Bélgica podría adquirir otros 21 cazas F-35A para satisfacer las necesidades de defensa de la OTAN.
El Gobierno belga se dispone a finalizar un pedido estratégico de 21 aviones de combate F-35A adicionales, con lo que su flota total ascenderá a 55 unidades. Esta medida forma parte de un plan de inversión más amplio de 36.000 millones de euros destinado a modernizar las fuerzas armadas del país de aquí a 2035.
Programada antes de la próxima cumbre de la OTAN en La Haya, la decisión pretende demostrar el compromiso de Bélgica con el cumplimiento de las normas de la Alianza, en particular el objetivo de destinar el 2% del PIB al gasto en defensa, en medio de las crecientes tensiones geopolíticas con Rusia.
El pedido inicial de 34 F-35A, firmado en 2018 para reemplazar a la envejecida flota de F-16, marca ahora una transición completa a una capacidad de combate de quinta generación.
El F-35A es un avión furtivo polivalente con capacidades de despegue y aterrizaje convencionales (CTOL), diseñado para misiones como la superioridad aérea, los ataques de precisión, el reconocimiento, el apoyo aéreo cercano y la guerra electrónica.
Está propulsado por un motor Pratt & Whitney F135 que produce hasta 43.000 libras de empuje, permitiendo velocidades de hasta Mach 1,6 y altitudes superiores a 15.000 metros, con un alcance operativo de 2.220 km. Su diseño furtivo y sus sistemas de armamento integrados le permiten operar en entornos disputados con un riesgo de detección reducido.
Cada avión está equipado con un radar AN/APG-81 AESA, un sistema electro-óptico de puntería (EOTS) y un sistema de apertura distribuida (DAS) que proporciona una vigilancia por infrarrojos de 360 grados.
El piloto utiliza un sistema de visualización montado en el casco (HMDS) que proyecta los datos de la misión directamente en el visor. El F-35A está armado con un cañón interno M61A2 de 20 mm, misiles aire-aire AIM-120 AMRAAM y AIM-9X, y municiones aire-tierra guiadas de precisión como GBU-31 JDAM, bombas de pequeño diámetro GBU-39 y misiles AGM-88 HARM para atacar sistemas de defensa antiaérea enemigos.
El avión también cuenta con un conjunto integrado de guerra electrónica y enlaces de datos seguros para la coordinación con las fuerzas aliadas y la defensa contra las amenazas de radar y misiles.
Aproximadamente 5.000 millones de euros del plan de defensa de Bélgica se dedicarán a esta capacidad aérea, cubriendo las futuras actualizaciones de software (incluida la transición al estándar del Bloque 4), el mantenimiento a largo plazo, la infraestructura de apoyo y la participación en un proyecto europeo para la gestión independiente de los sistemas de datos del F-35.

Esta iniciativa pretende reducir la dependencia de Estados Unidos y se alinea con un objetivo estratégico más amplio de soberanía tecnológica. Para aliviar las preocupaciones políticas de la coalición gobernante, Bélgica se comprometió a que los aviones adicionales se ensamblaran en Italia, reforzando así la dimensión europea del programa.
El resto del plan de inversión militar incluye iniciativas en otros componentes: la formación de una segunda brigada motorizada en cooperación con Francia, la adquisición de un tercer buque de combate naval, el restablecimiento de una capacidad de defensa aérea mediante diez baterías NASAMS y la ampliación de los esfuerzos en ciberseguridad.
Estas áreas se abordarán mediante contratos separados en los próximos meses, cada uno de ellos adaptado a objetivos de capacidad específicos.
Con el pedido adicional del F-35A, Bélgica da un paso importante en la transformación de sus fuerzas armadas. Este componente aéreo del plan Francken refleja una adaptación deliberada a los requisitos operativos de la OTAN en un momento en que la evolución de las condiciones de seguridad en Europa exige respuestas coordinadas y creíbles.
Rudis03ARG