Bélgica quiere unirse al proyecto SCAF como «socio de pleno derecho lo antes posible».
Como era de esperar, la Visión Estratégica 2025 que acaba de publicar el gobierno belga confirma algunas orientaciones que se habían adelantado estas últimas semanas, como la profundización de la asociación estratégica CaMo [Capacidad Motorizada] que, establecida con Francia, podría traducirse en la compra de 1.500 vehículos blindados adicionales del programa SCORPION [Sinergia de Contacto Reforzada por la Versatilidad y la Valorización de la Información], o incluso en la compra de una tercera fragata.
Se enfatiza la necesidad de dotar a Bélgica de una capacidad de defensa aérea de medio o largo alcance… pero la elección del sistema que se adquirirá aún está por verse. El anterior gobierno belga había sugerido que el SAMP/T franco-italiano [Sol-Air Moyenne Portée/Terrestre] era la opción preferida. Sin embargo, esto ya no es así, ya que la Visión Estratégica 2025 menciona la cooperación con los demás países del Benelux, concretamente Luxemburgo y los Países Bajos.
Durante la presente legislatura, Bélgica invertirá en un sistema de defensa aérea y antimisiles de superficie (SBAMD) para proteger todo el territorio nacional, con especial atención a las infraestructuras sensibles. El gobierno se ha declarado a favor de una mayor cooperación en este ámbito dentro del BENELUX, según el documento.
Y este último insistió: “Este enfoque es aún más relevante porque los Países Bajos ya cuentan con experiencia demostrada en este ámbito, lo que facilitará la transferencia de conocimientos y contribuirá al rápido surgimiento de una capacidad belga autónoma y eficiente”.
Sin embargo, las fuerzas holandesas tienen sistemas Patriot estadounidenses… lo que, obviamente, no deja ninguna posibilidad al SAMP/T.
En la misma línea, y como se esperaba, Bélgica encargará once cazabombarderos F-35A adicionales, que complementarán los treinta y cuatro ya encargados.
Hoy en día, el F-35 es el avión de combate más extendido dentro de la OTAN en términos de cantidad, presencia operativa y convergencia estratégica. Esto lo convierte en un pilar de la interoperabilidad y la cooperación transatlántica y europea dentro de la alianza. Esta interoperabilidad se traduce en logística, tácticas operativas y planificación operativa, explica la Visión Estratégica 2025.
Además, el ministro de Defensa belga, Theo Francken, descartó categóricamente la idea de adquirir otro tipo de avión. «Putin no le teme al Eurofighter, ni al Rafale, ni al Saab Gripen. Le teme al F-35 porque no lo vemos. La superioridad de este avión es indiscutible», declaró en el diario L’Écho a principios de este mes.
Sin embargo, la Visión Estratégica 2025 no descarta una flota mixta, es decir, compuesta por al menos dos tipos diferentes de aviones de combate. Esto “podría aportar un valor añadido en términos de flexibilidad estratégica”, enfatiza. Pero esto solo puede lograrse a largo plazo… y siempre que se mantenga el esfuerzo financiero en defensa.
El anterior gobierno belga había decidido unirse a Francia, Alemania y España en el proyecto del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS). Primero como observador, luego como socio de pleno derecho.
En mayo, el señor Francken pareció cuestionar esta decisión, considerando el GCAP (Programa Aéreo de Combate Global), liderado por el Reino Unido, Italia y Japón, como una posible solución.
Por último, la Visión Estratégica 2025 confirma no sólo el interés de Bélgica en el SCAF/FCAS, sino también sus ambiciones.
“Bélgica desempeña actualmente un papel de observador en el programa franco-alemán-español del SCAF, en el que un caza de nueva generación es solo un elemento de un enfoque de sistema de sistemas”, recuerda el documento.
Añadió: «Como parte del plan STAR, se ha asignado un presupuesto de 300 millones de euros para que nuestro país pueda participar, como socio de pleno derecho, en la siguiente fase de desarrollo, prevista para el período 2026-2030, que debería conducir a la creación de un demostrador tecnológico».
Cabe recordar que Bélgica sólo ha liberado una partida de 60 millones de euros con el objetivo de “posicionar óptimamente su base industrial y tecnológica en términos de posibilidades de cooperación en el marco del programa de desarrollo del SCAF”.
En cualquier caso, concluye el documento sobre este tema, “el Gobierno pedirá al consorcio SCAF que integre a Bélgica como socio de pleno derecho lo antes posible” y «debe garantizarse el valor añadido en términos de retorno social, consolidación y fortalecimiento de la base industrial y tecnológica de defensa”.
En resumen, Bélgica desea unirse a la fase 2 del SCAF, cuyo lanzamiento aún no está asegurado. Como contratista principal para el desarrollo del avión de combate de nueva generación, Dassault Aviation solicita una revisión de las normas de gobernanza para tener vía libre frente a Airbus, cuya voz cuenta por partida doble gracias a la participación de sus filiales alemana y española en este proyecto.
Por otra parte, el director general de Dassault Aviation, Éric Trappier, siempre ha visto con sospecha la posible participación de Bélgica en el SCAF.
“También tengo noticias de la posible participación de Bélgica. En estas condiciones, propongo crear un club F-35 dentro del proyecto SCAF…”, ironizó durante una audiencia parlamentaria en 2023.
Creo que debemos cumplir con nuestro compromiso, lo cual ya no es fácil. Tenemos que completar la Fase 1B con tres personas. Espero que continuemos con la Fase 2, que permitirá que los futuros aviones vuelen, también con tres personas. Si queremos ampliar la cooperación, las conversaciones serán más largas. Les recuerdo que nosotros, los franceses, solo representamos un tercio de este proyecto, ironizo Trappier. Me temo que ir más allá resultará en la pérdida de competencias útiles al incorporar nuevos socios—explicó Trappier—.
Laurent Lagneau



Es el momento de que España se salga de este quilombo
y ceda su sitio a Belgica.
Y que nos unimos al programa de 6ª generación de aviones Rusos, Coreanos del Norte y demas………
No tengo ninguna duda que dadas las buenas relaciones entre los dos primeros ministros alemanes e ingles, y los proyectos militares en común los ingleses recibirían con los brazos abiertos a los alemanes
Que los F-35 no se ven ya es pasado, sino mira el radar LANZA-T de Indra que ya es una realidad.
El concepto de furtividad no pretende convertir un avión (o buque) en invisible (lo cual es prácticamente imposible), sino confundir los sistemas defensivos el tiempo suficiente para atacarlas con ventaja a distancia de seguridad (es decir, antes que pueda ser convertido en blanco y atacado) o huir el combate, puesto que los aviones de 5ta no son solo furtivos, sino que sus capacidades incluyen una conciencia situacional del campo de batalla amplificado, proporcionado por sus propios sensores activos/pasivos o información provista por fuentes externas. Estos aviones plantean problemáticas difíciles a los sistemas defensivos basados en sistemas EM (como los radares), puesto que si bien los radares avanzados 3D como el Indra LANZA-T estarían en condiciones de detectarlos, es muy difícil centrarlos como blanco para que un misil pueda guiarse hasta el avión y destruirlo.
Respecto a los deseos de Bélgica de participar como socio de pleno derecho, indica que el proyecto dispone de buena salud, a pesar de las desavenencias que plantea Francia, en realidad Dassault. Esta última concentra los conocimientos necesarios para realizar un caza avanzado, pero hay dos cosas para decir. En primer lugar, que Dassault no pone el dinero, sino el gobierno de Francia; y segundo, que el NGF es solo una parte de un sistema mucho más complejo, que es SCAF. Habrá que ver también hasta qué punto Dassault puede tirar sola, creo que Trappier intenta posicionar su empresa en un lugar de privilegio y, en especial, proteger las patentes de productos tecnológicos novedosos, que, quizá, le correspondan. Lo que no corresponde, es que el gobierno francés no ponga límites a la conducta de una empresa, puesto que si bien tiene todo lo necesario para ser líder de un proyecto como el NGF, necesita del resto para concretar un producto que no es solo un avión, y que este, además, integrará numerosos componentes y sistemas que no serán propiedad de Dassault. Ese es un juego político interno de Francia que sus responsables deben tomar por las astas y solucionar. Es posible que Indra o Hensoldt tengan intereses parecidos a Dassault, pero parecieran tener conciencia que individualmente nunca llegarán a concretar un proyecto que debe ser considerado europeo, no nacional. Bélgica, por su parte, pretende entrar en el proyecto antes que queden definidas las tecnologías, que son el avance real, no el avión en sí mismo. Repetimos que el interés belga demuestra la sanidad del proyecto, puesto que Bélgica puede ser una nación pequeña en el concierto europeo, pero Bruselas es el corazón de Europa. Desde allí funciona la UE, la OTAN tiene su sede principal, y seguramente cualquier proyecto de defensa integrador como PESCO, también se radicaría en su seno.