Bases estadounidenses en Reino Unido bajo vigilancia tras múltiples incursiones de drones.
Desde el pasado 20 de noviembre, varias bases aéreas del Reino Unido han informado de repetidas incursiones de drones no identificados, lo que ha suscitado una gran preocupación entre los líderes militares y políticos.
Los incidentes iniciales se registraron cerca de la Base Aérea de Lakenheath, pero pronto se extendieron a las bases de Mildenhall, Feltwell y, más recientemente, Fairford, a unos 210 kilómetros al suroeste. La base de Fairford alberga actualmente cuatro bombarderos estratégicos B-52 como parte de la misión Bomber Task Force 25-1.
Las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en Europa (USAFE) confirmaron que estas incursiones, que se produjeron entre el 20 y el 24 de noviembre, incluyen ahora a Fairford. Aunque los incidentes no han afectado directamente a la infraestructura de la base ni a los residentes locales, suponen un riesgo para la seguridad. En respuesta, se han desplegado aviones de combate para interceptar los drones.
Además, unos 60 soldados británicos, entre ellos especialistas en operaciones contra drones, han sido destinados a las bases para reforzar las medidas de seguridad. Nick Timothy, diputado que representa a las zonas de Lakenheath y Mildenhall, señaló que las interceptaciones nocturnas han suscitado inquietud entre los residentes locales, poniendo de relieve los retos que plantea la salvaguarda de instalaciones militares situadas cerca de zonas pobladas.
Los incidentes ponen de relieve las limitaciones a las que se enfrentan las bases militares que operan en un marco civil. En el Reino Unido, el espacio aéreo está gestionado por la Autoridad de Aviación Civil (CAA), que impone restricciones reglamentarias a las acciones militares. Estas restricciones limitan el uso de contramedidas activas, como la interferencia de radio o las armas cinéticas, lo que complica la respuesta a las incursiones de drones.
En Estados Unidos se han registrado incidentes similares, sobre todo en 2023 en la Base Conjunta Langley-Eustis de Virginia, sede de los F-22 Raptors. Según un alto funcionario de Defensa, el Pentágono registra una media de dos o tres incursiones semanales de drones cerca de instalaciones militares estadounidenses, aunque no se revelan los lugares concretos.
La disponibilidad generalizada de drones comerciales baratos agrava los problemas de seguridad. Aunque a menudo se utilizan con fines inofensivos, los drones pueden adaptarse para la vigilancia o la interrupción de actividades militares. El conflicto en Ucrania ha demostrado cómo los drones comerciales pueden modificarse para misiones de reconocimiento u ofensivas, aumentando su amenaza potencial en contextos militares.
Para hacer frente a este riesgo creciente, las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos están explorando soluciones rentables para contrarrestar drones individuales y enjambres de drones, evitando el gasto que suponen los sistemas tradicionales basados en misiles. La investigación se centra en tecnologías como armas de energía dirigida, sistemas de interferencia electrónica y sensores avanzados para detectar incursiones en tiempo real.
Las bases afectadas, en particular Lakenheath y Fairford, son fundamentales para las operaciones militares estadounidenses en Europa. Lakenheath alberga escuadrones de cazas F-15E Strike Eagle y F-35A Lightning II, mientras que Fairford sirve como base temporal para bombarderos B-52, que son esenciales para la disuasión estratégica y las misiones de proyección de poder.
Aunque los responsables estadounidenses y británicos han declarado que las misiones operativas no se verán afectadas, estas incursiones ponen de manifiesto posibles vulnerabilidades. Una mayor cooperación bilateral entre el Reino Unido y Estados Unidos será vital para identificar a los responsables de las incursiones, comprender sus objetivos y reforzar las capacidades defensivas contra esta amenaza emergente.
Las repetidas incursiones de aviones no tripulados cerca de bases estadounidenses en el Reino Unido ponen de manifiesto la evolución de los retos que plantean las amenazas modernas en un entorno militar global. Estos incidentes exigen una respuesta estratégica coordinada y la aplicación de tecnologías avanzadas para proteger las infraestructuras militares críticas. Sin una rápida mejora de las medidas defensivas, estas incursiones podrían convertirse en un problema recurrente, poniendo en peligro la seguridad de las bases y la estabilidad de las operaciones militares internacionales.
Rudis04ARG
Las bases militares hoy en día deben de ser custodiadas por capas:
1) Mástiles de observación con radar AESA, sensores electroópticos y localizadores de señales para triangular la posición del operador.
2) Drones ala fija con radar AESA, sensores electroópticos, sistema de interferencia electrónica y localizadores de señales para triangular la posición del operador.
3) Helicópteros no tripulados dotados con radar AESA, sensores electroópticos, seis lanzadores de redes dotados de localizadores y si es necesario, un pequeño cañón de calibre 7,62 para dar caza a los drones espías.
El operador u operadores, no pueden estar muy lejos. Pueden también ser muy sofisticados, usar Wifi/G5 como relé para el sistema de control, pero esto demostraría que se trata de espías extranjeros.
Claro, eso es precioso, pero ¿Tú tienes idea de lo que cuesta un radar AESA? O de su tamaño, ya puestos. Ese «sistema», aparte de redundante (no sé para qué quieres varios sistemas superpuestos con la misma capacidad: un sólo AESA tiene más de 200km de alcance) sería prohibitivo.
Además, el problema no es la detección, sino la identificación. Un dron es igual a un pato a ojos de un radar.
Es cierto que un sistema de identificación y sobre todo, de localización sería muy útil (detectar al que dirige el dron) y mucho más barato y efectivo… O en su defecto, interferencia radiológica para derribarlo o anularlo al menos. Y en teoría, casi todas las bases grandes ya lo tienen (o deberían). Otra cosa es que ya tengan identificado a los autores pero prefieran dejarles moverse para cazar a toda la red.
Enrique Arias Warleta. Los radares AESA tácticos, no son de gran tamaño ni tan caros como terminar siendo espiados o incluso, saboteados.
Ataques de Guerra Hibrida, o sea sabotajes encubiertos, romper cables submarinos, torres de comunicacion, descarrilar trenes, incendiar fabricas, vuelos de drones amenazadores.
Todo ejecutado por agentes encubiertos y por delincuentes contratados. desde grupos de la mafia rusa local (estan conectados y tienen el tf de todos) a mafiosos de otras nacionalidades.
Finalidad, sembrar el terror y que se acceda a sus «propuestas»
También colocan paquetes incendiarios en aviones de carga ya lo han hecho con la compañía DHL y hay agentes rusos implicados aunque utilizan a otros agentes de nacionalidades distintas generalmente vinculados a grupos criminales