Rusia retrasa la entrega de misiles S-400 a la India para dar prioridad a sus necesidades en Ucrania.
El diario económico indio especializado en noticias empresariales, The Economic Times, informó ayer domingo, que Rusia había comunicado a la India su compromiso de entregar los dos últimos escuadrones del sistema de misiles de defensa antiaérea de largo alcance S-400 antes de agosto de 2026. Este ajuste de calendario permite a Rusia dar prioridad a las necesidades de sus fuerzas armadas actualmente inmersas en el conflicto de Ucrania.
La India ha estado en proceso de adquirir el sistema ruso de misiles de defensa aérea S-400 Triumf, considerado uno de los sistemas de defensa aérea más avanzados del mundo. El acuerdo entre Rusia y la India para los sistemas S-400 se firmó formalmente en octubre de 2018, a pesar de las advertencias de Estados Unidos de que tal transacción podría desencadenar sanciones en virtud de su Ley de Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos a través de Sanciones (CAATSA). El acuerdo, valorado en más de 5.000 millones de dólares, marcó un hito significativo en la cooperación de defensa entre Rusia y la India.
La entrega de los sistemas S-400 a la India comenzó en diciembre de 2021, de acuerdo con el calendario acordado por ambos países. La Fuerza Aérea India (IAF) comenzó a recibir los sistemas y componentes del S-400, y se esperaba que el despliegue de las primeras unidades mejorara significativamente las capacidades de defensa aérea de la India, especialmente a lo largo de sus fronteras.
La adquisición del sistema S-400 por parte de la India forma parte de un esfuerzo más amplio por modernizar sus capacidades militares en medio de las crecientes tensiones regionales, especialmente con los vecinos Pakistán y China. El sistema S-400 es capaz de atacar aviones, vehículos aéreos no tripulados y misiles balísticos y de crucero con un alcance de hasta 400 kilómetros, lo que supone un aumento sustancial de la capacidad de defensa aérea de la India.
A la sombra de la escalada de tensiones con China, la inversión india en defensa aérea se ha convertido en una piedra angular de su estrategia de seguridad nacional. El intrincado entramado de las relaciones entre India y China, marcadas por conflictos históricos y disputas territoriales contemporáneas, subraya la necesidad de que India mantenga una postura de defensa aérea vigilante y robusta. La Línea de Control Real (LAC), una frontera de facto entre los dos vecinos con armamento nuclear, ha sido un punto álgido de enfrentamientos y escaramuzas militares, sobre todo en los últimos años. Esta disputada frontera, que se extiende por terrenos difíciles y lugares estratégicos, exige un sistema de defensa aérea sofisticado y estratificado, capaz de disuadir posibles amenazas y salvaguardar la soberanía nacional.
El campo de batalla moderno, caracterizado por rápidos avances tecnológicos y tácticas de guerra multidimensionales, prima la superioridad aérea. Para la India, el espectro de amenazas abarca desde aviones tripulados y drones hasta misiles balísticos y de crucero, todo lo cual requiere una infraestructura de defensa aérea completa y avanzada. La adquisición de sistemas como el sistema ruso de misiles de defensa antiaérea S-400 Triumf es una prueba del compromiso de India con la mejora de sus capacidades de defensa antiaérea. Estos sistemas no son sólo multiplicadores de fuerza en términos de defensa, sino que también sirven como elemento de disuasión estratégica, señalando la disposición de la India a proteger su espacio aéreo y contrarrestar cualquier agresión.
En el desarrollo de la dinámica del conflicto en Ucrania, el énfasis de Rusia en el mantenimiento de capacidades avanzadas de defensa, incluyendo el despliegue de su sistema de defensa aérea S-400, se ha vuelto cada vez más significativo. Este cálculo estratégico no es sólo un reflejo de las necesidades tácticas inmediatas de la guerra, sino también un reconocimiento de las implicaciones geopolíticas más amplias. El sistema S-400, famoso por su capacidad para atacar una amplia gama de amenazas aéreas a distancias considerables, desempeña un doble papel: salvaguarda de los activos rusos y potente elemento disuasorio.
La importancia de las capacidades de defensa aérea, especialmente en el contexto del conflicto ucraniano, va más allá del campo de batalla inmediato. Para Rusia, el S-400 y sistemas similares son cruciales para afirmar el dominio aéreo y proporcionar un escudo contra posibles ataques aéreos o esfuerzos de reconocimiento por parte de adversarios. Esto es especialmente relevante dado el continuo apoyo que Ucrania ha recibido de las naciones occidentales, incluido el suministro de sistemas avanzados de armamento e inteligencia. El despliegue del S-400 es, por tanto, un movimiento estratégico, destinado a neutralizar estas ventajas y afirmar el control sobre el espacio aéreo.
Además, el conflicto ha puesto de relieve la importancia de la defensa aérea en la guerra moderna, en la que el uso de drones, misiles de crucero y otros medios aéreos se ha convertido en algo habitual. El sistema S-400, con su radar avanzado y sus capacidades de misiles, está bien adaptado para contrarrestar estas amenazas, proporcionando una capa crítica de defensa contra una variedad de ataques aéreos. Su despliegue en la zona de conflicto no sólo tiene una finalidad defensiva, sino que también actúa como elemento disuasorio estratégico, complicando el cálculo de cualquier intervención militar directa de la OTAN u otras fuerzas.
Aunque no existen informes detallados de fuentes abiertas sobre el uso operativo del S-400 en el actual conflicto de Ucrania, su presencia pone de relieve el compromiso de Rusia de mantener una sólida postura defensiva. Refleja una estrategia más amplia para salvaguardar activos y posiciones clave, al tiempo que aprovecha la avanzada tecnología militar rusa como herramienta de influencia geopolítica. El papel del S-400 en el conflicto, por lo tanto, trasciende sus contribuciones tácticas, encarnando el enfoque ruso de la guerra y la defensa en el siglo XXI.
The Economic Times
Lo que se vió claramente hace un tiempo se confirma. Como con los tanques que mandaron a modernizar y acabaron en Ucrania.
uN SALUDO
Como hancean los occidentales el mercado de la India para colocar sus productos, se les nota a legua y no disimulan.
Los Induas no son ingenuos, ellos compraron el Rafale navalisado , porque era una necesidad.
Pero ellos no van a comprar EUROFIGHTER THYPHON, ni F-15 ni Fallas-35.
La India ya produce bajo licencia el SU-30MKI que tiene las mismas prestaciones que el su-35 Y que es superior a cualquier caza occidental de 4ta ++ generación.
Aparte que la India es una potencia nuclear en cuanto a ojibas nucleares, así que nadie la va a atacar.
Sobre los S-400 se los van a entregar que eso es lo importante.
India pica de todo un poco, Rafale, y Mirage 2000, SU-30, el Texas que es un producto propio con ayuda americana, da la impresión de un Mirage III con motor americano y radar Israelí, P 8 Poseidón. Tuvieron sus guerras con Pakistán y con China y el panorama no les pinta bien, por lo que hay que casarse con todos y con ninguno.
Si la exportación de armamento ruso ha disminuido considerablemente por su calidad y a ello se le suma la urgencia de abastecer a sus propias tropas, pues eso, … lo normal. Que vaya buscando la India otros mercados, le traerá más cuenta.
India compra hardware ruso y lo tunea con equipos israelíes. Y cuando confían en Rusia para comprar misiles SAM que pongan a raya a pakistaníes y chinos los rusos no se los entregan. Y no olvidemos que Rusia ahora está más controlada por China que nunca. Así que los argumentos para dejar de comprar en Rusia son abundantes. Sobre todo cuando apuestan por desarrollo local en India.
Mejora tu traductor te estás poniendo en evidencia, tantos seudonimos distintos lo único que dice es que algo escondes
Para Rusia implica un gran esfuerzo cumplir con el contrato indio del S-400, no solo porque debe desprenderse de un material que estratégicamente posee un importante peso, sino porque productivamente implica destinar recursos financieros y capacidad productiva en elementos que no son para uso propio, en momentos en que se necesita hasta el último recurso en producir entre muchas otras cosas, material de intenso desgaste, como misiles y municiones de todo tipo. Los S-400 son costosos y difíciles de producir, y posponer la fecha de entrega a India hasta mediados de 2026 de las últimas dos baterías (de 5) para atender prioridades propias es indicativo de dos aspectos: el primero, que paulatinamente se concretan los temores de N. Delhi en el sentido de las dificultades que conlleva depender de Rusia, por lo que ha buscado nuevas alternativas de alianzas estratégicas (Francia, EEUU) e incentivado la producción nacional de la industria de defensa. El segundo es la intensa lucha de Rusia por permanecer en un mercado que era cautivo y que ve cómo paulatinamente empieza a debilitarse, afectado por las sanciones económicas a partir de 2014 con la intervención en Ucrania (Donbass, Crimea), la ley CAATSA (2017) y nuevas sanciones a partir de la invasión de Ucrania en 2022, que la han relegado de éste y otros mercados internacionales. En cuanto a las amenazas de EEUU con aplicar la ley CAATSA a India por la adquisición de sistemas S-400, hasta el momento no ha sido efectivo, principalmente porque la Casa Blanca, el promotor de los candidatos a las sanciones en el congreso, no desea tocar a India, con quien coquetea desde 2015 durante la administración Obama para atraerlo a su esfera política, estableciendo a partir de entonces una política de acercamiento que se ha traducido en numerosos acuerdos económicos, tecnológicos y militares, como la inclusión de India en el Quad. Por otro lado, a EEUU le interesa que India refuerce sus FFAA frente a China, su antagonista regional consuetudinario, por lo que no solo EEUU no aplicará la ley CAATSA por la compra de sistemas S-400, sino que no obstaculizará aquellos acuerdos con Rusia que sirvan a estos fines, como la modernización de las flotas de aviones de combate (Su-30, MiG-29) o la evolución de misiles BrahMos, etc.