Ucrania organiza juegos de guerra cerca de Bielorrusia ante el temor de un ataque ruso.

El crujido de los disparos y el rugido de los vehículos blindados resonaban el miércoles en las tranquilas ciudades del oeste de Ucrania cercanas a la frontera con Bielorrusia, mientras las fuerzas de Kiev se entrenaban ante la amenaza de un nuevo asalto a través de un renovado frente en el norte.

Ucrania teme que Rusia pueda acumular fuerzas en el territorio de su aliado bielorruso antes de atacar en el noroeste o incluso intentar avanzar hacia Kiev, como hizo cuando invadió el país el pasado mes de febrero.

Al reabrir un frente septentrional, Rusia estiraría las fuerzas de Kiev, concentradas desde hace meses en las batallas que asolan el este y el sur, obligándola a desviar tropas hacia el norte.

El coronel Roman Voloschuk, de la 104ª brigada de Defensa Territorial, trató de proyectar una imagen de fuerza al margen de unas maniobras militares en tres localidades del noroeste de Ucrania que el ejército pidió que no se revelaran por motivos de seguridad.

«Pueden intentarlo, pero estamos preparados para ellos. Nos hemos preparado, cada giro y cada cruce ha sido excavado. Habrá una resistencia colosal desde todos los edificios», declaró a Reuters.

Los soldados de su unidad de defensa territorial, una de los cientos de milicias creadas poco antes de la invasión rusa del 24 de febrero, afirmaron estar bien preparados para hacer frente a cualquier nueva amenaza.

«Tendrán su merecido… les estamos esperando», afirmó Artur Horodniuk, un ametrallador de 28 años.

Para dar una idea del tipo de ataque al que Ucrania podría enfrentarse por parte de Bielorrusia, las tropas de Kiev practicaron el miércoles la guerra urbana, disparando fusiles de asalto, conduciendo vehículos blindados y liberando rehenes.

Otro ejercicio tuvo lugar en el campo nevado, donde las tropas practicaron emboscadas y la destrucción de grupos de reconocimiento en vehículos civiles, una característica del primer asalto ruso desde Bielorrusia que Moscú abandonó a principios del pasado mes de abril.

Voloschuk dijo que cualquier esfuerzo de defensa se vería favorecido por el suave invierno hasta ahora, que ha hecho que el barro sea más acuoso y el nivel de los ríos más alto de lo habitual. Muchos de sus soldados están curtidos por los combates del año pasado.

«Lucharon en el frente de Kiev, destruyendo tanques y vehículos blindados de transporte de tropas rusos», afirmó.

PRESIÓN

A pesar de haber ejercido una presión colosal sobre la ciudad oriental de Soledar en los últimos días, las fuerzas rusas parecen haber retrocedido en el campo de batalla desde hace meses y un asalto repentino desde Bielorrusia supondría un sorprendente cambio de dinámica.

Serhiy Nayev, comandante de las Fuerzas Conjuntas ucranianas, afirmó que Ucrania dispone de fuerzas suficientes para defenderse de la amenaza actual y que, si fuera necesario, igualaría en la misma medida cualquier aumento que se produjera al otro lado de la frontera.

«En estos momentos no necesitamos aumentar nuestras fuerzas», declaró a Reuters en una breve entrevista.

«En la actualidad, el equilibrio de fuerzas y equipos entre nuestro bando y el enemigo no favorece al enemigo», afirmó.

Comandantes locales ucranianos afirmaron que actualmente hay 15.000 soldados rusos en Bielorrusia, casi con toda seguridad demasiado pocos para lanzar una gran ofensiva.

En Bielorrusia, estrecho aliado del Kremlin, se viene desarrollando desde hace meses una intensa actividad militar, que abarca desde maniobras conjuntas hasta la creación de una fuerza militar regional conjunta ruso-bielorrusa.

Algunos analistas han especulado con que la actividad militar tiene por objeto inmovilizar a las fuerzas ucranianas en la frontera norte para dispersarlas mejor.

El general de alto rango Valeriy Zaluzhnyi declaró en una entrevista en diciembre que Ucrania debía prepararse para un posible nuevo asalto ruso en los próximos meses, que podría provenir del este, del sur o de Bielorrusia.

La semana pasada, Minsk anunció que había reforzado su fuerza regional conjunta y que ambos países realizarían juntos nuevos ejercicios de aviación.

El presidente ruso, Vladimir Putin, visitó al líder bielorruso, Alexander Lukashenko, en diciembre, en un inusual viaje ruso de alto nivel a Minsk, lo que provocó especulaciones de que pretendía preparar un ataque a Ucrania.

En aquel momento, el general ucraniano Nayev expresó su alarma ante la posibilidad de que la visita pretendiera llevar a las fuerzas bielorrusas directamente a la guerra, pero durante las maniobras en la región de Rivne restó importancia a la inmediatez de la amenaza.

«Seguimos donde estábamos en diciembre. No vemos un aumento de la presencia de tropas rusas en territorio bielorruso», dijo, aunque admitió que todo era posible en el futuro debido a la cambiante política de Rusia.

Reuter