El aumento de los proyectiles de artillería de EE.UU. depende de las apuestas del ejército.
El ambicioso plan del Pentágono para acelerar la producción del proyectil de artillería más utilizado en Ucrania depende de una serie de acciones casi simultáneas en todo Estados Unidos, como no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial.
El objetivo estadounidense es producir proyectiles de artillería de 155 mm a un ritmo de 100.000 cartuchos al mes, frente a los 28.000 actuales. Y eso es el doble de los 14.000 al mes después de que Rusia invadiera Ucrania en febrero del año pasado.
Los envíos de misiles antitanque Javelin y misiles tierra-aire Stinger, junto con obuses y munición, a Ucrania han agotado las reservas estadounidenses, demostrando la falta de capacidad de reacción de Estados Unidos. Esa llamada de atención llevó al Pentágono -con el respaldo del Congreso- a invertir miles de millones de dólares en ampliar la capacidad industrial estadounidense.
De los 3.400 millones de dólares contratados para la expansión industrial, tres cuartas partes, es decir, 2.500 millones de dólares, se destinan a aumentar la producción de proyectiles de artillería de 155 mm, según declaró en una entrevista Douglas Bush, jefe de adquisiciones del Ejército que está en el centro de la expansión industrial.
EE.UU. podrá aumentar la producción de 28.000 proyectiles al mes a 36.000, y luego de 48.000 a 57.000 proyectiles al mes, dijo Bush. La industria debería ser capaz de “doblar la esquina” a principios de 2025 a 80.000 proyectiles al mes y luego alcanzar el objetivo de 100.000 hacia el final de ese año, dijo.
William LaPlante, jefe de adquisiciones del Pentágono, reveló por primera vez el calendario actualizado ante una audiencia del Center for New American Security el mes pasado.
Planes “agresivos”
“Tienen que pasar muchas cosas; hay muchos pasos en el camino”, dijo Bush en la entrevista. “El éxito no está garantizado, pero ésa es una de las razones por las que hemos intentado no poner todos los huevos en la misma cesta. Es ambicioso, nuestros planes son agresivos, pero hasta ahora la industria lo está consiguiendo”.
El primer paso del Ejército fue ampliar las instalaciones existentes, propiedad del gobierno y gestionadas por contratistas, que fabrican los casquillos metálicos en Pensilvania, la instalación de la planta de municiones del ejército de Holston, en Tennessee, que fabrica el relleno explosivo para los casquillos, y otra en la planta de municiones del ejército de Iowa que carga los casquillos. Según Bush, se aumentaron los turnos de trabajo y se añadieron nuevas máquinas.
Roxana Tirón