Historia: El impactante relato de cómo uno de los portaaviones más legendarios de la Armada de EE.UU. fue hundido.
En los primeros cinco meses de la Guerra del Pacífico, el ejército imperial japonés parecía casi indestructible obteniendo una serie ininterrumpida de victorias que le llevaron a apoderarse de Birmania, Indonesia, Filipinas, Singapur y la mayoría de las Islas Salomón y Nueva Guinea. Sin embargo, Australia un enorme país próximo a la zona, seguía siendo una espina clavada en el flanco suroeste de Japón, que necesitaba ser aislada de los refuerzos estadounidenses antes de que las tropas japonesas pudieran seguir con su invasión.
Aunque el almirante japonés Isoroku Yamamoto planeaba atraer a los portaaviones estadounidenses a una batalla decisiva alrededor de la isla Midway en junio de 1942, en abril autorizó por primera vez la Operación Mo para aislar a Australia mediante el envío de dos flotas invasoras separadas para apoderarse de Tulagi (parte de las Islas Salomón) y Port Moresby, un punto de suministro clave para las tropas australianas en Nueva Guinea.
Sin embargo, y pese a ser operaciones de alto secreto, los expertos criptógrafos estadounidenses habían conseguido descifrar el código naval japonés y se enteraron de los detalles del plan en cuestión de días. El almirante Chester Nimitz conocedor de la operación, decidió enviar al portaaviones de la Armada, Lexington, y al más moderno Yorktown para atacar a la fuerza de invasión japonesa.
Los barcos estadounidenses se enfrentarían a una selecta fuerza japonesa aumentada considerablemente con la inclusión de los portaaviones Shokaku y Zuikaku, así como al portaaviones ligero Shoho, comandado por el almirante Takeo Takagi. Los dos grupos de portaaviones rivales reunieron casi el mismo número de aviones: de 127 a 128 bombarderos y aviones de caza. El ala del Lexington incluía treinta y cinco bombarderos SBD Dauntless, veintiún cazas F4F Wildcat y doce bombarderos de torpedos Devastador TBD.
Los marines japoneses se apoderaron de Tulagi el 3 de mayo sin oposición, mientras que la segunda fuerza nipona se dirigía a Port Moresby. Sin embargo, el 4 de mayo aviones del Yorktown bombardearon la flota anfibia de Tulagi, hundiendo en la acción a un destructor y cinco buques de apoyo. Más tarde, el portaaviones se reunió a 370 millas al sur de Guadalcanal con el Lexington y un escuadrón australiano para formar la Task Force 17.
Tanto las fuerzas japonesas como las estadounidenses ya conocían la presencia del otro en el Mar de Coral, al noreste de Australia, pero no conocían la ubicación exacta del otro. Lo que siguió fue la primera batalla de portaaviones en la historia y, de hecho, la primera batalla naval en la que los barcos enemigos nunca entraron en el campo visual del otro.
Los desafíos de esta nueva forma de guerra comenzaron con la localización de la fuerza enemiga en movimiento en medio de la inmensidad del océano. Los radares disponibles entonces eran de corto alcance y poco fiables, por lo que los mares tenían que ser peinados por submarinos, hidroaviones, aviones pequeños en función de señalización y aviones exploradores más grandes basados en portaaviones. Los exploradores también tenían que eludir a los aviones defensores el tiempo suficiente para transmitir por radio la posición de la flota contraria.
Durante dos días, aviones japoneses y estadounidenses sondearon la posición de la flota rival, pero solo recibieron informes incompletos y poco seguros por sus esfuerzos. De hecho, la flota estadounidense se había metido entre la fuerza invasora japonesa en el sur y los portaaviones asignados para protegerlos, sin que ninguno de los dos bandos se diera cuenta de lo cerca que estaban el uno del otro.
Finalmente, a las 8 de la mañana del 8 de mayo, un avión rastreador explorador japonés detectó lo que creía que era un portaaviones y un crucero pesado.
Una vez verificada la posición del enemigo, el portaaviones tenía que lanzar rápidamente una fuerza de ataque antes de que los bombarderos enemigos le devolvieran el favor y cogieran a los aviones contrarios cargados de bombas y combustible en la cubierta de vuelo. Mientras se acercaban, los aviones de ataque tenían que evadir o aplastar a los cazas defensores de la Patrulla Aérea de Combate (CAP), que por lo general eran bastante efectivos para derribar a los atacantes más lentos y cargados de bombas.
Golpear a un portaaviones enemigo con torpedos y bombas no guiadas representaba un gran desafío, ya que el enorme barco realizaba maniobras evasivas y sus docenas de cañones antiaéreos de fuego rápido llenaban el cielo con corrientes de metal caliente y nubes negras de metralla.
Sin embargo, a veces solo se necesitaban unos pocos golpes de suerte. Los portaaviones se encontraban llenos de combustible de aviación, bombas y docenas de aviones de combate cargados con ambas cosas sobre la cubierta. Unos pocos golpes afortunados podían provocar incendios masivos, lo que podía llevar a reacciones explosivas en cadena.
A las 9 de la mañana, cincuenta aviones de guerra japoneses se abalanzaron sobre los barcos señalados por el avión explorador, que en realidad eran el desafortunado destructor estadounidense Sims y el petrolero Neosho. El Sims recibió una avalancha de bombas y se partió en dos hundiéndose con toda la tripulación menos catorce marinero, mientras que el Neosho fue incendiado.
Para entonces, los portaaviones estadounidenses habían lanzado noventa y tres aviones hacia un avistamiento de la flota anfibia japonesa, también mal identificada como una fuerza de portaaviones japoneses. Poco después, un bombardero B-17 con base en tierra informó de un nuevo avistamiento a las 10 horas, y el barco fue redirigido.
A las 10:40 de la mañana, los bombarderos del Lexington, clase Devastator y Dauntless se abalanzaron sobre el portaaviones japonés Shoho, que podía transportar 35 aviones en su plataforma de vuelo de 205 metros de eslora. Enfrentados a un CAP compuesto por solo dos cazas Mitsubishi A5M obsoletos y un solo Zero, los bombarderos en picado lograron lanzar bombas perforadoras de mil libras en la cubierta de los buques de guerra japoneses. Mientras tanto, los Devastators seguían golpeando al asediado Shoho con cinco torpedos en la parte exacta de su costado que le dejaron gravemente herido.
A las 11:35, menos de una hora después de que comenzara el ataque, el Shoho se hundió bajo el agua, siendo el primer portaaviones perdido por Japón en la Segunda Guerra Mundial, 203 de los 834 marineros y aviadores que se encontraban a bordo del Shoho fueron rescatados.
Cinco horas más tarde, el radar del Lexington detectó un contraataque japonés, compuesto por veintisiete aviones D3A Val y B5N Kate bombarderos con torpedos. Sin embargo, la patrulla aérea de combate protectora del barco (CAP), logró derribar a ocho de los atacantes, y el resto abortó la misión. Un posterior ataque nocturno japonés resultó incluso menos exitoso.
A la mañana siguiente, tanto el Yorktown como el Lexington por un lado, y el Zuikaku y Shokoku por el otro, estaban listos para la segunda ronda. Sus aviones exploradores descubrieron las flotas contrarias casi simultáneamente a las 8:20 de la mañana y exactamente cincuenta y cinco minutos después, ambos grupos de portaaviones lanzaron docenas de aviones de combate para aniquilar al otro.
La fuerza de ataque del Yorktown encontró la flota japonesa a las 10:30, y los aviones del Lexington le siguieron una hora más tarde. Esta vez, sin embargo, los aviones estadounidenses fueron recibidos por más de una docena de cazas Zero, que derribaron rápidamente tres F4F Wildcats y dos SBD por dos pérdidas en el bando japonés. Los once torpedos lanzados por los Devastadores del Lexington no dieron en el blanco; los torpedos americanos eran notoriamente poco confiables a estas alturas de la guerra.
Los bombarderos en picado de los dos portaaviones tuvieron un poco más de éxito: lanzando casi tres mil libras sobre el Shokaku que infligieron más de 220 bajas y paralizaron su cubierta de vuelo. Al mediodía, su capitán, Takatsugu Jojima, decidió que era hora de retirarse de la batalla.
Mientras tanto, los propios aviones de ataque del Shokaku habían asestado un poderoso golpe. Aunque el Lexington detectó aviones que se acercaban desde muchas millas de distancia, los nueve aviones Wildcats de su CAP sobrevolaron accidentalmente los dieciocho aviones torpederos B5N que volaban a ras del agua. Los SBD defensores del Lexington derribaron a siete aviones torpederos, pero el resto de aviones sobrevivientes ejecutaron un ataque en pinza sobre el Lexington logrando dos impactos decisivos con sus torpedos tipo 91 de 1.870 libras, rompiendo el enorme depósito de gas de aviación del barco, bloqueando sus ascensores internos y rompiendo la cañería principal del agua, necesitando cerrar varias calderas del barco.
Minutos más tarde, treinta y tres bombarderos D3A se abalanzaron, sobre el Yorktown una vez y dos veces sobre el Lexington, volando una torreta de cinco pulgadas sobre este último y rociando metralla a través de su conducto. A medida que los aviones de ataque estadounidenses y japonesas se retiraban a sus portaaviones, se encontraban entre si y los duelos aéreos adicionales enviaron más aviones al fondo del mar. Tal era el caos que las alas aéreas de Japón y Estados Unidos perdieron ocho aviones más cada una mientras intentaban aterrizar, y numerosos aviones regresaban tan dañados que eran arrojados rápidamente al mar para despejar la cubierta de vuelo.
El USS Lexington, apodado Dama Gris y también Lady Lex, había sufrido graves daños, pero aún logró recuperar muchos de sus aviones. Sin embargo, al mediodía, los incendios se incrementaron cuando los vapores de gas filtrados causaron la acumulación de gasolina provocando una gran explosión, y una reacción en cadena de explosiones adicionales consumió lentamente el barco durante toda la tarde. Una explosión hizo volar el elevador un pie por encima de la cubierta de vuelo, y antes de las 4 de la tarde el área de la cubierta inferior se volvió completamente inhabitable.
Una hora después, el capitán Frederick Sherman finalmente hizo la llamada para abandonar el barco. No abandonaría su mando hasta que más de 2.700 marineros, infantes de marina y aviadores evacuaran el buque siniestrado, dejando un saldo de 216 muertos. Más tarde, el destructor USS Phelps le dio el golpe mortal, lanzando cinco torpedos contra el barco en llamas. Finalmente, el Lady Lex se deslizó suavemente bajo el mar, manteniéndose incluso sobre su quilla en sus momentos finales.
Tanto la flota japonesa como la americana se retiraron después del 8 de mayo, demasiado golpeadas para continuar la lucha. El planeado desembarco anfibio japonés en Port Moresby fue cancelado.
En términos puramente materiales, la Batalla del Mar de Coral fue una victoria japonesa. Aunque la Armada Imperial Japonesa perdió significativamente más personal (966 hombres por 656) y aviones (noventa y dos por sesenta y nueve americanos), sus pilotos habían hundido un portaaviones de gran tamaño a cambio de un portaaviones más pequeño.
Sin embargo, la aparentemente inconclusa batalla fue un punto de inflexión para los Aliados. Australia y su presencia en Nueva Guinea siguieron siendo seguras, lo que obligó a las fuerzas japonesas a comprometerse en una costosa campaña terrestre y finalmente infructuosa en esta última isla. Mientras tanto, el dañado Shokaku no pudo participar en la Batalla de Midway, una batalla de portaaviones aún mayor que puso fin a los avances de Japón en la Guerra del Pacífico.
El primer portaaviones de la flora de Estados Unidos había caído luchando precisamente en el tipo de batalla para la que había pasado más de una década desarrollando tácticas. Solo un año después, un nuevo portaaviones de la clase Essex fue bautizado con el nombre de USS Lexington (CV-16) y permanecería en el servicio de la Marina de los Estados Unidos hasta 1991.
Sébastien Roblin
Los USA obligaron a Japón a atacarlos y desde hacía días sabían q la flota nipona se dirigía a las Hawaii (se dejaron atacar) pues la noche anterior al suceso los portaaviones yanquis abandonaron Pearl Harbour en secreto y solo dejaron q les hundieran la chatarra vieja!! Era la escusa q Roosevelt necesitaba para entrar en la guerra!! (Siempre han hecho lo mismo para justificar sus ansias belicistas ante su pueblo). Les salió bien con España con el Maine q ellos mismos se hundieron y con las «Torres Gemelas» q las dejaron atacar y las dinamitaron con expl. Termita x si no caían.. las élites Anglo-sajonas desde q pusieron el pie en Asia ya no iban a irse..
Aweonao. Deja de ver y leer porquerias y usa la cabeza.
Ídem