los misiles de crucero— hasta unos 25 kilómetros, solapándose con el alcance tanto del HQ-16 como del HQ-22A. Esta superposición gradual refleja el objetivo de China de eliminar las «altitudes de fuga» donde los adversarios podrían aprovechar los puntos ciegos en la cobertura de radar o el posicionamiento de los interceptores.
El HQ-20 se une a una compleja familia de sistemas de misiles Hongqi que cubren la intercepción de misiles balísticos, de corto, medio y largo alcance.
La demostración con fuego real del 11 de noviembre de 2025 representa más que un hito técnico: marca un punto de inflexión estratégico. China ha indicado que el HQ-20 no es simplemente un activo experimental, sino un interceptor plenamente operativo que está definiendo el futuro de su doctrina de defensa aérea.
Con su lanzador vertical de ocho celdas, su radar mejorado, su capacidad de reacción rápida y su integración en redes de alerta temprana de última generación, el HQ-20 se ha consolidado como un pilar fundamental del escudo defensivo multicapa de China. Su presentación pública y la confirmación de su estado operativo están a punto de redefinir las evaluaciones de amenazas regionales y reorientar la planificación militar en todo el este de Asia.
A medida que Pekín continúa expandiendo y perfeccionando su infraestructura de defensa aérea, la llegada del HQ-20 señala que el alcance de las capacidades de denegación de acceso/área de China está creciendo no solo en escala, sino también en sofisticación tecnológica, resistencia e intención estratégica.
Jérôme Brahy


