La Fuerza Aérea de EE. UU. extenderá la vida útil del T-38 hasta la década de 2030.

La Fuerza Aérea de Estados Unidos ha comenzado a enviar sus aviones de entrenamiento T-38 Talón a un depósito de la Marina en Florida, un cambio pequeño, pero estratégicamente importante en la forma en que mantiene en servicio uno de sus aviones más utilizados.

El Centro de Preparación de la Flota del Sudeste de la Estación Aérea Naval de Jacksonville recibió su primer T-38 a finales de noviembre bajo el programa de Reparación, Inspección y Mantenimiento del Talón, conocido como TRIM, después de que el Comando de Sistemas Aéreos Navales aprobara el sitio como depósito secundario a principios de este año.

Se abrirá el fuselaje, se reemplazarán componentes estructurales clave y se inspeccionarán los sistemas antes de que el avión regrese al programa de entrenamiento, como parte de un plan para extender la vida útil del Talón al menos cinco años, mientras el nuevo T-7A Red Hawk se prepara para su uso.

El programa de Reparación, Inspección y Mantenimiento del Talón (TRIM) se presenta como un plan para extender la vida útil del T-38, que sigue siendo uno de los pilares del entrenamiento avanzado para los pilotos de caza estadounidenses. Alrededor de 270 aeronaves deben completar el proceso para 2030, con un objetivo anual de unas cincuenta inducciones.

En octubre, el Comando de Sistemas Aéreos Navales (NAVAIR) designó oficialmente a FRCSE como depósito secundario para las reparaciones del T-38, consolidando así la base de Jacksonville en la cadena de apoyo de la Fuerza Aérea de los EE. UU.

Internamente, el comando lanzó una amplia campaña de equipamiento, con más de 180 herramientas o conjuntos de soporte fabricados a medida, incluyendo plantillas, arneses, herramientas de desmontaje y sistemas de instalación. Este esfuerzo no es marginal, ya que la precisión de las labores de prolongación de la vida útil depende de equipos adaptados a las limitaciones de una pequeña aeronave supersónica sometida a ciclos de uso intensivo.

FRCSE cuenta con una sólida experiencia adquirida en el mantenimiento del F-5 Tiger II, un caza ligero de la misma familia que el T-38. Si bien ambos fuselajes no son idénticos, su diseño general, su geometría y parte de las tareas de mantenimiento se solapan, lo que facilita la transferencia de experiencia.

No obstante, los responsables insisten en un estricto control de la configuración para evitar confusiones entre piezas o procedimientos. Esta proximidad acorta el periodo de adaptación y acelera la curva de aprendizaje de los equipos.

En el centro de este esfuerzo, el T-38 Talón sigue siendo una aeronave compacta pero exigente. Este entrenador bimotor de gran altitud está propulsado por dos turborreactores General Electric J85 que generan aproximadamente 1370 kg de empuje en seco y más de 1700 kg con postcombustión. La aeronave alcanza una velocidad de Mach 1,3 en altitud, con un techo de vuelo práctico de unos 15 000 metros y una autonomía que puede acercarse a los 1800 kilómetros, dependiendo del perfil.

Su ala delgada y su fuselaje estrecho proporcionan una gran agilidad, pero también generan importantes limitaciones estructurales en aeronaves que han acumulado vuelos de entrenamiento durante décadas.

El T-38 sigue siendo un puente esencial entre la formación básica y el servicio operativo en cazas o bombarderos. Su envolvente de vuelo permite a los pilotos en formación aprender regímenes transónicos y supersónicos, gestión de la energía y cambios de actitud rápidos similares a los de cazas como el F-16 o el F-15. La cabina y la aviónica son más básicas que las de los aviones de quinta generación, pero facilitan el entrenamiento en formaciones cerradas, procedimientos de vuelo instrumental, reincorporaciones tácticas y maniobras elementales de combate aéreo.

Cualquier interrupción en la disponibilidad de esta flota afectaría directamente la capacidad de las tripulaciones preparadas para el combate, con un impacto inmediato en las capacidades de intervención, la postura de disuasión y los ejercicios aliados.

El ritmo de producción planificado en Jacksonville sigue siendo moderado en volumen, pero importante para el sistema en su conjunto. FRCSE planea incorporar una segunda aeronave antes de fin de año y, posteriormente, aumentar la producción a seis T-38 al año una vez que se estabilicen los procedimientos. Esta capacidad complementa la de JBSA Randolph sin saturar las instalaciones navales ni interrumpir otros programas en curso.

Para los artesanos, la llegada de la primera aeronave es el resultado de quince meses de planificación, adquisición y calificación.

A mayor escala, la decisión de extender la vida útil del T-38 en lugar de permitir el declive de la flota muestra cómo Estados Unidos ajusta la planificación de sus fuerzas a sus limitaciones industriales y presupuestarias. El futuro sistema de entrenamiento del T-7A está progresando, pero sus plazos logísticos, de software y de infraestructura no se pueden acortar fácilmente. Al otorgar al Talon entre cinco y diez años adicionales, Washington gana margen para programar las entregas, mantener el programa de entrenamiento y retener las habilidades tanto de la Fuerza Aérea estadounidense como del sector de mantenimiento de la aviación naval.

Este anuncio refleja la intención estadounidense de mantener un flujo denso de pilotos de combate en un momento en que la competencia por el poder se intensifica en Europa, el Indopacífico y Oriente Medio. Al aunar las capacidades de depósito de la Fuerza Aérea estadounidense, la Marina e incluso la NASA, Washington mantiene un ecosistema del que dependen sus aliados para campañas de entrenamiento, despliegues conjuntos y gestión de crisis.

La preservación de las flotas de entrenamiento influye directamente en la credibilidad del poder aéreo estadounidense y aliado en cualquier escenario de alta intensidad.

Alain Servaes

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