Alemania, Francia y España buscan poner fin al estancamiento en la disputa por los aviones de combate.
Las rivalidades industriales, en particular entre Dassault Aviation y Airbus, han estancado el proyecto, y el poderoso sindicato alemán IG Metall ahora amenaza con retirar la cooperación si Dassault sigue involucrado.
Alemania, Francia y España intentarán esta semana desbloquear el programa de aviones de combate de próxima generación de Europa, un proyecto que vale hasta 100.000 millones de euros y que se considera vital para las ambiciones de defensa del continente mientras la guerra en Ucrania continúa.
El impulso para avanzar en las conversaciones entre los ministros de defensa de ambos países se produce tras la creciente presión política para rescatar el Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS), lanzado hace más de ocho años, pero estancado por rivalidades industriales. El alemán Boris Pistorius y la francesa Catherine Vautrin se reunirán en Berlín el jueves, y la española Margarita Robles se unirá a ellos el viernes.
Los planes para el FCAS se han visto envueltos en desacuerdos entre la francesa Dassault Aviation y Airbus sobre cómo dividir la fabricación y el desarrollo tecnológico.
Un portavoz del Ministerio de Defensa alemán declaró el lunes que los proyectos de contratación de defensa estarían en la agenda de Berlín, al ser preguntado si se abordaría el proyecto FCAS.
Se espera que el canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, también busquen una solución al desacuerdo en su reunión de la próxima semana.
Una destacada legisladora alemana sugirió el martes que centrarse en las capacidades de la red de datos, conocida como «Nube de Combate», y en los sistemas no tripulados podría salvar el proyecto.
Como resultado, cada país podría centrarse en su propio avión de combate, afirmó.
El poderoso sindicato alemán IG Metall intensificó aún más las tensiones el miércoles, advirtiendo que dejará de cooperar en el programa si la francesa Dassault sigue participando.
Un alto cargo de IG Metall escribió en una carta a Pistorius y al ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, que el sindicato ha perdido la confianza en Dassault por reivindicar la dirección exclusiva del proyecto.
La carta afirma: «Confiamos en la fuerza laboral alemana para construir un avión de combate de nueva generación. De esta manera, mantendremos y seguiremos desarrollando la experiencia del panorama industrial alemán, y no malgastaremos el dinero de los contribuyentes construyendo capacidades relevantes para la seguridad y que dominen la competencia en otros lugares». Según los representantes sindicales, Airbus, MTU, Hensoldt, Liebherr, Diehl, Rohde & Schwarz, Rolls Royce Alemania y los innumerables proveedores pequeños y medianos de toda Alemania pueden y quieren cooperar a nivel europeo.
Los representantes sindicales consideran que una solución de dos cazas es una vía viable para la reorganización. Esto probablemente implicaría que Francia y Alemania desarrollen cada uno diferentes cazas de nueva generación, especialmente porque las fuerzas armadas de ambos países tienen requisitos diferentes para este tipo de aeronaves. Mientras que Francia necesita una aeronave pequeña para su uso en un portaaviones y para el lanzamiento de sus armas nucleares, su fuerza aérea requiere un caza de largo alcance, mientras que el F-35 está destinado a ser utilizado como cazabombardero pesado y para el intercambio nuclear.
La patronal metalúrgica francesa, presidida por el director ejecutivo de Dassault, Eric Trappier, respondió afirmando que no puede aceptar la exclusión de los intereses industriales franceses.
En julio, Trappier afirmó que el FCAS necesitaba un liderazgo más claro mientras los socios se preparaban para una segunda fase que incluía un demostrador aéreo.
El miércoles, el director general de Airbus, Guillaume Faury, declaró a la radio France Inter que creía que el programa avanzaría, pero que aún no se habían acordado las modalidades de cooperación.
Los líderes de la Unión Europea se reunirán en Bruselas del 17 al 19 de diciembre.
Merz ha manifestado su deseo de que se tome una decisión sobre el futuro del proyecto para finales de año.
Lars Hoffmann



Qué pena que España (Indra) no pinte nada en éste asunto, todo queda entre Alemania (Airbus) y Francia (Dassault) lo cual en parte es lógico porque Indra no tiene ni idea de hacer aviones cosa que no pasa con las otras empresas.
No obstante está claro que aunque España tenga un 33.33% del programa, aquí ni pincha ni corta.
Esperemos que no quede todo únicamente en » buenas intenciones» y se le dé al proyecto Fcas el impulso definitivo.