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La estrategia de seguridad de EE.UU. redefine el reparto de cargas de la OTAN y pone a prueba el futuro de la defensa de Europa.

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la administración Trump establece la ruptura más clara hasta la fecha con tres décadas de activismo global estadounidense, redefiniendo a Europa como un socio vulnerable y cada vez menos fiable, a la vez que eleva al hemisferio occidental al centro de la proyección de poder estadounidense.

Publicada esta semana como un plan de 33 páginas, la estrategia retoma una interpretación del siglo XXI de la Doctrina Monroe y advierte que Europa se enfrenta a una “eliminación civilizatoria”, citando el declive demográfico, la extralimitación regulatoria y la polarización interna como debilidades estructurales. Al mismo tiempo, vincula la futura planificación, los presupuestos y los despliegues de defensa de EE. UU. a un conjunto más selectivo de intereses “vitales”, desde la seguridad fronteriza y los cárteles de la droga hasta la disuasión de la penetración de las grandes potencias en las Américas.

La introducción doctrinal establece un marco en el que Estados Unidos pretende reafirmar su liderazgo económico, militar y tecnológico, a la vez que reduce el alcance de sus compromisos externos a cuestiones consideradas vitales. El texto enfatiza la restauración de la cohesión nacional estadounidense y la determinación de controlar la inmigración, el comercio exterior, la dependencia industrial y la exposición a la injerencia extranjera. Desde esta perspectiva, Europa parece vulnerable.

La estrategia se refiere al riesgo de “destrucción civilizatoria” y señala la caída de la participación europea en el PIB mundial, del 25 % en 1990 al 14 % actual. En opinión de Washington, este debilitamiento se ve agravado por una gobernanza regulatoria rigurosa, la caída de la natalidad, la polarización política y la pérdida de confianza colectiva, mientras que algunos miembros de la OTAN podrían convertirse en mayorías no europeas en las próximas décadas, lo que pone en duda si percibirán su alianza con Estados Unidos de la misma manera que los firmantes originales.

La postura militar estadounidense proporciona el contexto para este reposicionamiento. El B-2 Spirit, un bombardero estratégico de largo alcance, ilustra la capacidad estadounidense para proyectar disuasión nuclear. Con un alcance de más de 11.000 kilómetros sin reabastecimiento y una arquitectura furtiva optimizada contra radares de banda S y banda X, puede transportar hasta 18 toneladas de munición, incluyendo bombas guiadas GBU-57 diseñadas para penetrar estructuras profundamente enterradas.

Las misiones combinadas con aviones británicos F-35 Lightning II subrayan la interoperabilidad aliada, pero la estrategia de seguridad estadounidense ahora se aleja de la idea de la dependencia mutua automática. Washington pide a los socios europeos que asuman una mayor parte de su propia defensa, en línea con el objetivo del 5 por ciento del PIB establecido en el Compromiso de La Haya al que se hace referencia en el documento oficial.

La dimensión operativa se traduce en una mayor prioridad otorgada al Hemisferio Occidental. La estrategia se refiere a un corolario de Trump a la Doctrina Monroe, cuyo objetivo es impedir que cualquier potencia extrarregional establezca una presencia militar, logística o tecnológica en las Américas. Las fuerzas estadounidenses se redistribuirán para asegurar las rutas marítimas, intensificar la lucha contra los cárteles de la droga y reafirmar el control de las fronteras nacionales. Este cambio también busca configurar una base industrial y energética menos expuesta a las dependencias externas. El documento señala la intención de revitalizar la defensa estadounidense y las cadenas de suministro críticas mediante la combinación de innovación de bajo coste, reindustrialización y relocalización de la capacidad de producción.

Las implicaciones tácticas se manifiestan en la forma en que Washington planea emplear sus activos aéreos y navales. Plataformas furtivas como el B-2 y, en el futuro, el B-21 Raider, apoyan campañas de disuasión basadas en la penetración en zonas disputadas, la evasión de sistemas de radar avanzados y la realización de ataques de precisión de largo alcance. La integración del F-35, con su Sistema de Objetivo Electro-Óptico (EOTS) y la fusión de datos en red, refuerza la capacidad de realizar operaciones combinadas en entornos saturados.

En conjunto, estas capacidades buscan preservar una ventaja cualitativa que pueda disuadir grandes conflictos convencionales, manteniendo al mismo tiempo la libertad de acción estadounidense, en particular en espacios marítimos estratégicos.

Las consecuencias geopolíticas de esta doctrina probablemente serán de gran alcance. Se anima a Europa a recuperar la cohesión estratégica, reconstruir su capacidad industrial de defensa y gestionar su vecindad oriental de forma más directa. Washington considera que un continente más fuerte contribuye mejor al equilibrio de poder frente a Rusia y China, a la vez que reduce la carga sobre Estados Unidos. No obstante, la estrategia reafirma la importancia duradera del vínculo transatlántico, ahora filtrado por una lógica de intereses convergentes en lugar de un alineamiento político automático.

La redefinición del papel de Estados Unidos en el sistema internacional abre así una fase en la que el equilibrio estratégico dependerá de la rapidez con la que los aliados europeos se adapten y redefinan su contribución a la seguridad colectiva.

Rudis007

2 comentarios en «La estrategia de seguridad de EE.UU. redefine el reparto de cargas de la OTAN y pone a prueba el futuro de la defensa de Europa.»

  • Me parece muy bien que Europa tenga que entrar en la edad adulta y despierte de una vez para poder defenderse por sí misma (visto lo visto con Rusia en Ucrania tampoco es necesario esforzarse mucho) solo hay que tener un poco de fuerza de voluntad y dinero bien invertido.
    No obstante, Trump me hace gracia cuando habla de Europa, la inmigración y la polarización…EEUU es una nación de inmigrantes y no hay sociedad más polarizada políticamente que la suya…

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  • Durante más de ocho décadas, Europa se ha refugiado bajo el paraguas militar de Estados Unidos, adoptando un cómodo papel moralista mientras descuidaba su propia defensa y capacidad estratégica. Hoy, esa dependencia se revela como una debilidad estructural. Mientras los europeos presumíamos de bienestar y virtudes sociales, dilapidamos recursos en un aparato estatal cada vez más ineficiente, sin generar la fortaleza industrial ni tecnológica necesarias para protegernos.

    A ello se suma el fracaso evidente de la mega costosa integración de millones de inmigrantes, muchos de los cuales no logran identificarse con la cultura ni los valores europeos, incluso tras varias generaciones. Esta fractura interna (social, cultural y de identidad), erosiona la cohesión que debería sostener cualquier proyecto político común.

    El resultado es que nos encontramos vulnerables ante amenazas tecnológicas baratas y asimétricas: bastarían enjambres de drones de apenas 20.000 dólares para destruir, uno a uno, los generadores eólicos y otras infraestructuras críticas del continente. No sería necesaria una guerra nuclear para arrojarnos de nuevo al siglo XVIII; bastaría la audacia de un enemigo con cinco millones de drones de largo alcance. Europa creyó que bastaba con discursos ecologistas y subsidios sociales para garantizar su seguridad. Hoy, esa ingenuidad nos deja expuestos y sin defensas reales.

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