Los artilleros rusos tienen la mala costumbre de bombardear… Nada.

A pesar del diluvio de apoyo occidental a Ucrania durante los 10 meses de guerra más amplia de Rusia contra Ucrania, el ejército ruso sigue teniendo más artillería y lanzacohetes que el ejército ucraniano.

Pero los artilleros rusos tienen la mala costumbre de bombardear… nada. O peor aún, bombardear a tropas amigas.

Sobre el papel, el ejército ruso posee uno de los mejores sistemas de control de fuego de artillería del mundo. En la práctica, artilleros rusos mal entrenados e indisciplinados que siguen una doctrina rígida y anticuada están desperdiciando la ventaja de la artillería rusa. Disparan muchos proyectiles y cohetes sin acertar necesariamente en nada.

Una llamada telefónica de pánico en diciembre de un recluta ruso, luchando en algún lugar del este de Ucrania, cuenta la historia del fallido sistema de apoyo de fuego ruso.

Después de describir los batallones rusos que envían a casa «paquetes» diarios de 17 reclutas muertos, el soldado descontento culpa a los artilleros rusos de las bajas rusas. «Los nuestros nos han fastidiado», dice en su llamada interceptada. «Han introducido datos de ajuste incorrectos. Nos han cagado todo, a los nuestros».

Incluso después de un programa intensivo de expansión de la artillería, el ejército ucraniano empezó 2022 con sólo la mitad de cañones y lanzadores grandes de los que tenía el ejército ruso.

Para añadir cañones y lanzadores, a partir de 2014 el ejército ucraniano abrió viejos almacenes repletos de material ex soviético. El ejército formó nuevas brigadas y regimientos de artillería, añadió batallones de artillería y cohetes a las brigadas de infantería, tanques y asalto aéreo y ayudó a la armada a formar batallones de artillería para sus brigadas marítimas.

Tras ocho años de expansión, el cuerpo de artillería ucraniano contaba con 2.900 grandes cañones y lanzadores. Pero el cuerpo de artillería ruso se había ampliado al mismo tiempo hasta contar con unos 6.000 sistemas de artillería y cohetes. Las donaciones realizadas desde febrero han añadido algunos centenares de cañones y lanzadores al total de Ucrania.

«Yo diría que las cifras favorecen claramente a los rusos», declaró a la prensa en junio el general del ejército estadounidense Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos. «En términos de artillería, les superan en número, en armas y en alcance».

Pero las cifras no lo dicen todo, subrayó Milley. «Los rusos se han encontrado con muchos problemas. Tienen problemas de mando y control, problemas logísticos. Tienen problemas de moral, de liderazgo y una amplia variedad de otros problemas».

Los fallos de mando se traducen en una gran cantidad de proyectiles y cohetes desperdiciados y en incidentes de fuego amigo demasiado frecuentes. Incluso cuando la artillería no alcanza nada o, peor aún, alcanza posiciones aliadas, los artilleros siguen disparando.

Los analistas Mykhaylo Zabrodskyi y Jack Watling explicaron en un estudio para el Royal United Services Institute de Londres que en el sistema ruso de control de tiro «casi no hay cursos de acción reversibles».

Lo que esto significa es que, en la doctrina rusa, las brigadas, batallones y baterías tienden a congelarse en ausencia de instrucciones detalladas del mando superior. Mientras esperan nuevas órdenes, las unidades inferiores siguen haciendo lo que ya estaban haciendo. Incluso cuando no tiene sentido. Incluso cuando el curso de acción actual está matando tropas amigas.

«Este enfoque ha tenido probablemente el mayor impacto en la creación de una brecha entre la capacidad potencial y la real en lo que respecta a los fuegos rusos», escribieron Zabrodskyi y Watling.

Los artilleros rusos simplemente no piensan por sí mismos. «Todos los contactos comunicados se tratan como verdaderos. Todas las misiones de fuego parecen tener la misma prioridad y se procesan en el orden en que se reciben, a menos que una orden para priorizar una misión específica provenga de una autoridad superior.»

«Parece que quienes dirigen las misiones de fuego no tienen acceso a la información contextual o son indiferentes a ella», añadieron los analistas.

Existe un enfoque alternativo del mando en el campo de batalla, que es fundamental en la forma occidental de hacer la guerra y que cada vez tiene más adeptos en el estamento militar ucraniano. Se llama «mando de misión».

En el mando de misión, las unidades inferiores son libres de tomar sus propias decisiones, siempre que sean coherentes con los objetivos generales de la campaña. Se trata de autonomía y flexibilidad.

Las fuerzas ucranianas han aprendido el mando de misión de sus aliados de Estados Unidos y la OTAN. «Ucrania ha sido entrenada por Estados Unidos desde 2014», dijo Milley en abril. «Me han dado retroalimentación personalmente, diciendo que el entrenamiento ha sido bastante efectivo en términos del concepto de comando de misión, liderazgo de nivel junior distribuido. Eso no está presente en el ejército ruso. Eso está presente ahora mismo en el ejército ucraniano».

Así que los artilleros ucranianos disparan, corrigen su puntería, vuelven a disparar… y cambian por completo sus esquemas de tiro cuando esos esquemas no funcionan. Los artilleros rusos, por su parte, tienden a disparar en las coordenadas equivocadas mientras esperan nuevas órdenes de la división. Órdenes que quizá nunca lleguen.

Para el pobre recluta ruso sobre el terreno en el este de Ucrania, eso significa recibir proyectiles de ambos bandos. «¿Crees que es divertido estar aquí?», dice el recluta en su llamada interceptada. «No es divertido. Es la guerra».

David Axe