La Marina de EE.UU. investiga el terrible vuelo de un EA-18G Growler: ciego y helado a 25.000 pies de altura.
Un avión EA-18G biplaza (la versión adaptada a la guerra electrónica del cazabombardero F/A-18 Super Hornet), navegaba a 25,000 pies de altura (7.620 m.) el pasado 29 de enero, a unas 60 millas al sur de Seattle en un vuelo entre las estaciones navales de Whidbey Island y China Lake, cuando la tripulación recibió una alerta de que el sistema que controla la temperatura del aire y la presión de la cabina, conocido como el Sistema de Control Ambiental, se estaba congelando.
La temperatura dentro de la cabina se hundió rápidamente a temperaturas que alcanzaron los -30 grados y una neblina se introdujo en la cabina, cubriendo los instrumentos y los cristales interiores con una capa de hielo, quedando los pilotos casi completamente ciegos, según varias fuentes familiarizadas con el incidente y un informe interno obtenido por Defense News.
La niebla en el interior de la aeronave cubrió el panel de instrumentos, obligando al piloto y al oficial de guerra electrónica a usar un reloj Garmin para seguir su rumbo y altitud mientras los controladores aéreos en tierra comenzaban a transmitir instrucciones a la tripulación. El piloto y el segundo oficial se vieron obligados a utilizar el suministro de oxígeno de emergencia, que se agotó completamente por fortuna al final del vuelo.
En un esfuerzo heroico entre la tripulación cegada a 25.000 pies de altura, y los controladores terrestres, consiguieron llevar la aeronave de vuelta a Whidbey Island, sufriendo los pilotos heridas graves debido a la congelación. En un informe interno de la Marina se señala que la tripulación sufrió “ampollas severas y quemaduras en las manos”.
En un comunicado posterior, el portavoz de las Fuerzas Aéreas Navales, Comandante Ron Flanders confirmó el incidente y dijo que la Marina estaba tratando de determinar la causa del suceso.
“El percance está bajo investigación. Una vez que se complete la investigación, la Marina determinará qué otras acciones son necesarias para evitar estas graves situaciones”.
Fallos del ECS
Mientras que el fallo específico del Sistema de Control Ambiental (ECS) en este caso no ha sido registrado anteriormente por la Marina, el ECS ha sido un problema persistente ya que se enfrenta lentamente a un aumento en los aviones Hornets and Growlers.
La Marina describe el sistema como “un complejo conjunto de subcomponentes, todos los cuales deben funcionar para que el sistema funcione como un todo”. La Marina cree que las partes envejecidas y los procedimientos de prueba inadecuados han contribuido a ciertos episodios que resultan de la despresurización en el interior de la cabina y la privación de oxígeno.
Pero la sobrepresurización también ha sido un problema. Hace dos años, un piloto y su oficial de guerra electrónica resultaron heridos cuando su cabina se sobrepresurizó y explotó, destrozando el dosel del cristal y enviando fragmentos en todas las direcciones.
En general, cerca del 25 por ciento de los accidentes sufridos por las tripulaciones de los F/A-18 Super Hornets y los EA-18G Growlers se remonta a fallos en su Sistema de Control Ambiental, según un oficial de la Armada que habló sobre los antecedentes. Esos números eran mucho más altos en los Hornets más antiguos.
Los incidentes con el sistema de oxígeno han causado muchos problemas en la comunidad aeronáutica. En 2016, la Marina tuvo su peor año de registro, incluyendo un total de 125 casos en la comunidad de los Growler/Hornet.