Rusia, Japón, Corea del Sur y China se enfrentan en los cielos sobre el Pacífico.

El caldero del Mar del Sur de China ha estado a punto de hervir durante casi una docena de años, principalmente por la importancia de varios arrecifes y rocas poco conocidas sin aparente interés. Pero, la ocurrencia de realizar disparos entre los poseedores de esos atolones y otras fuerzas externas ha sido hasta ahora extremadamente raro, lo que conlleva los riesgos evidentes que una situación de este tipo implicaría. Así pues, a muchos les sorprendió que aviones interceptores surcoreanos hicieran disparos de advertencia a un avión militar ruso sobre el Mar del Japón en la mañana del 22 de julio.

Con cuatro grandes potencias que de repente aparecen en la misma disputa, el incidente parece ser una prueba más de la «gran revelación» del orden mundial. De hecho, el episodio es extraño en numerosos aspectos, sobre todo porque Rusia y Corea del Sur han sido dos países de los menos conflictivos en esta volátil región durante la última década. De hecho, como símbolo de estos lazos fortalecidos, el presidente Moon Jae-in de Corea del Sur dio el paso inusual de hacer el largo viaje a Moscú para reunirse con el presidente Vladimir Putin el verano pasado. Además, el peligroso encuentro aéreo de la semana pasada tuvo el extraño efecto de, al menos temporalmente, robar el protagonismo de las recientes pruebas de misiles de Pyongyang que al parecer pretendían ser «una advertencia para los belicistas de Corea del Sur».

Sin duda, los elementos de contexto más cruciales para entender lo ocurrido son: por un lado, que ha sido el primer ejercicio conjunto de aviación de largo alcance entre Rusia y China; y por otro, el incidente ocurrió cerca de la isla Dokdo, una zona muy disputada tanto por Corea del Sur  como por Japón. Estos dos aliados de Estados Unidos han sido testigos durante mucho tiempo de grandes tensiones a lo largo de la historia y ahora están atrapados en una desagradable disputa comercial. Quizás tampoco fue una coincidencia que el Asesor de Seguridad Nacional de EE. UU., John Bolton, llegara a Seúl desde Tokio el día después de que se desatara el incidente aéreo. 

Un informe de la cadena CNN cita a funcionarios en Seúl afirmando que un avión de Alerta Temprana y Control Aerotransportado (AEW&C) Beriev A-50 ruso sobrevoló dos veces las aguas territoriales del grupo de islas en disputa, donde se encuentra un pequeño puesto avanzado de Corea del Sur. Ese análisis concluye con una lógica razonable que «las islas pueden ser sólo la cuña que Moscú necesita para separar aún más la relación de seguridad más importante de Estados Unidos en Asia». Cita al experto en seguridad nacional ruso Artyom Lukin, de la Universidad de Vladivostok, diciendo que la misión aérea conjunta Rusia-China fue «audaz y provocativa». Podría valer la pena profundizar un poco más en las perspectivas rusas con respecto a este inquietante conjunto de acontecimientos.

Avión ruso de Alerta Beriev A-50

Dos artículos bastante detallados en el periódico ruso Kommersant completan la imagen un poco más. En él se explica que la misión aérea fue concebida con el doble propósito de apoyar la evolución de la asociación militar entre Rusia y China, pero también con la intención de “fortalecer la estabilidad estratégica global”. El autor señala que tanto los bombarderos chinos (H-6) como los bombarderos rusos (Tu-95) son capaces de transportar cargas nucleares. El artículo de noticias ruso es bastante sincero al informar que según fuentes político-militares de Kommersant, las maniobras conjuntas están diseñadas para «sondear la reacción de las fuerzas contrarias en la región Asia-Pacífico».

Otro artículo en el mismo periódico afirmaba que los medios de comunicación de Corea del Sur aseguraban falsamente que habían recibido una disculpa de Moscú y que la habían publicado bajo el titular «Rusia no se disculpó por el avión». De hecho, el artículo anterior cita al Comandante de las fuerzas de aviación de largo alcance de Rusia, General Sergei Kobylash de la siguiente manera: «Las acciones de las tripulaciones aéreas de Corea del Sur deben ser consideradas como gamberrismo. El artículo cita la información del Ministerio de Defensa ruso que aclara que el avión nunca se acercó a menos de 25 km de la zona en disputa. Si señala la afirmación de la parte surcoreana de haber disparado «20 bengalas y 360 disparos de advertencia».

¿Hay ganadores y perdedores de este conjunto de circunstancias incómodas e inoportunas? Quizás. Rusia aparece como el perenne oso de los tropiezos, poseedor de cierto peso militar, pero incapaz de manejar con destreza relaciones complejas y vitales, como la que mantiene con Corea del Sur. Seúl también ha sido dañado por el episodio. Los halcones también podrían sentirse bien demostrando el poder aéreo de Corea del Sur, pero muchos considerarán este episodio como altamente imprudente y no propicio para el establecimiento de la paz en la región. Japón también se ve levemente disminuido por estos acontecimientos, quedando al margen para quejarse. Los diplomáticos en Tokio parecían resignados a protestar por el fuerte acercamiento de Seúl hacia Rusia, una posición incómoda para estar seguros.

Corea del Norte podría ser el principal beneficiario del incidente. Solo Pyongyang se beneficia realmente de las crecientes tensiones entre las otras potencias del noreste de Asia y seguramente no le ha gustado la obvia comodidad entre Seúl y Moscú que se ha desarrollado durante la última década. Es probable que China también se haya beneficiado, y no solo del florecimiento de las contradicciones entre Japón y Corea del Sur. Las actividades militares de Pekin parecen comparativamente más profesionales que las de Rusia, pero a China no le importa la compañía de Moscú para obtener inteligencia y experiencia, asegurar sus flancos y atraer la atención de los adversarios. 

¿Y qué hay del papel de Estados Unidos en este incidente? Eso sigue siendo un misterio, pero se puede especular. En el primer artículo de Kommersant citado anteriormente, el experto ruso sugiere que tal vez el gesto descarado de disparar tiros de advertencia a una aeronave militar rusa se llevó a cabo “a petición de los amigos estadounidenses”.

Esperemos que no haya sido así, pero de todos modos, bienvenidos a la «Nueva Guerra Fría», en la que una chispa en el lugar más oscuro puede prender fuego al mundo.

Lyle J.Goldstein

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