Rusia despliega por primera vez en combate el sistema de defensa antimisiles S-500.
El ministro de Defensa ruso, Andrei Belousov, informó en una reunión de la junta directiva del ministerio que el primer regimiento equipado con el sistema de misiles tierra-aire S-500 había entrado en servicio de combate, describiendo el arma como capaz de atacar objetivos en el espacio cercano.
En la misma declaración, Rusia declaró que sus Fuerzas Aeroespaciales habían formado por primera vez una división de defensa aérea y de misiles, lo que indica que el S-500 se está desplegando como parte de una arquitectura integrada de defensa aérea y de misiles, y no como una simple extensión de las unidades S-400 existentes.
La cuestión central es qué cambia un regimiento S-500 operativo en términos militares concretos. Los analistas occidentales generalmente consideran el S-500 Prometheus como el esfuerzo de Rusia por fusionar la defensa aérea de largo alcance con elementos de defensa antimisiles balísticos terminales en un formato móvil.
Desarrollado por Almaz-Antey, el sistema está diseñado para enfrentarse a un amplio espectro de amenazas, incluyendo aeronaves, misiles de crucero, ojivas de misiles balísticos y, potencialmente, ciertos objetivos que operan en órbita baja terrestre, lo que lo sitúa en el extremo superior de la estructura de defensa aérea estratificada de Rusia.
Desde una perspectiva técnica, se cree que el S-500 emplea múltiples tipos de interceptores en lugar de una única solución de misiles. Evaluaciones de código abierto sugieren que puede disparar misiles de largo alcance contra objetivos aerotransportados, junto con interceptores dedicados optimizados para amenazas balísticas de alta velocidad y del espacio cercano.
Su alcance de ataque se sitúa comúnmente entre 500 y 600 kilómetros para objetivos seleccionados, mientras que se estima que su alcance de altitud supera con creces los sistemas tradicionales de misiles tierra-aire de largo alcance. Según se informa, la arquitectura del radar combina radares de adquisición de largo alcance con radares de ataque especializados, lo que permite el seguimiento y el control de fuego contra objetos rápidos a gran altitud con un tiempo de reacción reducido.
La repetida referencia al ataque en el espacio cercano es significativa desde el punto de vista operativo. Si el sistema puede interceptar objetivos a altitudes cercanas o superiores a los 100 kilómetros, difuminará eficazmente la línea entre defensa aérea y defensa antimisiles. Esto permitiría a las fuerzas rusas contrarrestar la fase terminal de las trayectorias de misiles balísticos y complicaría el uso de plataformas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento a gran altitud.
Se cree que algunos interceptores asociados con el S-500 utilizan tecnología de impacto directo contra objetivos balísticos, lo que refleja un cambio de doctrina hacia intercepciones de mayor precisión en este tipo de amenaza.
En términos operativos, un regimiento S-500 que entra en combate debe entenderse como un recurso de protección estratégica, más que como un sistema de defensa aérea en el campo de batalla. Su misión principal probablemente sea la defensa de las autoridades de mando nacionales, la infraestructura estratégica, las principales bases aéreas y los elementos de la disuasión nuclear rusa.
Incluso un despliegue limitado puede obligar al adversario a adaptar la planificación de sus ataques, recurriendo cada vez más a la penetración a baja altitud, los señuelos, los ataques de saturación y la supresión coordinada de las defensas aéreas enemigas. Sin embargo, a nivel táctico, la eficacia del S-500 depende en gran medida de su integración con sistemas de corto alcance que lo protegen de misiles de crucero, drones y aviones de ataque.
El historial de desarrollo del S-500 sugiere que se debe ser cauteloso al evaluar su impacto inmediato. El programa ha experimentado repetidos retrasos durante más de una década, y las primeras unidades desplegadas podrían no reflejar la capacidad completa anunciada originalmente. Declarar un regimiento en servicio de combate indica preparación y señales de disuasión, pero no confirma automáticamente la producción a gran escala, el inventario completo de interceptores ni un entrenamiento exhaustivo de la tripulación en condiciones reales de combate.
En comparación con sus homólogos occidentales, el S-500 ocupa un nicho único pero controvertido: el sistema THAAD estadounidense está optimizado para la defensa antimisiles balísticos terminales y las intercepciones exoatmosféricas, pero no está diseñado para la defensa aérea de largo alcance contra aeronaves.
El sistema de defensa antimisiles balísticos Aegis, con interceptores SM-3, se centra en las intercepciones a medio camino en el espacio, basándose en plataformas navales y sensores en red en lugar de unidades terrestres móviles. El Arrow 3 de Israel está diseñado específicamente para intercepciones espaciales y ha demostrado su utilidad operativa, mientras que sistemas europeos como el SAMP/T NG priorizan la movilidad y la integración en las redes de defensa aérea de la OTAN, en lugar del alcance a gran altitud.
En definitiva, la introducción del S-500 en combate refuerza el nivel superior de la defensa aérea y antimisiles integrada de Rusia y añade complejidad a cualquier posible campaña de ataque de alto nivel contra territorio ruso. Sin embargo, su verdadero impacto en el campo de batalla dependerá de la escala de producción, la integración operativa y el rendimiento en condiciones de conflicto.
Hasta que estos factores se demuestren con mayor claridad, el S-500 debe considerarse una capacidad potencialmente significativa cuyo valor estratégico supera actualmente su historial operativo comprobado.
Alain Servaes



A que solo estará protegiendo a Moscú y se encontrará tan protegido como el Kremlin. Por eso que los Ucranianos lo quieran destruir….