Rearmar los buques de la US Navy en alta mar ya no es una opción, sino una necesidad.

Un simple paso puede “revolucionar la guerra de superficie”, como dijo el secretario de la Armada de Estados Unidos, Carlos Del Toro, en la última conferencia naval WEST de San Diego: rearmar los buques de guerra en el mar. En la actualidad, la única forma de recargar las celdas del sistema de lanzamiento vertical -el pilar de los buques de guerra de primera línea de la Armada- es llegar a puerto, lo que a menudo deja a los buques de guerra fuera de combate durante semanas.

Considérese la situación en el Mar Rojo. Para los buques de guerra de la Armada que se enfrentan al grupo rebelde Houthi, la recarga de las celdas VLS requeriría un tránsito a través del Canal de Suez a los puertos de Grecia o Italia, a unas 2.000 millas o más de distancia. Esta pérdida de tiempo, bajo los persistentes ataques de los Houthi, demuestra que esta capacidad de recarga en curso ya no es un lujo, sino una necesidad.

Las celdas VLS transportan la mayor parte de la potencia de fuego de la flota de superficie a bordo de destructores y cruceros. Desde las celdas VLS, la Armada emplea armas de defensa antiaérea y antimisiles, así como misiles de ataque y antibuque de largo alcance. Los destructores de la clase Arleigh Burke tienen capacidad para almacenar entre 90 y 96 misiles en las celdas VLS, dependiendo de la variante del buque de guerra. Los buques de guerra se cargan con un surtido de armas antes de desplegarse para satisfacer las necesidades previstas de la misión y garantizar la autodefensa del buque.

Recargar el arma de defensa antimisiles más potente -el RIM-161, también conocido como misil estándar-3- en una de estas celdas verticales es un asunto delicado. Requiere cargar con precisión un misil de 1,5 toneladas y 21,5 pies de largo en un tubo integrado en el casco del buque. En el mar, el movimiento causado incluso por el mar en calma hace que sea casi imposible hacerlo sin dañar el misil.

Un estudio de 2019 del Centro de Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias encontró que una capacidad de recarga de VLS en el mar podría proporcionar el equivalente a 18 destructores o cruceros adicionales en un escenario de guerra en el Pacífico. Con la armada moderna de China más grande que la de EEUU y respaldada por una industria de construcción naval masiva, cada uno de los buques de guerra debe mantenerse en la lucha. Por ello, la Marina estadounidense no puede permitirse perder un buque de guerra durante semanas para llegar a un puerto seguro del Pacífico y recargar las armas.

Afortunadamente, rearmar las celdas VLS en el mar no es un problema de ingeniería imposible.

La Armada ha explorado dos opciones desde mediados de los años noventa. La primera utiliza un enfoque convencional que recuerda a los métodos de reabastecimiento en el mar probados en el pasado: el Mecanismo de Rearme Transportable. El segundo, más complejo, utiliza una grúa que compensa los movimientos de las olas: Large Vessel Interface Lift On/Lift Off.

Entre los dos enfoques, el más sencillo del sistema TRAM se acerca más a una demostración en el mar. Los comentarios del secretario en WEST indican que esto ocurrirá en verano. Una vez completado, el siguiente paso será adaptar el método a los destructores operativos, una tarea que los recientes resultados de la Armada indican que tardará demasiado en llegar.

Los ataques de los Houthi contra la navegación en el Mar Rojo llevan meses produciéndose, y el destructor Carney ha estado allí desde el principio. El 3 de febrero llevaba casi cuatro meses derribando misiles y aviones no tripulados de los Houthi. Cuando tenga que abandonar el combate rumbo a un puerto lejano para cargar sus celdas VLS, habrá que recuperar de algún modo la potencia de fuego perdida, o las operaciones se verán afectadas.

Las peticiones para desarrollar la capacidad de recargar las celdas VLS en el mar no son nuevas. La atención del secretario subraya claramente la importancia que se concede a su desarrollo. Sin embargo, los avances parecen estancados.

Es hora de que el Congreso intervenga y obtenga respuestas para ayudar a la Armada a conseguir lo que necesita para desarrollar esta capacidad crítica. Tal vez podría ahorrarse parte del dinero necesario de los 114,7 millones de dólares solicitados en el actual presupuesto de defensa para actividades de diversidad, equidad e inclusión.

La nación no puede permitirse el lujo de aprender la importancia de tener VLS rearmados en el mar después de que comience una gran guerra en Asia. Como ha declarado el secretario, “la historia se forja en el crisol de la acción, no en la comodidad de la retrospectiva”.

Brent D. Sadler