Turquía: Una Fuerza Aérea sin alas.

Turquía, que en su día fue el firme centinela del flanco sudoriental de la OTAN contra la Unión Soviética, sigue siendo el segundo mayor ejército de la alianza. En la actualidad, el segundo mayor ejército de la OTAN tiene un problema con su potencia de fuego aérea.

Los turcos están orgullosos de que su Fuerza Aérea (TuAF) sea la novena más grande del mundo. Pero no es necesariamente la novena más fuerte. Según el Directorio Mundial de Aeronaves Militares Modernas, la TuAF no figura entre los 15 ejércitos más importantes del mundo. Turquía cuenta con 110 helicópteros de ataque y 205 cazas e interceptores, según Global Firepower. Pero su flota de 1.065 aviones militares no incluye ningún avión de ataque específico.

Tradicionalmente, la TuAF ha dependido casi exclusivamente de la tecnología estadounidense, principalmente de los cazas F-16. En la década de 1980, Turquía creó una unidad de producción, Turkish Aircraft Industries (TAI), para ensamblar los F-16 bajo licencia de la estadounidense Lockheed Martin.

TAI tiene hoy una ambición totalmente distinta: Construir el primer avión de combate turco autóctono, que podría ser también el primer avión de combate musulmán del mundo, y ha invitado a naciones amigas como Azerbaiyán y Pakistán a unirse al esfuerzo. Mientras tanto, Turquía se esfuerza por respaldar su decidida política regional con su poderío militar.

Hay un problema: con una flota compuesta en su mayor parte por viejos F-16 y una renta per cápita de apenas 9.000 dólares, Turquía no puede desempeñar el papel de gran potencia.

“Sabemos muy bien por nuestras amargas experiencias que no puede haber una [Turquía] fuerte sin un ejército fuerte”. dijo el hombre fuerte islamista de Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdoğan, en una ceremonia en la Escuela de Guerra del Ejército. “Aumentar la disuasión de las Fuerzas Armadas turcas constituye una necesidad para nuestro país y no una elección”.

Las pesadillas de la TuAF comenzaron cuando Erdoğan pasó a aumentar las relaciones estratégicas de Turquía con la Rusia de Vladimir Putin. Erdoğan aprobó la imprudente adquisición del sistema ruso de misiles tierra-aire S-400, que provocó la expulsión de Turquía del programa multinacional de aviones de combate F-35 liderado por Estados Unidos. Turquía planeaba comprar más de 100 F-35 y renovar completamente su flota con los aviones de combate más avanzados del mundo. La expulsión del programa F-35 fue la respuesta de Washington a la jugada de Erdoğan con el S-400.

Por cierto, los misiles rusos S-400 fueron entregados a Turquía, pero siguen “sin desempaquetar” en algún hangar militar, ya que Erdoğan teme nuevas sanciones estadounidenses.

¿Cuáles son las opciones de Turquía antes de que su flota de aviones militares se detenga operativamente?

¿Rusia? Otra vez no. Erdoğan no puede arriesgarse a enfrentarse a Occidente con otra aventura rusa, especialmente cuando está pidiendo a gritos dinero occidental para detener, o ralentizar, la caída económica de Turquía. ¿China? Pekín no compartirá tecnología crítica con Turquía, miembro de la OTAN. Es posible, pero Erdoğan quiere F-16 modernos, mientras que el Congreso estadounidense tiene una opinión diferente: ¿Por qué dar a Turquía aviones de combate modernos si queremos la paz en el mar Egeo? Eso deja a Turquía con una opción: Fabricar sus propios aviones de combate.

Erdoğan presume de que el primer caza turco, el Kaan, volará antes de finales de año. Sin embargo, la realidad es otra. Es cierto que el primer Kaan está progresando en un hangar de TAI. Pero está lejos de volar con plenas capacidades de misión. TAI sólo dispone de ocho motores a reacción de fabricación estadounidense para cuatro Kaan. ¿Y el resto? ¿Cientos de futuros aviones por construir? La respuesta es que Turquía también tendrá que desarrollar un motor a reacción autóctono. Cómo y cuándo son las preguntas que nadie se ofrece a responder.

Un prototipo de Kaan puede volar para hacer propaganda política antes de las críticas elecciones municipales del próximo marzo. Como un avión de papel sin los sistemas necesarios para vuelos de misión completa. Luego están los problemas financieros.

La alicaída economía turca experimenta una elevada inflación (del 59% interanual), y la deuda externa del país alcanzó casi 476.000 millones de dólares en marzo. La compañía internacional de seguros de crédito Allianz Trade informó de que el saldo de la deuda externa total de Turquía con vencimiento en los próximos 12 meses se ha elevado a unos 250.000 millones de dólares.

Para compartir la gran carga financiera del desarrollo y la producción y dar al avión previsto una “identidad musulmana”, Turquía ha invitado a Azerbaiyán y Pakistán a unirse a la asociación Kaan. Azerbaiyán, rico en hidrocarburos, tiene dinero para invertir, pero Pakistán, que ya tiene un acuerdo con China para el JF-17 construido bajo licencia por Pakistan Aeronautical Complex y Chengdu Aircraft Corp, no dispone de fondos.

Rahul Monahar Yelwe, investigador principal del Centro de Estudios Estratégicos, declaró recientemente a EurAsian Times que Azerbaiyán y Pakistán no podrían contribuir sustancialmente al proyecto Kaan, principalmente debido a la exigente naturaleza de un avión de combate de quinta generación. Yelwe subrayó que incluso el desarrollo de un avión de cuarta generación requiere una importante inversión financiera. Yelwe descartó inequívocamente la posibilidad de que Pakistán proporcionara apoyo tecnológico (que había aprendido del proyecto JF-17) al programa turco.

Erdoğan tomó una decisión estratégica equivocada -tratar de alinearse con Rusia y Estados Unidos- y dejó a los principales planificadores militares de Turquía reflexionando sobre cómo minimizar los daños militares y operativos. El presidente turco debería ser capaz de comprender que no puede beneficiarse plenamente de dos civilizaciones enfrentadas a su conveniencia.

Burak Bekdil