Estados Unidos impone condiciones previas y restricciones a los F-35 de Oriente Medio.

Estados Unidos ha prohibido a los pilotos israelíes con pasaporte extranjero pilotar los cazas furtivos de quinta generación F-35 Lightning de la Fuerza Aérea Israelí (IAF) como medida de precaución contra el posible espionaje. La medida sigue a la prohibición impuesta en 2019 a Turquía de comprar aviones F-35 después de que Ankara adquiriera misiles rusos S-400 y a la suspensión por parte de Emiratos Árabes Unidos (EAU) en 2021 de un acuerdo histórico para comprar 50 de estos cazas debido a unas condiciones previas «penosas».

En la primera semana de enero, Jerusalem Post informó de que el Departamento de Defensa de Estados Unidos había decretado la prohibición «por temor a filtraciones de seguridad de la información y tecnología».

«La medida de EE.UU. se deriva de un enfoque cada vez mayor en la seguridad de la información y la salvaguardia de los intereses de EE.UU.», decía el informe. «Como resultado, las fuentes afirman que la Fuerza Aérea israelí aceptó esta estipulación y renunció a asignar pilotos a los aviones F-35 Adir».

El Adir es una variante única del F-35 y un buen ejemplo de los estrechos lazos entre Estados Unidos e Israel en materia de defensa.

Como explicó el escritor de aviación militar Sebastien Roblin, el Adir es «la única variante del F-35 que entra en servicio fuertemente adaptada a las especificaciones de un país extranjero», lo cual es significativo ya que Lockheed Martin «se negó mayoritariamente a permitir modificaciones importantes específicas para cada país en el F-35, a pesar de los cientos de millones de dólares que los operadores extranjeros del F-35 aportaron al desarrollo del avión».

Incluso con uno de sus aliados más cercanos, Estados Unidos sintió la necesidad de imponer medidas estrictas para garantizar que los detalles sensibles sobre las capacidades del avión permanezcan en secreto.

Tal medida no es sorprendente, especialmente en esa impredecible y volátil parte del mundo.

En diciembre de 2021, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) suspendieron las conversaciones sobre un acuerdo de 23.000 millones de dólares por la compra de 50 aviones F-35 y 18 drones MQ-9 Reaper que habían alcanzado el año anterior poco después de normalizar las relaciones con Israel en virtud de los Acuerdos de Abraham de 2020.

«Los requisitos técnicos, las restricciones operativas soberanas y el análisis de costes y beneficios llevaron a la reconsideración para la compra de este avión que finalmente fue descartado», dijo entonces un funcionario de los EAU.

Estados Unidos temía que la red de telefonía móvil 5G de Huawei que China está instalando en el país, formada por cientos de torres de telefonía móvil, pudiera recopilar de algún modo información de inteligencia sobre el avión furtivo sin que Abu Dabi lo supiera.

La decisión final de los EAU de suspender las conversaciones sobre la histórica adquisición se debió probablemente a su falta de voluntad para cumplir las condiciones previas necesarias o a sus dudas sobre la legitimidad y gravedad de los temores de espionaje de Washington. Un funcionario emiratí llegó a utilizar la palabra «penoso» para describir los requisitos estadounidenses para salvaguardar los F-35 emiratíes del posible espionaje chino.

En los meses previos a la polémica adquisición por parte de Turquía de los avanzados sistemas de misiles de defensa antiaérea S-400 de fabricación rusa, Estados Unidos advirtió repetidamente a Ankara de que no podría utilizar el sistema ruso y el caza furtivo estadounidense. Por su parte, Turquía insistió en que sus S-400 funcionarían como sistemas autónomos y no supondrían ninguna amenaza para el F-35. Ankara propuso formar un «grupo de trabajo técnico» para abordar las preocupaciones de que sus S-400 pudieran amenazar los sistemas militares estadounidenses o de la OTAN. Washington sostenía que la posesión del S-400 por parte de Turquía podría de algún modo permitir a Rusia obtener información sensible sobre las capacidades furtivas del F-35.

Michael Kofman, destacado experto en el ejército ruso, se mostró escéptico ante tales temores.

«Debemos considerar que lo más probable es que el F-35 y el S-400 no vayan a estar cerca el uno del otro», dijo en 2019. «Por lo tanto, la proposición de que los técnicos rusos van a estar trabajando en la misma base, junto a los F-35, es un evento de baja probabilidad por no decir imposible».

También había razones políticas detrás de la prohibición de que Turquía adquiriera cualquier F-35. Después de todo, el Estado miembro de la OTAN buscó voluntariamente un avanzado sistema ruso de defensa antiaérea diseñado para contrarrestar los sistemas de la OTAN cuando tenía la opción de adquirir alternativas occidentales. Ankara también se expuso conscientemente a las sanciones de Estados Unidos en virtud de la Ley para Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos a través de Sanciones (CAATSA) introducida en 2017 – que, como su nombre indica, sanciona a los países que realizan transacciones significativas con el sector de defensa ruso.

Sin embargo, los funcionarios turcos han mantenido que los temores no especificados sobre el espionaje ruso en el F-35 no eran más que un pretexto para la prohibición del F-35 por parte de Washington. Turquía creía que ocurría algo parecido con la posterior retirada de los EAU. Ese mismo mes, un alto funcionario turco confió a Middle East Eye que Estados Unidos «nunca nos explicó técnicamente cómo el S-400 podía espiar al avión».

«Nunca quisieron compartir las formas y métodos de ese posible espionaje ruso a través del sistema de misiles ruso en el F-35», añadió el funcionario. «Lo trataron como un secreto de Estado».

La prohibición mucho más reciente de Estados Unidos a los pilotos de volar los F-35 de Israel es digna de mención. Después de todo, Israel es el principal aliado de Estados Unidos y su socio militar más cercano en Oriente Medio. Washington está legalmente obligado a proteger y mantener la ventaja militar cualitativa de ese país en la región. Por lo tanto, su temor a que los F-35 al servicio de Israel puedan verse comprometidos de algún modo demuestra hasta qué punto le preocupa que sus adversarios obtengan información sobre las capacidades y posibles vulnerabilidades de los aviones. También podría indicar que sus temores de que los F-35 turcos o emiratíes pudieran ser objeto de espionaje eran al menos sinceros.

El F-35 sigue siendo el programa de armamento más caro de la historia. La última estimación de costes del Departamento de Defensa para desarrollar y adquirir los cazas de quinta generación para las fuerzas armadas estadounidenses es de 412.000 millones de dólares. Operar y mantener los aviones hasta 2088 costará al menos 1,3 billones de dólares.

En vista de ello, no es de extrañar en absoluto que Estados Unidos esté tan decidido a garantizar que sus capacidades y tecnología furtivas no corran peligro y esté dispuesto a imponer condiciones previas y restricciones «onerosas» incluso a aliados cercanos para conseguirlo.

Paul Iddon