¿Qué acciones militares de Estados Unidos podrían seguir al despliegue de fuerzas navales cerca de Venezuela?

Las fuerzas estadounidenses han ampliado su presencia en el Caribe cerca de la costa norte de Venezuela ante la creciente tensión regional.

En este análisis exclusivo se examina el despliegue continuo de las fuerzas armadas estadounidenses en el mar Caribe cerca de la costa norte de Venezuela, donde una marcada intensificación de las operaciones navales, aéreas y especiales refleja la creciente presión de Washington sobre el régimen de Maduro.

Con el respaldo de una renovada presencia militar en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, este país ya ha llevado a cabo en las últimas semanas ataques de interdicción contra embarcaciones presuntamente vinculadas a cárteles de la droga, con un saldo de más de 60 muertos.

Ahora, con grupos de portaaviones, buques de guerra anfibios y plataformas de operaciones especiales posicionados dentro del alcance de ataque del territorio venezolano, el equipo editorial de Army Recognition evalúa que son posibles múltiples contingencias operacionales, incluidos ataques de precisión, bloqueos marítimos o incursiones limitadas contra objetivos estratégicos, aunque no se ha confirmado ningún plan o directiva de Estados Unidos.

Cronología del despliegue de las fuerzas estadounidenses en el Caribe

Agosto de 2025:

La fase inicial del despliegue comenzó con la llegada de una fuerza naval estadounidense desplegada en el Caribe, que incluía los destructores de misiles guiados clase Arleigh Burke USS Stockdale, USS Gravely y USS Jason Dunham, el crucero clase Ticonderoga USS Lake Erie y un submarino nuclear clase Virginia. 

Buques anfibios y con capacidad para operaciones especiales, como el USS Iwo Jima clase Wasp y el USS San Antonio clase San Antonio, fueron desplegados para apoyar la rápida inserción de Unidades Expedicionarias de Marines, Marine Raiders y Fuerzas de Operaciones Especiales.

El MV Ocean Trader, un conocido buque de apoyo a las Fuerzas de Operaciones Especiales, fue localizado frente a las costas de Puerto Rico y a tan solo 78 millas de aguas venezolanas. Estos buques recibieron apoyo logístico del USNS Joshua Humphreys y de un número creciente de recursos aéreos, incluyendo aviones de patrulla marítima P-8A Poseidón y drones MQ-9 Reaper.

Se activó o mejoró la infraestructura regional en la Estación Aeronaval de Key West, el Aeropuerto Rafael Hernández en Aguadilla, Puerto Rico, y el Aeropuerto Henry E. Rohlsen en St. Croix.

Del 3 de septiembre al 27 de octubre de 2025:

Un aumento repentino de vuelos de transporte con aviones Boeing C-17 Globemaster III trasladó equipos, municiones, sistemas de radar e infraestructura de las Fuerzas de Operaciones Especiales a Puerto Rico y las Islas Vírgenes, estableciendo centros logísticos avanzados.

Aeronaves de la Fuerza Aérea y del Cuerpo de Marines de EE. UU., incluidos los KC-130J y los V-22 Osprey, comenzaron a operar desde pistas de aterrizaje regionales.

17 de septiembre de 2025:

Imágenes satelitales confirmaron que los equipos de construcción estaban despejando y repavimentando las pistas de rodaje en la antigua Estación Naval Roosevelt Roads en Ceiba, Puerto Rico. A finales de septiembre, la base volvió a estar operativa, albergando aviones F-35, drones y aeronaves de rotores basculantes en operaciones de combate aéreo desplegadas en el extranjero.

Mediados de octubre de 2025:

En el aeropuerto Rafael Hernández, imágenes satelitales mostraron el despliegue de una torre de control móvil, drones MQ-9 y la construcción de búnkeres para almacenamiento de municiones. Los analistas concluyeron que el aeropuerto se había convertido en una plataforma de lanzamiento de doble uso para vigilancia de larga duración y posibles ataques con drones armados.

De septiembre a octubre de 2025:

En las Islas Vírgenes se observaron mejoras significativas en el Aeropuerto Henry E. Rohlsen de Saint Croix. Se instaló un nuevo radar y se ampliaron las plataformas, mejorando su papel en la coordinación regional de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR) y el reabastecimiento de combustible de los cazas.

Finales de octubre de 2025:

El grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford (CVN-78), integrado por los buques USS Lake Erie, USS Gravely y USS Stockdale, y con el apoyo aéreo de más de 75 aeronaves, inició su tránsito desde el mar Adriático hacia el Caribe. Este despliegue representó la mayor movilización de portaaviones estadounidenses en la región en más de dos décadas.

Buques anfibios y de operaciones especiales permanecieron en posiciones de avanzada frente a Puerto Rico y las Islas de Sotavento.

Desde principios de septiembre de 2025:

Las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo 14 ataques de interdicción cinética contra embarcaciones presuntamente dedicadas al narcotráfico en el Caribe y el Pacífico oriental, con un saldo de 61 muertos. Varias de estas operaciones se realizaron cerca de las fronteras marítimas venezolanas, lo que intensificó la tensión con Caracas.

Respuestas y despliegue de fuerzas de Venezuela

En respuesta, Nicolás Maduro puso en alerta a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). El gobierno venezolano acusó a Washington de preparar una operación para derrocar al régimen y desplegó unidades de defensa aérea y milicias en zonas costeras estratégicas.

El sistema de defensa aérea de Venezuela, compuesto por múltiples capas, incluye los sistemas de misiles S-300VM (Antey-2500) de fabricación rusa, el Buk-M2E y el Pechora-2M.

Para la protección a corta distancia, Maduro ha afirmado públicamente que se han distribuido más de 5000 MANPADS Igla-S en todo el país. La Fuerza Aérea Venezolana conserva entre 20 y 30 cazas Su-30MK2 y un pequeño número de F-16, pero se cree que su nivel de preparación operativa es bajo.

La cobertura de radar está críticamente degradada, con más del 60 % de los sistemas de alerta temprana fuera de servicio fuera del corredor Caracas -La Orchila.

A pesar de estas defensas, la mayoría de los analistas coinciden en que Venezuela no puede resistir una operación conjunta moderna de Estados Unidos. Sus defensas antiaéreas podrían infligir pérdidas tácticas limitadas, pero es improbable que impidan el acceso o eviten que un ataque estadounidense decidido alcance sus objetivos.

Análisis: ¿Qué significa todo esto?

Estados Unidos ha establecido una arquitectura expedicionaria plenamente operativa en todo el Caribe. Desde Roosevelt Roads hasta St. Croix, y con el grupo de portaaviones Gerald R. Ford desplegado, el Pentágono cuenta con la capacidad de realizar vigilancia, inteligencia, reconocimiento y vigilancia (ISR) las 24 horas del día, los 7 días de la semana, interdicción marítima, ataques aéreos de precisión y misiones de operaciones especiales en territorio venezolano.

Estos recursos proporcionan a Washington un amplio abanico de opciones militares, desde acciones cinéticas limitadas hasta operaciones sostenidas a nivel de campaña.

Implicaciones y riesgos de escalada

A noviembre de 2025, se consideran ejecutables tres opciones militares principales en función del posicionamiento actual de las fuerzas:

  1. Golpes de precisión limitados

Estados Unidos podría iniciar ataques selectivos contra emplazamientos de radar, lanzadores de misiles, centros de mando o aeródromos presuntamente vinculados al narcotráfico en Venezuela. Estas operaciones probablemente involucrarían aviones F-35, bombarderos B-1B y misiles Tomahawk lanzados desde destructores y submarinos. Se utilizarían municiones guiadas de precisión para neutralizar objetivos de alto valor, evitando así una escalada a un conflicto a gran escala.

  1. Bloqueo marítimo y aéreo

La Armada estadounidense podría establecer una zona de interdicción conjunta frente a la costa norte de Venezuela, utilizando aeronaves ISR embarcadas, destructores y sistemas no tripulados. Este bloqueo tendría como objetivo interrumpir el contrabando de armas, las exportaciones de drogas y los movimientos de personal sancionado, además de contener la actividad militar venezolana en aguas costeras y espacio aéreo.

  1. Campaña de Fuerzas de Operaciones Especiales

Las operaciones encubiertas con unidades de élite ya cuentan con el apoyo del buque MV Ocean Trader, bases regionales de operaciones especiales y vigilancia con drones. Entre las posibles misiones de las fuerzas de operaciones especiales se incluyen:

– Incursiones de acción directa:
Los SEAL de la Armada o elementos de la Fuerza Delta podrían realizar ataques de precisión contra baterías de misiles, nodos de defensa aérea o búnkeres del régimen mediante inserciones furtivas en helicóptero o lanchas rápidas.

– Reconocimiento y designación de objetivos:
Los Marine Raiders o las Fuerzas Especiales del Ejército podrían operar tras las líneas venezolanas para identificar, rastrear y designar con láser objetivos estratégicos para posteriores ataques aéreos.

– Rescate y extracción de rehenes:
Si personal estadounidense o aliado es capturado o amenazado, las unidades del JSOC podrían ejecutar misiones de exfiltración rápida, lanzadas desde buques anfibios cercanos o aeródromos avanzados.

Estas operaciones ofrecen resultados de bajo impacto y gran repercusión, pero conllevan un riesgo significativo si los equipos se ven comprometidos o se producen bajas, lo que podría atraer a actores regionales o extrahemisféricos como Rusia o Irán.

La presencia militar estadounidense en el Caribe es ahora más que una simple señal. Se trata de una postura operativa plenamente desarrollada, capaz de actuar directamente. La revitalización de Roosevelt Roads, la presencia avanzada de buques anfibios y de guerra especial, y el despliegue del grupo de ataque Gerald R. Ford otorgan a Washington precisión y flexibilidad para una escalada del conflicto.

Ya sea que la siguiente fase implique ataques quirúrgicos, un bloqueo o misiones de fuerzas de operaciones especiales, el terreno para actuar contra Venezuela ya está preparado. Lo que resta es la decisión política y el umbral que Caracas esté o no dispuesta a cruzar.

Alain Servaes

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