China niega haber vendido aviones de combate J-10 a Egipto.
China ha negado oficialmente los informes de que Egipto haya recibido su primer lote de aviones de combate J-10, calificando las afirmaciones de infundadas.
El portavoz del Ministerio de Defensa chino, Wu Qian, se refirió a las especulaciones y afirmó: “No se corresponden con los hechos. Son noticias totalmente falsas”. Esta refutación surge tras un informe del 13 de febrero del Daily News Egypt que afirmaba que El Cairo había recibido la aeronave avanzada.
A pesar de la negación de China, el interés de Egipto en los aviones de combate J-10C y J-31 pone de relieve sus continuos esfuerzos por modernizar su fuerza aérea en medio de complejas limitaciones geopolíticas y desafíos de adquisiciones.
El interés de Egipto por los aviones de combate chinos
La adquisición por parte de Egipto de los J-10C y J-31 refleja un cambio estratégico hacia la diversificación de sus proveedores de defensa. Recientemente, el comandante de la Fuerza Aérea egipcia, el teniente general Mahmoud Fuad Abdel Gawad, se reunió con el general Chang Dingqiu, su homólogo chino, en Pekín para explorar la posible transferencia de estos aviones.
El J-10C, un caza multifunción de cuarta generación y media, cuenta con avanzados misiles aire-aire PL-15 de largo alcance capaces de alcanzar objetivos a una distancia de hasta 300 kilómetros (186 millas), lo que ofrece una plataforma rentable y a la vez potente. Mientras tanto, el J-31 es visto como un posible rival para los aviones furtivos F-35 de Israel, en consonancia con las prioridades de seguridad regional de Egipto.
Este interés no es nuevo. Egipto ha considerado los modernos aviones de combate chinos desde finales de 2022, y el impulso ha cobrado fuerza tras la exhibición del J-10C por parte del Equipo de Acrobacia Aérea el 1 de agosto en la Exposición Aeroespacial y Marítima Internacional de Langkawi en mayo de 2023.

La historia de Egipto con los aviones de guerra chinos, incluidos los bombarderos Xi’an H-6 y los cazas F-7B y J-6 en las últimas décadas, refuerza aún más su apertura a una renovada colaboración con Pekín.
El giro de Egipto hacia China se debe a las frustraciones persistentes con su principal socio en materia de defensa, Estados Unidos. A lo largo de los años, las decisiones de política exterior de Estados Unidos (a menudo vinculadas a preocupaciones sobre derechos humanos, conflictos regionales o dinámicas de alianzas) han obstaculizado la capacidad de Egipto para modernizar su flota de cazas F-16.
Por ejemplo, después del derrocamiento militar del presidente Mohamed Morsi en 2013, Estados Unidos suspendió la ayuda militar, lo que retrasó mejoras críticas para los viejos F-16 de Egipto. Las restricciones a la integración de misiles aire-aire avanzados y tecnologías de radar han limitado de manera similar las mejoras tanto de sus F-16 como de los aviones Rafale, adquiridos a Francia.
Estas limitaciones han llevado a Egipto a buscar proveedores como China, que impone menos condiciones políticas. Este cambio es parte de una estrategia más amplia para asegurar opciones de defensa independientes y confiables, reduciendo la dependencia de El Cairo de socios cuyo apoyo fluctúa según las mareas geopolíticas.
Los esfuerzos de Egipto por adquirir equipos de defensa se han enfrentado a presiones externas adicionales. Estados Unidos amenazó con sanciones si El Cairo seguía adelante con su plan de adquisición del Sukhoi Su-35 de Rusia, lo que llevó a Washington a ofrecer aviones de combate F-15 en 2022 como alternativa.
Israel apoyó esta medida, alentando a Estados Unidos a aprobar la venta del F-15 para fortalecer los lazos entre El Cairo y Washington. Sin embargo, Rusia terminó redirigiendo los Su-35 de Egipto a Irán bajo presión estadounidense.
Por otra parte, Egipto exploró un acuerdo con Italia para adquirir 24 Eurofighter Typhoon, 24 aviones de entrenamiento M346 y un satélite de vigilancia, pero el acuerdo fracasó debido a las preocupaciones sobre el historial de derechos humanos de Egipto.
En el ámbito regional, los Emiratos Árabes Unidos ofrecieron 22 aviones Mirage 2000-9 para reforzar la flota egipcia, mientras que El Cairo también ha conseguido 54 Rafale de Dassault Aviation, reforzando su estrategia de múltiples proveedores.
El rechazo de China a la venta del J-10 no significa necesariamente que Egipto haya perdido interés. Las conversaciones en curso indican que El Cairo sigue comprometido a explorar las opciones chinas, atraído por su asequibilidad, sus capacidades avanzadas y la falta de condiciones restrictivas. No está claro si Egipto todavía tiene intenciones de adquirir el J-10C o el J-31, pero su intención refleja una respuesta pragmática a las limitaciones de sus asociaciones tradicionales.
Los informes en los medios israelíes han resaltado las crecientes preocupaciones dentro de los círculos de defensa y seguridad de Tel Aviv sobre la posible adquisición por parte de Egipto de aviones de combate chinos avanzados J-10C, particularmente si están equipados con misiles aire-aire PL-15.
Darek Liam
El J10 es un derivado del Kfir de IAI , no se si cayó en manos de China por espionaje, o porque se lo vendieron los judíos.
Corrukto: En todo caso sería un derivado del IAI Laví, pero podría no ser un derivado del avión israelí, cuya configuración es muy similar al avión chino. Pero, de hecho, hay un modelo chino (Chengdu J-9B-VI), que no entro en producción, sino que quedó en el estado de maqueta, del que se realizaron estudios en el túnel de viento, que tenía la configuración general del futuro J-10: monomotor, delta sin cola, canards y toma de aire inferior. Es decir, unos años anterior al avión israelí. Estos datos los puedes confirmar, hay numerosas publicaciones al respecto. Una muy completa está en una publicación que se llama Zona Militar.
El problema de Egipto con EEUU es que desde la década del ’80 a esta parte, ha venido reemplazando la mayoría de su cuantioso material ruso-sovietico y chino en todas las ramas, por otros de origen norteamericano. Esto le ha generado una enorme dependencia política a las decisiones de EEUU, maxime cuando el asunto de compra de armas es, cada vez más, una cuestión de alineación política. Pocos países pueden hoy tener proveedores de armas de distintos bloques políticos y no sufrir sanciones, restricciones, embargos y otros medios coercitivos para presionar al país y mantenerlo en la «dirección correcta». Egipto esun caso de manual en esto. El primer pedido de Rafale de Egipto (2015), el primer comprador externo del modelo, fue restringido por EEUU la venta de misiles SCALP, aduciendo que su sistema de guía tenía componentes sensibles de origen estadounidense, que el congreso ventana. Por consiguiente, los aviones fueron entregados sin esos misiles. Luego, durante el segundo pedido (2021), los SCALP pudieron ser entregados porque los componentes originales fueron reemplazados por otros europeos. Pero, las presiones de Washington impidieron la entrega de los aviones hasta que Egipto no renunció a la compra de los Su-35. Una vez que Egipto declaró nula la compra, los aviones pudieron ser entregados, pero sin los misiles AA BVR Meteor pedidos; el Cairo tuvo que conformarse con los MICA. La respuesta a tanta sumisión, es clara: el núcleo acorazado del ejército egipcio está confirmado por cientos de tanques M1 Abrams, la mayoría fabricados y mantenidos localmente. Imaginemos que en medio de una guerra, Egipto sufra el embargo de piezas de repuesto o componentes que no pudieran fabricarse en el país; el resultado sería la indefensión. Lo mismo ocurriría con sus helicópteros Apache y Chinook y tantos otros medios de ese origen. Sin tapujos, Washington controla a el Cairo por medio de sus armas. Este esel panorama de trasfondo que debe considerar el Cairo si quiere mantener adquisiciones militares en Pekín, el principal adversario de EEUU. Adquirir armas allí, implica correr riesgos muy peligroso. Cambiar de proveedor sería económicamente inviable y las sanciones estadounidense se harían sentir hasta en la cima de las pirámides.