Un destructor de la Marina de EE.UU. bloquea la ruta de un petrolero ruso en dirección a Venezuela.
Un petrolero con bandera rusa sujeto a sanciones estadounidenses fue interceptado el pasado viernes por el destructor USS Stockdale de la Marina estadounidense cerca de aguas territoriales venezolanas. La maniobra del buque obligó al petrolero a desviarse, en lo que, según los analistas, forma parte del creciente uso del poder naval por parte de Washington en el Caribe para interrumpir los envíos de nafta de Moscú al gobierno de Maduro.
El petrolero Seahorse, de bandera rusa y sancionado por el Reino Unido y la Unión Europea, transportaba un cargamento de nafta, combustible esencial para la producción de crudo pesado de Venezuela. Tras zarpar de Cuba el 13 de noviembre, el Seahorse se dirigió hacia aguas venezolanas cuando el USS Stockdale, un destructor de misiles guiados de la clase Arleigh Burke, se interpuso en su trayectoria. Para evitar una colisión entre las dos naves, el buque ruso viró y modificó su rumbo. Desde entonces, ha realizado dos intentos fallidos de aproximación a las costas venezolanas antes de establecerse en una inusual espera en el Caribe central.
La vigilancia militar estadounidense reforzada define ahora la región donde ocurrió la interceptación. Desde finales de septiembre, el USS Stockdale y más de una docena de buques de guerra estadounidenses han sido desplegados en el mar Caribe como parte de una operación marítima ampliada bajo el Comando Sur de EE. UU. Si bien oficialmente se trata de una misión antinarcóticos, este despliegue también ejerce presión estratégica sobre los recursos económicos venezolanos e interrumpe los flujos ilícitos de combustible ruso.
Lo que comenzó como una operación antinarcóticos se ha convertido en una campaña marítima más amplia que permite a Washington aplicar sanciones y contrarrestar la influencia de las potencias extranjeras que respaldan regímenes autoritarios en Latinoamérica. La presencia de destructores con misiles guiados y equipos de vigilancia avanzada cerca de rutas comerciales críticas transmite un mensaje deliberado. Si bien no existe un bloqueo formal, el uso de la interceptación de rutas y la persistente presencia naval impiden eficazmente la libertad de movimiento de los buques que evaden las sanciones.

El aumento del riesgo operacional derivado del control activo e interrupción de las rutas petroleras entre Cuba y Venezuela por parte de las fuerzas navales estadounidenses ha modificado directamente el comportamiento de los petroleros rusos. El Seahorse, parte de una pequeña flota que sustenta el sector petrolero venezolano, ya había entregado carga en octubre. Tras regresar a Cuba para reabastecerse, intentó otra entrega, pero se vio obligado a retirarse, una maniobra inusual en este corredor, ya que los analistas que siguen el tráfico marítimo señalan que este tipo de cambios bruscos y paradas prolongadas son poco frecuentes.
La dependencia de Venezuela de la nafta importada coloca a PDVSA, la petrolera estatal, en una vulnerabilidad crítica: sin este combustible para diluir su crudo extrapesado para la exportación, las operaciones de refinación y producción se desaceleran drásticamente, amenazando una de las pocas fuentes de divisas del régimen de Nicolás Maduro. Interrumpir estas importaciones mediante maniobras navales constituye un desgaste estratégico, limitando las opciones del régimen sin una intervención militar directa.
La mayor presencia militar estadounidense en el Caribe, aunque presentada como una estrategia antinarcóticos, se asemeja ahora a una campaña de presión que aísla a Venezuela e impide el apoyo regional de Rusia. Las unidades de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur atacan cada vez más tanto a los cárteles de la droga como a los envíos de actores sancionados, reforzando así un sistema de seguridad estratificado y ampliando la disuasión estratégica estadounidense en rutas marítimas vitales.
Mientras el Seahorse permanece inactivo sin entregar combustible en alta mar, los retrasos e interrupciones resultantes obstaculizan claramente la logística energética de Venezuela y los esfuerzos de Rusia para ayudar a Maduro. El uso efectivo de la postura del USS Stockdale para bloquear estos envíos ejemplifica una sofisticada estrategia marítima estadounidense que aborda tanto el contrabando como los desafíos geopolíticos en una sola operación.
Alain Servaes


