Rusia expresa su «preocupación» por las maniobras militares conjuntas de su aliado con EE.UU.

Estados Unidos realizará este mes maniobras militares con Armenia, en una medida ampliamente inesperada que ha llevado a Rusia -que apoya a Armenia desde hace mucho tiempo y es miembro de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) dirigida por Moscú- a expresar su “preocupación”.

El simulacro “Eagle Partner 2023”, aunque se espera que sea sólo un pequeño ejercicio, parece ser el último paso en un proceso a largo plazo de alejamiento armenio de la influencia de Moscú debido a la incapacidad del Kremlin para resolver el actual conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por la disputada región de Nagorno-Karabaj.

El Ministerio de Defensa armenio declaró en un comunicado que el ejercicio Eagle Partner 2023, que se celebrará del 11 al 20 de septiembre, tiene por objeto preparar a sus fuerzas para participar en misiones internacionales de mantenimiento de la paz. El foco, dijo, serán “operaciones de estabilización entre partes en conflicto durante tareas de mantenimiento de la paz”.

Un portavoz militar estadounidense dijo a Reuters que 85 soldados estadounidenses y 175 armenios participarían en el simulacro. Las tropas estadounidenses que participarán son miembros de la Guardia Nacional de Kansas. El portavoz también dijo que no se utilizará armamento pesado en el simulacro.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declaró que la noticia “causa preocupación, especialmente en la situación actual. Por lo tanto, analizaremos profundamente esta noticia y vigilaremos la situación”.

Rusia ha dominado tradicionalmente la región del Cáucaso Sur, donde las fronteras de la Unión Soviética abarcaban antaño los Estados ahora independientes de Armenia, Azerbaiyán y Georgia. Moscú sigue teniendo una base militar en Armenia, y el país forma parte de la alianza militar OTSC dirigida por el Kremlin.

Sin embargo, las relaciones entre Moscú y Armenia se han deteriorado a causa de la actual disputa entre Armenia y Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj, reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán, pero cuyos 120.000 habitantes son en su mayoría de etnia armenia. Está gobernado por la autoproclamada República de Artsaj.

El enfrentamiento más reciente por el territorio concluyó con una victoria azerbaiyana en 2020, y a continuación se desplegaron fuerzas de paz rusas para mantener el acuerdo que puso fin a los combates. Fue el segundo conflicto a gran escala por Nagorno-Karabaj desde que ambas naciones se independizaron en la década de 1990.

Pero las fuerzas de Moscú se han mostrado incapaces de evitar el resurgimiento de las tensiones y mantener abierta una carretera clave -conocida como el Corredor de Lachin- que une Armenia con Nagorno-Karabaj. Las fuerzas azerbaiyanas bloquearon la carretera el pasado diciembre a pesar de la presencia de tropas rusas. La ruta sigue cerrada, lo que ha provocado una importante escasez de alimentos en el enclave.

Al parecer, las tensiones en torno al corredor provocaron la destitución esta semana del jefe de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz, el coronel general Alexander Lentsov. Se trata del segundo comandante destituido en 2023, tras haber sustituido en abril a su predecesor, el general de división Andrei Volkov.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, declaró el pasado fin de semana que había sido un error que su país dependiera tanto de la protección rusa. “La arquitectura de seguridad de Armenia estaba vinculada en un 99,999% a Rusia, incluso en lo que se refiere a la adquisición de armas y municiones”, declaró Pashinyan al diario italiano La Repubblica.

“Pero hoy vemos que la propia Rusia necesita armas, armamento y municiones [para la guerra de Ucrania] y en esta situación es comprensible que, aunque lo desee, la Federación Rusa no pueda satisfacer las necesidades de seguridad de Armenia”, continuó. “Este ejemplo debería demostrarnos que depender de un solo socio en materia de seguridad es un error estratégico”.

El Kremlin contraatacó, y Peskov declaró a los periodistas que Rusia “es una parte absolutamente integral de esta región” y “desempeña un papel constante y muy importante en la estabilización de la situación en esta región… y seguiremos desempeñando este papel”.

La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, dijo que los comentarios de Pashinyan eran “retórica pública rayana en la grosería”.

La semana pasada, el secretario de Estado, Antony Blinken señaló “la preocupación de Estados Unidos por el deterioro de la situación humanitaria en Nagorno-Karabaj” en una llamada al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.

“Reiteró nuestro llamamiento para reabrir el corredor de Lachin al tráfico humanitario, comercial y de pasajeros, al tiempo que reconocía la importancia de rutas adicionales desde Azerbaiyán”, señaló un comunicado del Departamento de Estado.

Las medidas de Pashinyan para socavar los lazos con Rusia han ido más allá de la retórica. El año pasado, Armenia se negó a permitir que se realizaran en su territorio maniobras programadas de la OTSC y luego dijo que no enviaría tropas a participar en ejercicios de la alianza en Bielorrusia.

También el año pasado, Pashinyan humilló al presidente ruso Vladimir Putin y a otros líderes de la OTSC al negarse a firmar una declaración conjunta de la alianza al término de una cumbre en Ereván, la capital de Armenia. El primer ministro afirmó que el documento no ofrecía una “valoración política clara” que condenara las incursiones azerbaiyanas en territorio armenio.

Las recientes compras de armamento a Francia son un indicio más del incipiente pivote occidental de Ereván. Tradicionalmente, Armenia ha dependido casi exclusivamente de Rusia para sus adquisiciones militares. Pero su derrota en 2020 ante las fuerzas tecnológicamente superiores de Azerbaiyán puso de manifiesto la necesidad del país de actualizar sus arsenales.

Otra señal notable de las intenciones de Pashinyan llegó con la propuesta de Armenia de ratificar el Estatuto de Roma, el documento fundacional del Tribunal Penal Internacional. El tribunal emitió una orden de detención contra Putin a principios de este año en relación con los cargos de deportación forzosa masiva de niños de Ucrania a Rusia.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso criticó el plan por “absolutamente inaceptable” y advirtió de consecuencias “extremadamente negativas” para las relaciones bilaterales.

En otra aparente reprimenda a la conducta rusa en Ucrania, la esposa de Pashinyan, Anna Hakobyan, asistirá a una cumbre de ayuda en Kiev organizada por Olena Zelenska, esposa del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky.

David Brennan