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Los drones de EE.UU. ayudan a Japón a patrullar la multitud de islas evitando la vigilancia humana constante.

Japón ha decidido incorporar drones de fabricación estadounidense a la vigilancia aérea de primera línea en las muchas islas situadas en el Mar de China Oriental según fuentes del Ministerio de Defensa japonés. El plan consiste en utilizar drones MQ-9B SeaGuardian de larga duración para vigilar las zonas de aproximación donde aeronaves y buques no identificados realizan sondeos rutinarios, y reducir el número de despliegues de cazas que han desgastado a las tripulaciones y las estructuras de los aviones durante la última década.

El SeaGuardian es una plataforma de altitud media diseñada para inteligencia, vigilancia y reconocimiento continuos. Incorpora un radar marítimo multimodo, sensores electroópticos e infrarrojos, y receptores de identificación marítima. Los informes sugieren que las pruebas operativas centradas en intrusiones comenzarán el próximo año. Esto brindará a Japón una nueva forma de gestionar la vigilancia diaria en el Mar de China Oriental y más allá.

El MQ-9B está diseñado para ofrecer resistencia e integración. Este vehículo aéreo está conectado por satélite y certificado para operar en espacio aéreo civil con un sistema de detección y evasión, lo cual es importante porque las rutas de patrulla japonesas atraviesan corredores comerciales concurridos. Su autonomía típica supera las 30 horas, dependiendo de la configuración, y las comunicaciones de la industria han acercado las cifras de autonomía a las 40 horas para ciertas misiones.

Esto diferencia fundamentalmente a la plataforma de un avión de patrulla tripulado que debe rotar a sus tripulaciones y recuperarse a la base. El sistema de sensores es modular, con un radar marítimo que proporciona búsqueda superficial de área extensa y penetración meteorológica, la torreta EO/IR para gestionar la identificación y la calidad del seguimiento a distancia, y receptores del Sistema de Identificación Automática para ayudar a fusionar una imagen coherente del barco con la información que detecta el radar. El resultado es un dron que puede mantener la altitud a una altitud razonable, mantener el seguimiento y enviar un flujo continuo de señales a los puestos de mando y, cuando sea necesario, a los interceptores.

Japón no parte de cero con este avión. La Fuerza de Autodefensa Marítima ya ha probado el SeaGuardian, y las autoridades japonesas han pasado de las demostraciones operadas por contratistas a la planificación de adquisiciones para una flota de decenas de unidades en los próximos años. La Guardia Costera también ha estado volando este modelo desde bases del norte y ha intensificado las patrullas hacia la zona de las islas Senkaku, lo que proporciona a Tokio experiencia práctica en la creación de bases, la coordinación del espacio aéreo y la difusión de datos.

Al introducir un nuevo dron en el panorama aéreo nacional no se trata solo de comprar el dron: se trata de certificar los procedimientos, probar el sistema de detección y evasión con el control de tráfico aéreo y conectar las señales al centro de operaciones conjuntas para que la imagen sea utilizable por pilotos, marineros y comandantes de tierra bajo presión.

Un solo dron puede permanecer en órbita durante un día y una noche, vigilando contactos que, de otro modo, obligarían a múltiples lanzamientos de cazas o aviones de patrulla. Cuando un objeto aéreo se aproxima a la Zona de Identificación de Defensa Aérea o a una frontera marítima sensible, el dron puede clasificar, mantener la trayectoria y transmitir vectores a recursos tripulados que solo se lanzan cuando existe una necesidad real de interceptación. Esto reduce costes, ahorra horas de fatiga en las flotas de cazas y, lo que es igual de importante, facilita los plazos de mando.

Los sensores del MQ-9B también permiten el trabajo interdominio. Un contacto en superficie que parece rutinario a la luz del día puede mantenerse con mal tiempo y oscuridad. Si el contacto desactiva su transpondedor o divide la formación, la continuidad de la trayectoria se mantiene. El conjunto de comunicaciones del dron permite la conexión de datos a redes conjuntas, lo que posibilita compartir la imagen rápidamente.

Los aviones y barcos chinos tienen mayor presencia al sur, mientras que los vuelos rusos se mantienen activos al norte. Los despegues de cazas suponen un gasto de combustible, ciclos de mantenimiento y personal. Tokio ya ha endurecido las normas sobre incursiones con drones y ha mostrado su disposición a derribar aeronaves no tripuladas que violen el espacio aéreo. La incorporación del SeaGuardian a las patrullas rutinarias ofrece una respuesta mesurada que se ajusta a las recientes reformas de defensa de Japón: más sensores, más redes y un umbral más claro para el despegue de aviones tripulados.

También se alinea con el enfoque marítimo de Japón: el Mar de China Oriental está congestionado, la línea entre la guardia costera, la milicia marítima y los buques de la armada suele ser difusa, y la capacidad de mantener una vigilancia constante a través de esa línea resulta útil. Para los aliados, la señal es que Japón está invirtiendo en masa en ISR en lugar de perseguir cada intrusión con un avión rápido. Para los competidores, significa ser rastreados antes y durante más tiempo, con menos brechas que explotar.

Alain Servaes

Un comentario en «Los drones de EE.UU. ayudan a Japón a patrullar la multitud de islas evitando la vigilancia humana constante.»

  • Espero que algún día el Euromale llegue a buen fin sería un elemento de patrullaje del Mar de Alboran – Estrecho- Canarias muy valioso

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