Rusia podría suministrar aviones de combate Su-30 o Su-35 a Sudán a cambio de derechos sobre la base naval del Mar Rojo.
Según se informa, Sudán habría reanudado las conversaciones con Rusia para adquirir aviones de combate Su-30 o Su-35, mientras las Fuerzas Armadas Sudanesas intentan contrarrestar los avances de las Fuerzas de Apoyo Rápido y reemplazar los aviones de combate perdidos al comienzo de la guerra civil. Las negociaciones también parecen estar vinculadas al prolongado esfuerzo de Rusia por asegurar una base naval en el Mar Rojo, lo que ha dado lugar a un proceso de adquisición condicionado tanto por las necesidades operativas como por las concesiones estratégicas.
Este renovado impulso para obtener cazas Su-30 o Su-35 se produce tras una serie de reveses en el campo de batalla, incluida la caída de El Fasher, y se produce en un momento en que las autoridades de Puerto Sudán buscan maneras de contrarrestar la creciente potencia de fuego y movilidad de las FAR. Se entiende ampliamente que el posible acuerdo está vinculado a la ambición histórica de Rusia de asegurar una base naval en el Mar Rojo, donde la adquisición de aviones el establecimiento de una base logística constituye ahora el núcleo de una negociación de alto riesgo. Al mismo tiempo, el limitado presupuesto de defensa de Sudán y su economía, dañada por la guerra, hacen casi imposible la financiación convencional para este tipo de aeronaves, lo que aumenta la probabilidad de que cualquier adquisición esté vinculada a importantes concesiones políticas y estratégicas que trascienden el conflicto inmediato.
La búsqueda de nuevos cazas se produce en un contexto de fuerte desgaste y debilidades estructurales en la fuerza aérea sudanesa, que se redujo drásticamente en las primeras semanas de combates en abril de 2023. Las unidades especiales de las Fuerzas de Apoyo Rápido llevaron a cabo con éxito incursiones sorpresa en aeródromos críticos como Merowe, destruyendo o capturando varios cazas MiG-29 en tierra y privando a la Fuerza Aérea Sudanesa (SAF) de algunos de sus activos más capaces. Desde entonces, la SAF se ha basado principalmente en antiguos aviones de ataque terrestre Su-25 de la era soviética, bombarderos Su-24M y una combinación de aeronaves de fabricación china, todos ellos con fuselajes obsoletos y un estado de servicio precario.
Ante este deterioro del equilibrio militar, las Fuerzas Armadas Sudanesas han elaborado lo que se ha descrito como una lista de compras centrada en cazas multifunción que ofrecerían tanto superioridad aérea como opciones de ataque en profundidad. Los principales candidatos son los Su-30 y Su-35 rusos, con un interés adicional en el J-10 chino como alternativa.
El Su-30, un biplaza multifunción, derivado del Su-27, es conocido por su larga autonomía, su gran carga útil y su capacidad para realizar misiones aire-aire y aire-superficie en cualquier condición climática. Las variantes actuales del Su-30 combinan un potente radar, una amplia capacidad de combustible y la posibilidad de reabastecimiento en vuelo para alcanzar alcances superiores a los 3000 km. El Su-35, un desarrollo más reciente del Su-27, se considera generalmente un caza de superioridad aérea que incorpora tecnología del programa Su-57, con una cabina rediseñada, un sistema de control de armas mejorado y motores con vectorización de empuje que facilitan maniobras de alta gravedad y la denominada supermaniobrabilidad.
Para Sudán, cualquiera de los dos cazas representaría un importante salto cualitativo, al permitirle realizar operaciones para atacar las rutas de suministro, los puestos de mando y los centros logísticos de las Fuerzas de Apoyo Rápido a una distancia considerable de los centros de control del gobierno sudanés.
En noviembre de 2017, medios de comunicación sudaneses y Al Arabiya English informaron que Sudán se había convertido en el primer estado árabe en adquirir cazas Su-35 de Rusia, antes de la visita del presidente Omar al-Bashir a Moscú. Describieron las aeronaves como la columna vertebral de las fuerzas de superioridad aérea rusas y anunciaron la entrega de un número no especificado de aviones.
Sin embargo, nunca se confirmó visualmente la entrada en servicio de ningún Su-35, no se publicaron cifras precisas, y esos informes se consideran ahora generalmente prematuros o inexactos, a pesar de que reflejaban un esfuerzo político real de Sudán para construir sus relaciones exteriores basándose en supuestos intereses mutuos con socios clave como Rusia.
Sudán claramente no tiene la capacidad financiera para adquirir cazas Su-30 o Su-35 mediante acuerdos tradicionales, lo que hace del trueque estratégico la única vía viable. Rusia ha buscado activamente un acuerdo para una instalación de apoyo logístico en Puerto Sudán, en el Mar Rojo, desde 2020, presentándolo como una base naval que permitiría el acceso a aguas cálidas, apoyaría despliegues de largo alcance y reposicionaría la presencia marítima rusa hacia una de las principales rutas marítimas del mundo.
El acuerdo se estancó tras el golpe de Estado de 2021 en Sudán y el estallido de la guerra civil, pero declaraciones recientes del general Abdel Fattah al-Burhan, indican que el plan se ha reactivado y vinculan explícitamente el apoyo militar ruso con el establecimiento de la base en el Mar Rojo.
El ministro interino de Asuntos Exteriores, Ali Yusuf, también confirmó que el respaldo ruso es parte de una alianza más amplia que apoya a las Fuerzas Armadas Sudanesas, lo que refuerza la impresión de que se está considerando un posible acuerdo de aviones a cambio de bases y que tendría implicaciones no sólo para la guerra interna de Sudán, sino también para los estados vecinos preocupados por la nueva infraestructura militar en el Mar Rojo.
Jérôme Brahy


