China desarrolla un nuevo avance en la detección de submarinos que amenaza las operaciones furtivas de Estados Unidos.

Científicos chinos han desarrollado un innovador método de detección acústica pasiva que mejora significativamente la capacidad de rastreo de submarinos militares, especialmente en el Ártico, un escenario estratégico emergente para el dominio naval.

Para China, este avance fortalece el alcance operativo de la Armada del Ejército Popular de Liberación (APL) al brindarle la capacidad de supervisar y potencialmente controlar la actividad submarina en una región cada vez más vital para la proyección de poder global.

Para la Marina de Estados Unidos, esta tecnología representa una amenaza sustancial a su histórica superioridad submarina, especialmente bajo el hielo ártico, donde los submarinos nucleares estadounidenses han operado tradicionalmente con casi total impunidad.

La capacidad de China para detectar, clasificar y determinar con precisión la profundidad de los submarinos estadounidenses en tales entornos podría erosionar la ventaja estratégica que Estados Unidos ha mantenido en sigilo y disuasión submarina. Este cambio no solo complica las futuras operaciones navales estadounidenses en el Ártico, sino que también exige avances urgentes en tecnologías de contradetección y sigilo acústico para preservar la supremacía submarina.

Esta innovación, encabezada por investigadores de la Universidad de Ingeniería de Harbin, aprovecha las propiedades acústicas únicas del mar de Beaufort para lograr una precisión sin precedentes en la identificación y localización de objetivos submarinos, lo que podría transformar la dinámica de la guerra submarina en la región.

El nuevo método de detección se basa en una técnica pasiva de discriminación de profundidad que utiliza simulaciones computacionales basadas en datos recopilados durante la expedición ártica de China en 2020.

Aprovecha la compleja estructura de «doble conducto» del mar de Beaufort, una región caracterizada por masas de agua estratificadas con temperaturas y salinidades contrastantes. Estos canales acústicos naturales, en particular el llamado conducto de Beaufort, entre 80 y 300 metros de profundidad, permiten la propagación horizontal del sonido con mínimas pérdidas por reflexión o dispersión del hielo marino. Este fenómeno, conocido desde hace tiempo por complicar las operaciones tradicionales con sonares, se ha convertido en una herramienta táctica gracias a los investigadores chinos.

Con una precisión de detección reportada del 93% para objetivos sumergidos y del 100% para buques de superficie, esta tecnología ofrece una mejora significativa en las capacidades de guerra submarina de China.

Al determinar la profundidad de las fuentes de sonido, como motores submarinos o sistemas de propulsión, con alta precisión, las fuerzas navales chinas ahora pueden rastrear submarinos enemigos incluso bajo aguas heladas. La eficiencia del método se ve reforzada por el uso de solo seis conjuntos de sensores pasivos, lo que lo hace rentable y discreto desde el punto de vista operativo.

A diferencia del sonar activo, que emite señales detectables, los sistemas pasivos escuchan silenciosamente, preservando el sigilo y evitando la contradetección, una ventaja en aguas disputadas u hostiles.

Para China, esta capacidad abre una nueva frontera estratégica en el Ártico, un escenario cada vez más importante para el poder naval global. El Ártico no solo ofrece nuevas rutas y recursos marítimos, sino que también tiene una enorme importancia geopolítica, especialmente a medida que el hielo se retira y mejora el acceso. Una mejor detección de submarinos en estas aguas permitiría a China supervisar movimientos, establecer presencia y potencialmente desafiar el dominio naval occidental en la región.

Desde una perspectiva militar, esta tecnología podría desempeñar varias funciones cruciales para la AELP.

Fortalece los sistemas de alerta temprana, aumenta la eficiencia de la guerra antisubmarina y proporciona a China una mayor capacidad para proteger sus activos estratégicos, incluidos los submarinos con misiles balísticos (SSBN). También aumenta la capacidad de China para vigilar los submarinos estadounidenses y aliados que operan en aguas árticas, lo que limita su libertad operativa y compromete su ventaja de sigilo.

Para la Armada de los EE. UU. y sus aliados, este avance representa un serio desafío. El Ártico ha sido tradicionalmente un bastión de sigilo para los submarinos nucleares estadounidenses, especialmente los buques de las clases Ohio y Virginia, encargados de misiones de disuasión y ataque.

La presencia de una sofisticada red de detección china podría socavar la capacidad de supervivencia de estos activos, erosionando una de las principales ventajas estratégicas de la Marina. En particular, la capacidad de rastrear submarinos pasivamente sin revelar su posición desequilibra la guerra submarina, lo que podría obligar a EE. UU. a invertir fuertemente en contramedidas, mejoras de sigilo y técnicas de comunicación alternativas para operaciones bajo el casquete polar.

Además, dado que la Marina estadounidense considera el Ártico una zona crítica para futuras operaciones y disuasión, en particular contra la expansión rusa y china, estos avances tecnológicos de Pekín podrían obligar a reevaluar los patrones de despliegue de submarinos, la infraestructura de comunicaciones y las doctrinas de guerra submarina.

El sistema de detección pasiva desarrollado por China no es solo un éxito técnico, sino una herramienta estratégica con profundas implicaciones para el equilibrio global del poder naval. A medida que esta tecnología evoluciona, podría impulsar una nueva fase en la carrera armamentista submarina, con consecuencias directas para la seguridad de las operaciones navales en el Ártico y a nivel mundial.

Rudis03ARG