Serbia adquiere viejos aviones soviéticos MiG-29 de Hungría, aliado de la OTAN.

Según informaciones procedentes de los Balcanes, Serbia y Hungría están estrechando sus lazos comerciales en el ámbito militar, y el último acuerdo incluye un sorprendente intercambio de cazas MiG-29 de la era soviética y otros equipos.

Según el viceministro de Defensa serbio, Nenad Miloradović, en declaraciones al medio de aviación serbio Tango Six, Hungría -miembro de la OTAN- ha acordado vender a Serbia no sólo vehículos de combate de infantería BTR-80 con ruedas, sino también aviones MiG-29. Miloradović describió las condiciones como «muy favorables» e insinuó que pronto podrían añadirse más aviones a la transacción, aunque los detalles siguen siendo escasos.

Este acontecimiento marca un curioso giro en la dinámica de defensa europea, ya que Serbia, a menudo considerada como el aliado más cercano de Rusia en la región, recurre a un país de la OTAN para reforzar su envejecida fuerza aérea.

El MiG-29 en cuestión, identificado por Tango Six como una variante 9.12B pilotada en su día por las fuerzas aéreas húngaras, tiene una historia notable. Conocido como «White 11», estuvo basado en la Base Aérea de Kecskemét y, entre 2008 y su retirada en 2010, lució una librea especial conmemorativa del 70 aniversario de la Fuerza Aérea Húngara.

Según se informa, esa pintura permanece intacta hoy en día, una reliquia de sus últimos años en servicio. Pero el White 11, como el resto de la flota húngara de MiG, lleva más de una década en tierra, acumulando polvo desde que Budapest se centró en los aviones Saab JAS-39 Gripen.

Durante años, Hungría ha intentado deshacerse de estos aviones de guerra de la era soviética, con poco éxito, hasta que Serbia intervino.

La adquisición por Serbia de los MiG húngaros en desuso se produce en medio de una grave escasez de piezas que afecta a su propia flota de MiG-29 desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. La guerra y las posteriores sanciones de la Unión Europea a Moscú han mermado la capacidad de Serbia para mantener sus aviones de diseño soviético, la mayoría de los cuales fueron adquiridos de segunda mano a Rusia y Bielorrusia.

Con aproximadamente una docena de MiG-29 en su arsenal, Serbia ha luchado por mantenerlos en condiciones de volar, ya que las piezas de repuesto se han vuelto casi imposibles de conseguir. «Ya no pueden importar casi nada de Rusia, al menos nada con fines militares», declaró el presidente serbio Aleksandar Vučić en la primavera de 2023.

El efecto dominó del conflicto ha hecho que Belgrado se esfuerce por encontrar proveedores alternativos, una situación que le ha empujado hacia socios no convencionales como Hungría.

Esta pesadilla logística es sólo una parte de la historia. Los problemas de Serbia con los MiG se desarrollan en el contexto de un cambio más amplio en su estrategia de defensa, que implica un alejamiento total del material ruso. En un acuerdo histórico anunciado en 2024, Serbia acordó la compra de 12 cazas Rafale a la francesa Dassault Aviation, lo que supone una importante reorientación hacia la tecnología militar occidental.

El contrato de 3.000 millones de dólares, cerrado durante una visita del presidente francés Emmanuel Macron a Belgrado, incluye armamento avanzado, formación y apoyo al mantenimiento.

Está previsto que los primeros Rafale lleguen en 2028, con entregas escalonadas en los años siguientes. Vučić calificó el acuerdo de «revolucionario» para las fuerzas aéreas serbias, que durante mucho tiempo han dependido de sistemas soviéticos anticuados e inadecuados para la guerra moderna.

La adquisición del Rafale refleja la ambición de Serbia de modernizar su ejército y estrechar lazos con Occidente, incluso manteniendo un delicado equilibrio con Moscú. Pero la transición no se producirá de la noche a la mañana. Hasta que lleguen los aviones franceses, Serbia debe mantener operativos sus MiG-29, una tarea cada vez más urgente a medida que se deteriora la flota.

El acuerdo con Hungría, por tanto, parece ser una medida provisional, una forma de ganar tiempo y mantener las capacidades aéreas durante este periodo intermedio. Se trata de una medida pragmática, pero que pone de relieve los retos más generales a los que se enfrenta Belgrado en un panorama geopolítico fracturado.

Para entender cómo ha llegado Serbia a este punto, merece la pena remontarse a la historia de su flota de MiG-29. La historia comienza a finales de los años ochenta con los MiG-29 y termina a finales de los noventa con los MiG-29. La historia comienza a finales de la década de 1980, cuando las Fuerzas Aéreas yugoslavas recibieron 14 MiG-29 de la Unión Soviética.

Cuando el polvo se asentó, solo quedaba un puñado de esos MiG originales en condiciones de servicio, maltratados por años de conflicto y abandono. En 2017, Rusia donó otros seis MiG-29 a Serbia en el marco de un acuerdo de cooperación militar, a los que seguirán otros cuatro de Bielorrusia en 2021.

Ambos lotes tenían un inconveniente: los aviones estaban en mal estado y necesitaban reparaciones y mejoras importantes para cumplir las normas operativas. Incluso con estas aportaciones, la flota serbia ha luchado por mantenerse en vuelo, lastrada por la falta de piezas y de experiencia.

La trayectoria de los MiG-29 húngaros es diferente. En 1993, Budapest adquirió 28 de estos aviones a Rusia como parte del pago de la deuda por los préstamos de la era soviética. Los aviones constituyeron la columna vertebral de las fuerzas aéreas húngaras durante la década de los noventa, un periodo de transición en el que el país pasó de su pasado en el Pacto de Varsovia a su ingreso en la OTAN en 1999.

Estos aviones, entre los más avanzados de la región en aquel momento, eran un motivo de orgullo para el ejército yugoslavo. Pero la desintegración del país en la década de 1990 dejó a Serbia con un arsenal reducido.

Pero los MiG, diseñados para el campo de batalla de la Guerra Fría, no encajaban bien en el nuevo alineamiento occidental de Hungría. Los costes de mantenimiento se dispararon y la interoperabilidad con los sistemas de la OTAN resultó difícil. En 2004, Hungría había alquilado a Suecia aviones Saab Gripens, una alternativa más ligera y versátil.

Los MiG-29 se retiraron por completo en 2010 y se almacenaron en Kecskemét. Desde entonces, Budapest ha hecho múltiples intentos de venderlos, primero a través de subastas en 2017 y 2019, y luego mediante negociaciones directas con compradores potenciales como Serbia.

El contraste entre las trayectorias de ambas naciones es sorprendente. Mientras que Serbia se aferró a sus MiG por necesidad y tradición, Hungría se deshizo de ellos como vestigio de una época pasada.

Los Gripens, que ahora forman parte de las fuerzas aéreas húngaras, representan una clara ruptura con la influencia soviética y alinean a Budapest con las prioridades tecnológicas y estratégicas de la OTAN.

Serbia, por su parte, ha tardado más en desprenderse, atada a su flota suministrada por Rusia por razones políticas y prácticas. El acuerdo Rafale marca un punto de inflexión, pero los MiG húngaros sugieren que Belgrado aún no está preparada para abandonar sus raíces soviéticas.

¿Qué significa todo esto? El acuerdo entre Serbia y Hungría es, a primera vista, una transacción sencilla: un país se deshace de los excedentes de material y el otro los adquiere para llenar un vacío. Pero bajo la superficie, es un microcosmos de las cambiantes alianzas y persistentes dependencias de la región.

La dependencia de Serbia respecto a los MiG-29, incluso cuando busca aviones franceses, refleja la tensión entre su pasado y sus aspiraciones. Por su parte, la disposición de Hungría a venderlos pone de manifiesto el pragmatismo de un miembro de la OTAN dispuesto a hacer negocios con un vecino amigo de Rusia. El acuerdo plantea interrogantes sobre cuánto tiempo podrá Serbia mantener este equilibrio, apoyándose en las reliquias soviéticas y acercándose a Occidente.

También está la cuestión de los propios MiG. Es posible que el White 11 y sus homólogos nunca vuelvan a volar con los colores serbios; su valor podría residir más en las piezas de repuesto que en la preparación para el combate. Despojarlos de componentes sería una forma rentable de mantener a flote la flota existente de Serbia hasta que lleguen los Rafale.

El críptico comentario de Miloradović sobre aviones adicionales sugiere que el acuerdo podría ampliarse, pero sin cifras concretas -cuántos aviones, su estado, el precio final- es difícil calibrar su alcance total. Lo que está claro es que Serbia lo ve como una tabla de salvación, una forma de pasar los próximos años sin tener que inmovilizar por completo su fuerza aérea.

Por ahora, el acuerdo es un testimonio de que la necesidad se impone a la ideología. Los MiG-29 serbios, maltratados por el tiempo y las circunstancias, han encontrado un improbable salvador en los desechos húngaros. Queda por ver si esta solución de retazos se mantendrá hasta que aterricen los Rafale.

B.Nikolov

5 thoughts on “Serbia adquiere viejos aviones soviéticos MiG-29 de Hungría, aliado de la OTAN.

  • el 6 marzo, 2025 a las 12:22
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    Serbia quiere Rafale por que Croacia los tiene y para tener paridad con ellos pero saldrían más befeciados con los JAS Gripen más económicos de operar

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    • el 7 marzo, 2025 a las 06:57
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      Los grippen son monomotores y no están a la par con los rafale.
      Si fuera porque le preocupa que los tenga un vecino y ALIADO suyo, lo lógico hubiera sido decantarse por tifones T4 que son superiores en combate AA.

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      • el 7 marzo, 2025 a las 18:16
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        Pero no veo a ninguno de los paises fabricantes del Eurofigther suministrandoselos a Serbia ni siquiera usados en cambio Suecia si ha vendido o alquilado Gripen a terceros paises de centro europa y Sudafrica, Tailandia y Brasil quizás más acorde con la realidad politica de Serbia. Ya se verá

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  • el 6 marzo, 2025 a las 22:32
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    Muchos países han optado por adquirir aviones de terceros para mantener su propios stock en condiciones de vuelvo, e incluso aprovechar algunas células en buen estado para volverlas operativas. Pakistán ha comprado cantidades apreciables de Mirage III/V de múltiples orígenes durante varios años para mantener su numerosa flota, e incluso algunos los ha incorporado al programa ROSE de modernización. India ha adquirido Mirage 2000 y Jaguar franceses excedentes con el mismo fin. La decisión de Servia de adquirir MiG-29 húngaros tiene este fin, puesto que Hungría tiene un stock importante y Belgrado no tiene otro caza interino hasta la llegada de los Rafale. Asimismo, refleja la imposibilidad que tiene la mayoría de los usuarios de material ruso-soviético de adquirir repuestos y componentes de parte de Rusia, que ha cesado completamente de abastecer un mercado que era bastante jugoso, el del MiG-29 (y MiG-21). Tampoco puede realizar la recorrida mayor de los motores y mucho menos modernizaciones, que en general se hacían en Rusia y/o con técnicos rusos exclusivamente. Son muchos los usuarios de estos aviones dispersos por el mundo. Todos estos usuarios tendrán que elegir aviones de reemplazo en el corto plazo y, por supuesto, cambiar a Rusia como proveedor. Quizá si la guerra en Ucrania terminase pronto, Rusia podría rehacer aunque sea una parte de un mercado que era muy grande.

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  • el 7 marzo, 2025 a las 21:28
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    Es un parche que le viene bien a Serbia para mantener operativa su flota hasta la llegada de los aviones occidentales.
    Y pese a su reciente historia esa apuesta ratifica que se aspira a realiniarse en el bloque occidental, aunque sólo sea por real politik.

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