Aviones de combate chinos J-15 del portaaviones Liaoning fijan sus radares en aviones japoneses.
El Ministerio de Defensa de Japón confirmó el 7 de diciembre que dos cazas Shenyang J-15, despegados desde el grupo de ataque del portaaviones chino Liaoning, fijaron sus radares de control de fuego en aviones de patrulla de las Fuerzas de Autodefensa Japonesas el 6 de diciembre, durante operaciones al sur de Okinawa. Las autoridades japonesas calificaron la acción de altamente provocativa, señalando que el bloqueo de radar se interpreta como un precursor del ataque con misiles y rara vez se utiliza fuera de contextos de combate.
Tokio afirmó que los aviones de las Fuerzas de Autodefensa de Japón completaron su misión sin alterar su rumbo, y el gobierno presentó una protesta formal por vía diplomática.
Los cazas J-15 de la Marina china, despegando desde el portaaviones Liaoning, participaron en operaciones de vuelo al sur del archipiélago de Okinawa como parte de un grupo de ataque de portaaviones de la Marina del EPL, que incluía tres destructores con misiles guiados.

Durante estas operaciones, dos aviones de vigilancia japoneses fueron iluminados por radar por los cazas chinos. El uso del radar de control de tiro en tiempos de paz se considera una acción agresiva, que simula la fase final de selección del objetivo del lanzamiento de un misil, y rara vez se emplea en los procedimientos estándar de intercepción.
Japón desplegó cazas F-15J desde la Base Aérea de Naha después de que las unidades de inteligencia electrónica confirmaran la fijación del radar. Las aeronaves de alerta temprana aerotransportadas también registraron las emisiones, eliminando cualquier ambigüedad sobre el incidente. Aunque no se dispararon misiles, este uso deliberado del radar de seguimiento contra plataformas tripuladas japonesas constituye uno de los incidentes aéreos más graves que involucran a China en la región hasta la fecha.
El J-15, basado en el Su-33 ruso y equipado con sistemas de radar y misiles de fabricación china, como el PL-12 y el PL-15, es un caza pesado multifunción diseñado específicamente para operaciones en portaaviones. Su eficacia en combate, anteriormente limitada por la ausencia de catapultas en las cubiertas de los portaaviones, se está transformando a medida que la aviación naval china entra en una nueva era de guerra en portaaviones, respaldada por avances tecnológicos y ambición estratégica.
Durante la última década, la Marina del Ejército Popular de Liberación ha evolucionado rápidamente de la defensa costera a las operaciones en alta mar. Esta transformación comenzó con la puesta en servicio en 2012 del Liaoning, un portaaviones soviético de clase Kuznetsov modernizado, adquirido a Ucrania, y que representó el primer paso de China en la aviación naval.
Inicialmente como una plataforma de entrenamiento, el Liaoning pronto entró en funcionamiento, albergando operaciones regulares de vuelo del J-15 y ejercicios con fuego real.
Tras el hito de 2012, el lanzamiento en 2019 del Shandong, el segundo portaaviones (el primero de fabricación nacional de China), simplificó la evolución de los portaaviones al incorporar mejoras en el diseño, el manejo de aeronaves y los sistemas de apoyo. A pesar de la continua dependencia de un sistema de lanzamiento con salto de esquí que limitaba la frecuencia de salidas y la carga útil, el Shandong mejoró los despliegues de doble portaaviones de la Marina y las operaciones persistentes en zonas marítimas en disputa, como los mares de China Meridional y Oriental.
El salto más significativo en las capacidades de los portaaviones se produjo en noviembre de 2025 con el lanzamiento del Fujian, el tercer y más avanzado portaaviones de la AELP. Con catapultas electromagnéticas, propulsión eléctrica integrada y una cubierta de vuelo más amplia, el Fujian introduce a China en las operaciones de portaaviones de nueva generación. Diseñado de pies a cabeza para rivalizar con los portaaviones de la Marina estadounidense en velocidad, ala aérea y tecnología, se espera que el Fujian despliegue más de 60 aeronaves, incluyendo un caza furtivo de nueva generación.
De cara al futuro, China ya ha confirmado la construcción de un cuarto portaaviones, que se espera sea de propulsión nuclear. Este desarrollo futuro permitiría despliegues sostenidos sin las limitaciones logísticas del reabastecimiento de combustible convencional, además de un mayor alcance y una mayor generación de misiones. Dicha plataforma también indicaría la intención de China de mantener una presencia continua no solo en el Indopacífico, sino también, eventualmente, en el océano Índico, y posiblemente cerca de las rutas marítimas de África y Oriente Medio.
A medida que la fuerza de portaaviones de China se ha expandido, también lo ha hecho su alcance operativo. En los últimos cinco años, los grupos de ataque de portaaviones han realizado ejercicios cada vez más sofisticados lejos de las costas chinas, transitando el estrecho de Miyako, operando cerca del canal de Bashi y ahora desplazándose rutinariamente por las aguas al sur de Okinawa.
Estos ejercicios han incluido operaciones aeronavales coordinadas, ejercicios de guerra antisubmarina y patrullas aéreas de combate con cazas J-15, apoyados por aeronaves de alerta temprana aerotransportadas y plataformas de guerra electrónica.

Para Japón, esta transformación representa un desafío estratégico directo y creciente. El incidente de fijación de radar del 6 de diciembre demuestra que el poder aéreo chino basado en portaaviones ha pasado de ser un simple acto simbólico o entrenamiento a una capacidad operativa, explorando activamente las respuestas regionales y alterando la superioridad aérea cerca de territorio japonés.
El Ministerio de Defensa de Japón está reconsiderando su estrategia de defensa aérea en torno a Okinawa, considerando la mejora de las contramedidas electrónicas y la ampliación de las patrullas de Alerta Temprana y Control Aerotransportado (AEW&C).
El incidente subraya la urgencia de actualizar las reglas de combate para los encuentros con adversarios con capacidad de portaaviones. La presencia de fuerzas estadounidenses en la zona aumenta la complejidad estratégica y los riesgos asociados a posibles errores de cálculo.
Con el creciente número de portaaviones, China manifiesta su intención de operar grupos de ataque a nivel mundial. El Mar de China Oriental sigue siendo crucial, siendo el escenario principal en la creciente pugna por el dominio aéreo y marítimo regional.
El encuentro del 6 de diciembre de 2025 cerca de Okinawa podría ser pronto un momento decisivo, señalando que la era de la presión militar china desde portaaviones en las inmediaciones de Japón ha llegado ya.
Alain Servaes


